Retrocedidos en el tiempo y atenidos al testimonio de la Biblia nos saldrá al paso la leyenda de las siete plagas de Egipto. Sometidos los ... israelitas por el faraón a la esclavitud, y viendo que sus súplicas por la libertad no eran bien recibidas, decidieron dirigirse a Yavhé en demanda de ayuda. Dios escuchó la plegaria y mandó un castigo ejemplar en forma de plagas para obligar al soberano a conceder la libertad a su pueblo elegido.
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El agua del Nilo se convirtió en sangre; las ranas invadieron el país; los piojos infectaron a hombres y animales; las moscas los azotaron; una peste maligna mató a todo el ganado; dolorosas úlceras castigaron a los egipcios y, la peor de las siete plagas: el Ángel de la Muerte mató a los primogénitos de cada familia, incluida la del propio faraón. No tengo claro si a Dios se le fue la mano pero tras la última plaga cayeron las cadenas, se abrieron las puertas y los israelitas pudieron escapar de su esclavitud.
Hogaño los españoles estamos sufriendo una serie de plagas que, de no acabar con ellas, amenazan con asolar lo que, con tanto trabajo, esfuerzo y generosidad, plantamos en el solar patrio. Y ahora que parecía que los frutos de la solidaridad, el progreso, la paz y concordia estaban en plena madurez aparece una serie de peligrosos y nocivos elementos que, cual pulgón, escarabajo de la patata, mosca de la fruta, pulgones, atacan y destruyen los frutos con la consiguiente ruina y desolación.
Enumerar las plagas que nos invaden por culpa de esta forma de gobernar excedería la dimensión de este artículo, dejo al lector que las recuerde si le pete, pero sí digo y sostengo que son bastantes más de las que sufrieron los egipcios por culpa de la tiranía de aquel otro faraón.
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Los agricultores usan remedios para acabar con las dañinas plagas: rotar cultivos, utilizar variedades resistentes, mantener un entorno limpio y ordenado, aprovechar depredadores naturales. Y a ninguno de ellos se le ocurre dirigirse a estos azotes al grito de «Abandonad nuestros cultivos». Doña Cuca Gamarra, preocupada por estas plagas políticas que nos asolan, ha elevado el tono para exclamar dirigiéndose al culpable del infortunio: «El matrimonio Sánchez-Gómez no debe permanecer un día más en la Moncloa». Cualquiera que no esté de acuerdo con tanta corrupción puede desearlo, pero el principal partido de la oposición además debe actuar para conseguirlo.
En un sistema democrático es tarea difícil desalojar al que detenta el poder, máxime si, por razones obvias, el mandamás actual sabe que abandonar la Moncloa es rumbo casi seguro hacia otro sitio mucho menos confortable. Además, los que permitieron que gobernara el perdedor de las elecciones lo seguirán apoyando porque nadie va a satisfacer sus caprichos como el autócrata Sánchez. Aun así, no podemos ni debemos darnos por vencidos. Desechada cualquier forma de revolución, conscientes de que la presión popular en la calle o las huelgas generales no están al alcance de los españoles que mayoritariamente son contrarios a esta forma despótica, autoritaria y corrupta de gobernar, nos queda la esperanza de que la justicia, desde su probada independencia, pudiera poner las cosas en su sitio y acabar con esta plaga. Pero la oposición tiene un arma que bien manejada puede ayudar a la extinción del mal: un plaguicida político que se llama moción de censura. Sí, ya sabemos que la última presentada fue muy mal diseñada con esa inclusión del candidato alternativo, pero, a pesar de ello se debe actuar. Esta vez es el PP el que tiene que pactar con Vox para que el candidato sea Feijóo, no hay otro, pero con una condición particular: la moción debe ser de auténtica censura al déspota Sánchez y por tanto el candidato popular no debe presentar más programa de gobierno que el compromiso de convocar elecciones, devolviendo al pueblo soberano la voz que ahora tiene secuestrada por estos depredadores.
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Puede ser que la moción sea derrotada pero se habrá dado una muestra de coherencia, valor y determinación. Sin límite de tiempo, el candidato podrá poner a cada uno en su sitio y eso va a tener una repercusión nacional e internacional de previsibles consecuencias. Dudo que me hagan caso pero ahí queda dicho. Contra las plagas dañinas, menos lamentos y más plaguicidas y en este caso, contra las plagas políticas, moción de censura, un plaguicida, en mi opinión, muy efectivo.
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