Afganistán: nuevos interrogantes
«A quienes no sabían leer en árabe o llevaban ropa occidental los bajaron del autobús. No sabemos qué habrá sido de ellos»
De nuevo los talibanes se han hecho con el poder en Afganistán. Un país que lleva casi 40 años viviendo en medio de conflictos bélicos, ... dejando casi un millón de muertos y más de 6 millones de refugiados. La terrible crisis que estos días está viviendo este país me ha llevado a recordar la conversación que sostuve hace cuatro años con refugiados afganos en el campamento de Katsikas en Grecia.
Una calurosa mañana de julio mi mujer yo nos encontramos a un hombre afgano de 70 años, llamado Fadlan, en la puerta de su jaima. Era alto, flaco, con una poblada barba blanca y mirada bondadosa pero triste. Nos recibió con mucha amabilidad. Hablaba árabe y un poco de inglés. Nos invitó a sentarnos en los taburetes que había en la puerta de la jaima. Después de un cordial saludo nos compartió el dolor de haber dejado el corazón en su tierra. Fue profesor de secundaria en Kandahar. Mostraba deseos de hablar y desahogarse contándonos su experiencia.
No hay persona en Afganistán sin que algún miembro de su familia haya sido asesinado. A un sobrino suyo los talibanes lo llevaron a la montaña y allí vio cómo mataban a la gente delante de él. «Mi hermano –nos dijo– es ingeniero, salió para Pakistán en un autobús. Los talibanes pararon el vehículo, se subieron y exigían a los hombres que leyesen parte del Corán en árabe para detectar infieles. Nuestro idioma es un dialecto del persa, pero solo algunos sabemos árabe. Mi hermano se salvó porque sabe árabe. A quienes no sabían leer en árabe o llevaban ropa occidental los bajaron del autobús y se los llevaron. No sabemos qué habrá sido de ellos».
Y continuó diciendo: «Nuestro pueblo ha sufrido mucho. Esta es nuestra historia: allá por el año 1978 estaba en el poder el Partido Democrático Popular, que hizo grandes reformas en el país. El presidente, Muhammad Taraki, eliminó la corrupción e inició una campaña de alfabetización. Por primera vez las mujeres asistieron a la escuela y a la universidad. Legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo, promulgó una ley de igualdad de derechos para las mujeres, dándoles libertad para llevar velo o no llevarlo. Hizo una reforma agraria, lo cual indignó a los terratenientes, que crearon una fuerte oposición contra él. Proclamó la libertad religiosa, instaurando un Estado laico. Esto creó más oposición entre los tradicionalistas, sobre todo entre los talibanes, que consideraron estas reformas como una amenaza para la tradición y una traición al islam. Y empezaron los atentados terroristas, hasta iniciarse una guerra de los talibanes contra el gobierno del Partido Democrático Popular. Entonces, el Gobierno pidió ayuda a la Unión Soviética y llegaron tropas rusas al país. En 1988 los talibanes asesinaron al presidente Taraki y en 1992 los talibanes, con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos, tomaron el poder. Por ese tiempo, el saudí Osama Bin Laden creó el movimiento Al Qaeda, que dominó al gobierno islamista de los talibanes. En el año 2001, después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, Estados Unidos invadió Afganistán apoyado por la OTAN. Y a partir de ahí se agudizó nuestra ruina. Todo fue destrucción y muerte. Casi 7 millones de compatriotas salieron huyendo del país. Después entró también el DAESH. En Afganistán ya no se puede vivir en paz. Y es por eso que estamos aquí como refugiados sin saber qué va a ser de nuestra vida. Europa nos cierra las puertas».
Estamos con vosotros, le dijimos. Os acompañamos en vuestro sufrimiento y en vuestras esperanzas. Una de sus hijas nos ofreció un té. Y, después de un fuerte apretón de manos, nos despedimos de él.
Pasaron cuatro años de aquella conversación. Estos días, Afganistán está de nuevo en las noticias internacionales. Los talibanes, tras la intervención de Estados Unidos en octubre de 2001, fueron derrotados. Sin embargo, los talibanes, en la clandestinidad, comenzaron una larga guerra de guerrillas con atentados terroristas. Hoy, dos décadas después, y luego de más de 2.400 militares estadounidenses muertos y alrededor de dos billones de dólares gastados, los talibanes parecen más fuertes que nunca. Y con ellos puede regresar el fundamentalismo islámico. El temor es que se imponga el rigor de la ley islámica y el poder arbitrario de las armas, y que las mujeres sean reducidas a objetos y propiedad de los hombres. Esta nueva realidad plantea un interrogante: ¿cuál será el futuro de Afganistán y de todo Oriente Medio?
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