Los nuevos héroes de Cartagena
Grupos de mayores de centros de día y asociaciones tomaron las calles, de manera ordenada, como saben hacer tan bien los que componen la generación silenciada
Hace solo unos días se conmemoraba el día para la toma de conciencia sobre el abuso y maltrato hacia la vejez. No se preocupe, no ... ha sido usted el único que no se había enterado. Siempre hay algo que sirve de excusa para 'tapar' este día tan relevante. También la tradicional falta de interés de todo aquello que tenga que ver con las personas mayores. Pero por suerte este año no podemos decir que es uno más como el resto.
Debe prepararse la 'clase' política para lo que les viene encima en muy pocos años. Y es que los próximos mayores, los del famoso baby-boom, no son tan conformistas como no han tenido más remedio que ser los contemporáneos, aquellos que vienen de la pobreza de la postguerra civil y de la sumisión de la transición.
Un ejemplo lo hemos podido ver hace poco en Cartagena, ciudad trimilenaria y que porta en sus genes la resistencia y la reivindicación, entre otras muchísimas cosas buenas. Grupos de mayores procedentes de varios centros de día y asociaciones de mayores de Los Dolores, Grupo mayores Cruz Roja, Asociación sociocultural Sendas Senior, Club de mayores Santa Lucía, Puertos Santa Bárbara, Barriada Virgen de la Caridad, Barrio de la Concepción, La Aljorra y Molinos Marfagones tomaron las calles de Cartagena, de manera ordenada, con muy buenas maneras, como saben hacer tan bien los mayores que componen la generación silenciada. Lo hicieron de la mano de Concejalía de Servicios Sociales de Cartagena, conocida internacionalmente por la innovación y la preocupación constante por los mayores cartageneros, y de María Beteta, presidenta de la federación de centros y clubes de mayores. María es una señora de las de antes, incansable, generosa, que ofrece su tiempo y horas de sueño a ayudar a aquellos mayores que lo necesitan.
Los mayores salieron a pedir respeto no solo a los dirigentes, sino a toda la sociedad en su conjunto
La novedad es que fueron los propios mayores los que salieron a pedir respeto no solo a los dirigentes, sobre todo a toda la sociedad en su conjunto. Me emociona este gesto. Hasta ahora solo lo habíamos visto cuando de reivindicar la justa subida de las pensiones se trataba. La bestia ha empezado a despertarse.
Y es que en esta mal llamada sociedad del bienestar todavía existe el abuso y el maltrato a las personas mayores, producido por otras personas y también por las instituciones, a veces y de manera paradójica, por parte de aquellas que deberían protegerlos. Es momento de recordar todos aquellos temas que todavía no se han abordado en cuanto a mejorar la vida de los mayores se trata: actualización del decreto de mínimos, ya subterráneos, de condiciones de funcionamiento de las residencias y centros de día, puesta en marcha de protocolos de detección y abordaje del maltrato en personas mayores en los ámbitos social y sanitario. Sigue sin haber suficientes contrataciones de geriatras y enfermeras especializadas en geriatría para atender a los miles de mayores murcianos en sus necesidades singulares; siguen sin ponerse en marcha, no ya estrategias generales, sino actuaciones concretas para combatir la soledad no deseada; siguen sin desarrollarse normativas para disminuir, si no eliminar, las contenciones a las personas mayores; siguen sin dar solución a las eternas listas de espera para recibir un recurso de dependencia, y sigue sin ni siquiera proponerse en la Asamblea Regional ningún anteproyecto de ley de protección de las personas mayores, entre otras.
Cuando un grupo de mayores, precisamente el de los tradicionalmente sumisos, decide salir a la calle no deberíamos pensar que sea causado por una cuestión meramente 'estética'. Lo hacen porque no han encontrado otro medio de pedir, en palabras de María Beteta, que no se les infantilice, que no se les sobreproteja, que no se les condene a la soledad, que no se les relacione con una imagen peyorativa de la vejez; en definitiva, piden respeto a su dignidad. Estos son los que pueden hablar y manifestarse, pero recuerden que hay miles de mayores en sus casas dependiendo de otros para sobrevivir. Quizás sea este el mayor maltrato posible: la indiferencia por parte de la sociedad y de los poderes públicos. Los mayores de Cartagena siempre serán los héroes y heroínas de este movimiento, porque serán probablemente los primeros que se han organizado para hacer saber y reivindicar sus demandas. Sin duda no serán los últimos.
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