A ver, guardias civiles y policías, ¿a la cola todos?
Una palabra tuya ·
Sin tener la menor intención de que los hechos se desbocasen así, el 21 de octubre de 2021 el actor y productor Alec Baldwin no ... se podía imaginar, durante el rodaje de 'Rust en Nuevo México', que la pistola de atrezo que disparó, alcanzando el proyectil que esta contenía el pecho de la directora de Fotografía, Halyna Hutchins, no estaba descargada. Una acción fatídica, qué mortal casualidad. Te pones en el lugar de la artista y no hay palabras, te ponen en el lugar del intérprete y puedes sentir su desolación. Las armas las carga el diablo, quedó visto para sentencia que también las de atrezo.
Tampoco tenía intención de hacer lo que hizo, que ya le vale lo que hizo, el diputado del PP Alberto Casero, quien, contra todo pronóstico y contra todo estar su cabecita donde tenía que estar, convalidó en su nombre la reforma laboral del Gobierno de Sánchez con su voto telemático a favor del acuerdo, justo todo lo contrario que se esperaba de él, que para eso y nada más que para eso lo tenían sentado al hombre en la bancada popular; hay que reconocer que tampoco era mucho lo que se esperaba de él, darle al botón con cualquiera de sus diez dedos que hubiese tenido a bien; al frente de los mandos de un avión de pasajeros yo no lo veo.
Como es de suponer, Casero argumentó que se había tratado de un error, como si cupiese la posibilidad de, por ejemplo, haber experimentado en tal momento un éxtasis espiritual, o un ataque de hambre, que se entendería mejor.
Muchísimo más lacerante que la de Casero suena, como un puñetazo en el estómago, la disculpa del asesino del niño Álex, ese «lo siento, no era mi intención matarlo en ningún momento», que pronunció Francisco Javier Almeida durante el justo juicio que tuvo. Una disculpa que fue subiendo de tono, y de capacidad de indignar, con sus últimas palabras: «Pido perdón a todo aquel al que haya hecho daño y a la familia». No era su intención, dice, asesinar al niño, previo abuso sexual, quien tampoco se habría levantado ese día con la intención de que fuese el último de su vida; de niño uno no repara en esas cosas. Bebido, reconoció el criminal, bajó al parque, «pero no con ningún fin de caza». No tenía intención de hacerle daño, todo empezó con la intención de mostrarle al pequeño un agaporni que tenía en casa. Pero, sin intención previa, todo se le fue de las manos.
¿Y es que acaso el jugador Eden Hazard tuvo intención de ofender a la afición del Madrid, que total es la afición gracias a la cual Eden Hazard tiene para vivir mucho más que de sobra? Pues no, claro que no, dice él, no era «mi intención» y ha pedido perdón. Total, por unas imágenes en las que se veía al belga riéndose tan contento junto a sus antiguos compañeros del Chelsea, que había eliminado a su actual equipo en semifinales de la Champions. No tuvo intención, se disculpa, si bien no parecía muy afectado por la derrota de su club, cuya intención al ficharlo en su día seguro que fue que le proporcionara más éxitos; pero la intención no garantiza resultados.
Lo que tampoco sabemos es hasta qué punto llegaba la mala intención, si bien no parece que persiguiera que reinase la paz en el mundo para todos su pobladores sin excepción, de la exconsejera de Salud –para unos más que para otros– de la Generalitat, la ahora vicepresidenta del Parlament, Alba Vergés, de ERC, quien, ya iba siendo hora, será investigada por el retraso en el suministro de vacunas de la covid-19 a policías nacionales y guardias civiles, que por lo visto para ella no tienen los mismos derechos que los mossos d'esquadra. El caso es que lo provocó y que no parece que tomase tal decisión entre donación y donación de hasta la última gota de su sangre, regalada para servir a su prójimo.
Aforada
Y como Vergés tiene la condición de aforada, no se sabe si tendrá o no la intención de presentarse a declarar voluntariamente en el juzgado, dentro del plazo de 20 días que Fernando Luis Criado, que así se llama el magistrado, le ha otorgado; sí, este tan poco catalán tiene, no creo que sus padres se lo pusieran con la intención de molestar a los independentistas.
Estos días, agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, ya todos inmunizados contra la covid, andan teniendo que aguantar en sus propias carnes los disturbios provocados por los, llamémosles finamente cafres que, con la intención o no de convertir en desabridas unas manifestaciones contra la amnistía propuesta por Pedro Sánchez y su ya firme pacto de investidura con la gente del delincuente fugado Puigdemont, a las que todo el que quiera tiene el perfecto derecho a participar, y a disentir, alzar su voz, hacer fuerza.
Lo que ya no parece tan necesario es acordarse tanto de su madre cuando se le llama 'hijo de puta' a Sánchez, con esa falta de intención de molestar y esa exquisita educación que tienen los que vociferan insultos. Con cero intención de agraviar y menos aún de alimentar el odio, y tan solo guiados por el alma de Mahatma Gandhi y por el ejemplo amoroso de los agapornis.
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