Aquí andamos, apurando un agosto que no parece agosto, sino el mismo mes repetido una y otra vez, como si el tiempo se hubiera detenido ... en marzo. Otros años agosto se notaba en la Redacción, porque quedaba como encalmada, con menos redactores y menos ringringneo de teléfonos, pero este año no ha habido salto con los meses de antes, así que nos pilla con el cuerpo raro, mientras asistimos al esprint más deseado, el de la vacuna, y empezamos a temer un segundo confinamiento, que sería una catástrofe pero vendría bien a algunos. Los de la plaza de Colón está claro que estarían mejor embaulados en sus casas, al menos para ahorrarnos disparates en una época en que el calor nos apoltrona o nos encalabrina, según cada cual. Al indeseable de Caravaca tampoco le vendría mal. ¿Qué necesidad tenía de matar a los cinco gatos? ¿Tanto le costaba llevarlos a un centro de acogida? Lo dice Pérez-Reverte: en este país el maltrato animal sale casi gratis.
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