Al florentino Nicolás Bernardo de Maquiavelo, padre de la ciencia política, además de diplomático, filósofo y autor del famoso tratado 'El Príncipe', se debe la ... frase «piensa mal y acertarás». Llevado por este maquiavélico augurio me pregunto a qué se debe que alguien sobrado de inteligencia política, audacia, afán enfermizo de poder y falta total de escrúpulos, teniendo imputados a su mujer, su hermano, su fiscal general y su gran amigo y mano derecha, decida, tras liarse la manta a la cabeza, arremeter sin freno, cual caballo desbocado, contra los jueces, acusándoles, nada menos, que de prevaricar a pachas con esa maldita derechona con la que, según él, hay que acabar. Tal vez alguno de sus asesores, los bien pagados, le habrá aconsejado, con el debido respeto, que ese ataque no es oportuno, que podría perjudicar los procesos en los que están incursos familiares y amigos, pero a Acorralado don Sánchez le importa una higa.
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Yo, Yo, Yo, qué monótono es el hombre mono y qué cansinos sus ataques continuos. ¿Y por qué? Este es mi mal pensamiento: Acorralado don Sánchez, que sabe, mejor que nadie, hasta dónde llega la marea de la corrupción, teme que algunos de los investigados, los que, por ahora, siguen al dedillo las instrucciones recibidas del equipo asesor, pueden, en cualquier momento, fallar bien por descuido, miedo, hartazgo, celos o cualquier otra razón y entonces todo el tinglado se vendría abajo, los jueces podrían ver indicios suficientes para unirlo a él, al todopoderoso, al intocable, al grupo de los encausados. Si así fuera, tendrían que dirigirse al Congreso en súplica para poder citarlo como investigado y ¡equilicuá!, toda la actual campaña de ataque al poder judicial no tendría otra razón que evitar el plácet de sus señorías.
Golpe de Estado contra la democracia, jueces corruptos aliados con la derecha montaraz, quizás me quede corto al suponer las diatribas que desde las tribunas del Congreso se alzarían en defensa del 'No'. ¿Puede el lector imaginar la que se organizaría si el Congreso no concediera el suplicatorio? Ese choque constitucional sería demoledor para nuestra convivencia y, por ende, para el futuro de España. Pero malicio que tanto a Acorralado Sánchez como a sus socios les importa un comino. Este es mi mal pensamiento, pero como tengo mis dudas sobre lo que me dicta la sesera recurro a la fecunda imaginación de nuestro Premio Nobel Don José Echegaray, que tituló una de sus creaciones teatrales 'Piensa mal y ¿acertarás?', hago míos los signos de interrogación y quedo algo más tranquilo.
¿Son malos los que mal piensan? La jarretera de la bella condesa de Salisbury cayó a su tobillo cuando tan entretenida estaba bailando con S.M. Eduardo III, rey de Inglaterra y supuesto amante. Los nobles que los rodeaban dieron en esbozar ligeras sonrisas al pensar que la caída de la liga condesal pudiera ser debida a los manoseos del soberano quien, en un alarde de caballerosidad, se arrodilló, la tomó en su mano y proclamó: «'Honi soit qui mal y pense'». No conforme con afrentar a sus nobles cortesanos acusándoles de malos por malpensados, el monarca fundó la Orden de la Jarretera o de la Liga, la más importante del Imperio Británico, y decidió que el lema que campeara en su escudo fuera el de la frase que gallardamente pronunció en aquel sarao. Existe otra versión más formal sobre la fundación de la citada orden que dice que la liga es lo que debe unir a los hombres de bien que son buenos porque no piensan mal, pero yo prefiero la del manoseo mucho más interesante por pícara y galante.
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Feliz Navidad, queridos lectores, plena de fe, amor, buenos propósitos y anhelos de esperanza. No consintamos que nos intenten arrebatar lo que son nuestras raíces, celebramos el Nacimiento del Hijo de Dios que se abajó y se hizo hombre para darnos ejemplo de vida y enseñarnos que no hay nada mejor que el amor. Ese milagroso acontecimiento es el único motivo por el que año tras año recordamos la Natividad. Disfrutemos de la compañía de los nuestros en derredor de una mesa bien surtida sin necesidad de lujos impostados e innecesarios. Cantemos villancicos y levantemos nuestras copas brindando para que el maligno se dé por vencido, desechemos los malos pensamientos aunque creamos que la razón nos asiste y que brille para todos la más luminosa, amorosa y esperanzadora Nochebuena.
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