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Aquellos chicos del verano

Al pensamiento solar le han sustituido obligaciones tan alejadas de lo que éramos en aquella playa que cuesta trabajo reconocernos en el espejo

Domingo, 18 de diciembre 2022, 08:44

Ya no quedan desiertos. Ya no quedan islas. Nos bastaba enunciarlo en voz alta para sabernos a salvo, justo antes de que anocheciera, en uno ... de los rincones que formaban nuestra geografía sentimental. Podía ser la cala desde la que se contempla la isla del Fraile, hoy una masa de ladrillos vencida por la especulación, pero entonces un reducto de piedras húmedas, escenario de mil naufragios. O tal vez en los escarpados riscos que ascienden al pico del Águila, donde jugábamos a hacer saltos mortales y nos volvíamos en kayak hacia la civilización. La ciudad se presentía lejana y se empezaba a iluminar con una especie de hechizo. Hasta que durase el día nos teníamos los unos a los otros, éramos jóvenes y agosto se agitaba tanto en nuestro pecho que nos creíamos inmortales. Ajenos a las desgracias. Estas no podían ocurrir mientras tuviésemos la espalda llena de sal marina y las manos manchadas de arena.

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