Pues sí, el Mar Menor vuelve a boquear, jaqueado por espumas que han obligado a cerrar zonas de playa en Los Urrutias y otra amenaza ... de anoxia. Recuerdo los veranos en Los Urrutias. Íbamos con nuestros botes a pescar, metíamos unas migas de pan y esperábamos a que entraran los mújoles –siempre me sonará raro el plural de esta palabra–. Con el tiempo, fuimos afilando la técnica, sabíamos cuándo no iban a entrar, el momento exacto de tabicar el bote con la mano y la cantidad de pan a embocar para que el pez entrara. Se veía a varios metros, como si el agua fuera aire en vez de agua; los rayos del sol arponeaban el agua y se veía, y los peces se veían entrar al bote y quedar encepados dentro. Recuerdo que un día vi hasta una buena mierda flotando a varios metros mientras buceaba y me dio mucho asco, pero se veía. Hoy, me la hubiera comido. No la habría visto hasta tenerla bien encima.
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