Apocalipsis Juan Palomo

ESPEJISMOS ·

Este es uno de los veranos más frescos del resto de tu vida

Domingo, 31 de julio 2022, 09:55

La frase que más miedo me ha dado últimamente no es de Stephen King, ni un tenemos que hablar de mi novia, ni una notificación ... de Hacienda. Es una oración simple, científicamente incontestable, que los activistas por el clima están difundiendo sin piedad: este es uno de los veranos más frescos del resto de tu vida. Este. 2022. Con Zamora y Galicia ardiendo y más de mil muertos por el calor en todo el país. Con docenas de récords de temperatura pulverizándose de un día para otro. Disfrutémoslo.

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El verano de 2022 también es ese en que nuestro país ha detenido a 14 científicos por una llamada a la acción frente al Congreso de los Diputados. Y ese en que la muerte de varios trabajadores por golpes de calor en Madrid ha abierto el debate sobre condiciones ambientales laborales (cosa que como murciano celebro barra lo flipo, en fin). También es ese en que @CelebJets , una cuenta de Twitter que rastrea los vuelos privados de los famosos y millonarios (y su impacto ecológico), ha provocado una ola de indignación contra personajes como Kylie Jenner, Drake, Steven Spielberg o Floyd Mayweather por tomar cientos de vuelos de 15 o 30 minutos. «Criminales climáticos», se les ha llegado a llamar.

Además, en el verano de 2022 se cumplen 50 años de la publicación de 'Los límites del crecimiento', uno de los estudios más importantes del siglo XX, liderado por la biofísica Donella Meadows. También uno de los mayores 'te lo dije' de la historia de la humanidad: sus modelos climáticos siguen siendo asombrosamente válidos cinco décadas después y su predicción para nuestros días ha demostrado ser exacta. Por desgracia, también parece creíble lo que nos vaticina a continuación, esa tormenta perfecta de escasez de combustibles fósiles, degradación medioambiental, crisis energética, alimentaria y migratoria, conflictos sociales y guerras. En una entrevista de estos días, uno de los coautores del estudio, Dennis Meadows, ha explicado que en los próximos 20 años viviremos más cambios drásticos de los que se han producido en los últimos 100. La única incógnita que se mantiene abierta es la respuesta social que la emergencia climática está por provocar. ¿Cómo nos vamos a organizar?

¿Saldremos mejores? No, no hace falta que contesteis, era una pregunta retórica. Una sin respuesta, además. El verano de 2022 también es ese en el que una tendencia lo peta en Instagram: «El dinero lo volveré a ganar, pero nunca volveré a tener X años recorriendo X país exótico», junto a un vídeo corto de alguien pegándose un barrigazo por la Polinesia o el Caribe. Una de las respuestas posibles a la terrible encrucijada en que hemos metido a nuestro planeta puede ser el negacionismo: hacer como Kylie Jenner, creer que la cosa no va contigo, subirte a todos los aviones que puedas y hacerte selfis con el atardecer detrás. O el aceleracionismo, incluso: ya que la cosa va a petar, voy a darme el homenaje definitivo antes. También sube en Bolsa (es un decir) el colapsismo, tendencia que nos viene de EE UU, cómo no, y que está llevando a cada vez más gente a buscarse un búnker con parcela para pasar el Apocalipsis.

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La mayor ingenuidad es, me parece, creer que hay porciones individuales de Salvación que te puedes comprar por Amazon pasando la tarjeta de crédito. Apocalipsis Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. Y, sin embargo, la martingala funciona. Mientras crece la incertidumbre ante un futuro que se presenta recio, los de siempre siguen vendiendo su receta envenenada de siempre: menos impuestos, que cada perrico se lama su pijico, aquí ya en común no hay nada que hacer. ¿Cómo llamar a esas comunidades autónomas que se dedican a hundir –rebajas fiscales mediante– sus propios recursos públicos y luego le lloran a la nación para que les apague los incendios?

Por detrás de semejante panorama asoma un monstruito más: el ecofascismo. Un paradigma que encara por fin el colapso climático, pero lo hace (como en la no tan distópica República de Gilead de 'El cuento de la criada', de Margaret Atwood) con todas las herramientas equivocadas: totalitarismo, control reproductivo y de género, repliegue nacional, identitario y religioso, cierre de fronteras y belicismo.

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Si me habéis leído hasta aquí y estáis entre cortaros las venas o dejároslas largas, no os culpo. ¿Una esperanza? Va. Lo dicen Layla Martínez y Yayo Herrero: juntarse. Desde lo más básico, el colectivo por los árboles del barrio, la defensa de la acequia y la costa, el huertecico urbano, el proyecto de repoblación. Si nos vamos a salvar, será desde el común, desde el poder popular que hace que las cosas crezcan. Cuidaos mucho, gente bonica, que nos vamos a necesitar.

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