Los académicos de la RAE andan en pie de guerra. ¿Qué será eso que les preocupa en la semana del Día de las Mujeres? ¿Algún ... avance con el lenguaje inclusivo? ¿Tal vez quieran remediar la invisibilidad de las mujeres en su seno, con solo seis de cuarenta? ¿O habrán decidido eliminar los doscientos sinónimos de 'puta' que persisten en su diccionario? Seguramente esta sea la palabra con más sinónimos del español.
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Nada de esto quita el sueño a los ilustres académicos.
Dice el refrán que el diablo está en los detalles. Y en este caso, no puede ser más cierto. Hace trece años, la RAE estableció que el adverbio 'solo' no sería coronado con su tilde, ni siquiera cuando fuera sinónimo de 'solamente'. Algunos académicos no estaban de acuerdo con la decisión, entre ellos, Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte y Mario Vargas Llosa (sí, Vargas Llosa, ese escritor de «Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón. De esa pichula que ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí». Si yo fuera Bizarrap, ya estaría preparando la sesión 54 con Vargas Llosa).
La semana pasada parecía que los académicos de la RAE habían llegado a un nuevo acuerdo. Hasta hicieron un comunicado estableciendo que se puede utilizar la tilde a criterio del escribiente y solo si percibe que existe riesgo de ambigüedad y siempre y cuando lo justifique. A lo que Pérez-Reverte replicaba: «¿Dónde hay que hacerlo, en una nota al pie de una novela?». Según él, esto no era lo que se había acordado en el pleno de la Docta Casa. «El pleno del próximo jueves será tormentoso», amenazaba Arturo Pérez-Reverte, que quiere que 'solo' recupere el brillo que le daba la tilde.
Desde el cisma que dividió el cristianismo entre Iglesia Católica y Ortodoxa, o el que se mantiene entre los que prefieren la tortilla de patata con cebolla y sin cebolla, o el de los que están a favor de Shakira y los fans de Piqué (que alguno habrá), no se ha vivido una división igual: solotildistas frente a antitildistas.
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Una voz bastante más sosegada es la de la académica Inés Fernández Ordoñez que dice: «Yo no uso la tilde, no la creo necesaria. Lo más lógico es suprimirla por coherencia con las normas ortográficas. Pero si hay gente que considera que en ocasiones es necesaria, adelante».
Quizás si hubiera más académicas en la RAE, se dedicarían a tratar otros temas más urgentes e importantes y no a ver quién tiene la tilde más larga.
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