Mañanas de domingo
Las mañanas de domingo tienen un sabor diferente, más aún si sales al encuentro de un paisaje inesperado: Benilloba y Benisau, dos alquerías árabes localizadas al amparo de la sierra de Aitana, ahora que Defensa ha abandonado sus instalaciones y los ayuntamientos colindantes reclaman la devolución de tan simbólico territorio, atalaya desde la que se abarca una dilatada franja de mar, cielo y tierra. El camino nos lleva a la comarca de El Comtat ?reino del aceite?, cercada por las sierras de Serrella, Aitana, parque natural de la FontRoja, Benicadell y Montcabrer, abrupta geografía que hace de esta zona un lugar privilegiado para disfrutar y compartir paseos en quads, escalada, descenso de barrancos, senderismo, puenting, cicloturismo, equitación, observación de la naturaleza y el calor de las casas rurales.
JOSÉ MARÍA GALIANA
Viernes, 17 de junio 2016, 09:56
El número de benilloberos se cifra en 961 vecinos, y el pueblo, recostado en un altozano a 529 metros de altura, agradece el sol de mediodía, ya que algunas de sus calles son estrechas y escalonadas, tan ceñidas que no superan el metro de ancho. La iglesia data del siglo XVII y se mantiene en buen estado, no así la casona palacio del conde de Revillagigedo del siglo XVIII.
Alas doce, la campana de la iglesia llama a los feligreses. El botánico Cavanilles dejó constancia en 1797 de que en Benilloba y Benasau «habían mejorado las proporciones agrícolas, y las mujeres, niñas y algunos hombres ganaban 300 pesos cada semana en hilar y preparar lanas para las fábricas de Alcoy».
«Ya no viven de la confección de paños», lamenta un vecino en la plaza de la iglesia, donde sólo hay espacio para aparcar seis vehículos. Todo es pequeño en Benilloba, menos el río Frainos que se suma al río Penáguila y brincan presurosos entre barrancos, canto rodados, choperas y zarzas hasta llegar a Cocentaina.
Los domingos instalan en sus riberas un mercadillo artesanal con productos de la zona, incluidas terapias alternativas: craneosacral, masajes, osteopatía y flores de bach, una serie de esencias naturales utilizadas para tratar diversas situaciones emocionales, como miedos, soledad, desesperación, estrés, depresión y obsesiones.
En diciembre se varea el olivar, no en balde estamos en la comarca de El Comtat, tierras de secano donde abunda el olivo, la vid, el almendro y unas montañas que superan los mil metros de altitud, una cuenca con lugares de singular belleza, como el barranco de la Encantada y el pantano de Beniarrés.
Los encantos de Benilloba y Benisau son más modestos, pero laDiputación ha invertido 60.000 euros para acondicionar el acceso al ruinoso molino del Salto construido en el siglo XIX. Está a dos kilómetros del pueblo, junto a un salto de agua que, en 1902, proporcionó la fuerza hidráulica para producir electricidad, lo que permitió que el abastecimiento de luz llegara al pueblo y a la fábrica de harinas.
Benasau tiene 210 vecinos y es punto de partida de diversas experiencias, una de ellas la subida a sierra Serrella, la más serrana de todas las de Alicante, una ruta dura: 16 kilómetros, 4 horas y 25 minutos en movimiento, 1 hora y 25 minutos de descanso, y una altura máxima de 1279 metros.
Por el contrario, si prefiere la contemplación y disfrutar del tibio sol, puede alquilar una casa rural del siglo XVIII que pertenecía a los marqueses deVargas, situada en la plaza mayor de Gorga; pueblo tranquilo que, según Cavanilles, tenían una variedad de gallinas recomendable por su tamaño, el doble de las de Madrid: «Tienen el cuello y las piernas muy largas, poca pluma en muslos y cola, y dos cuernos en la cabeza en vez de la cresta que ordinariamente vemos en las demás gallinas. Ponen huevos propocionados al tamaño de su cuerpo, y los vecinos cuidan de perpetuar la especie, conocida en el reyno con el nombre de gallinas de Gorga».Yagregaba: «Ví algunas monstruosas en la casa de los señores de don Antonio y don Miguel Olcina».
Será cosa de preguntar, dado que un descendiente conserva el apellido Olcina. Abrigo de tribus ibéricas, moriscos perseguidos y bandidos habituales, Benilloba y Benasau no reniegan de su origen, a pesar de la expulsión y el nuevo espíritu religioso implantado con urgencia. La edificación de numerosos templos, ermitas y santuarios, vino acompañado de milagrosas apariciones a campesinos y pastores, acompañados de mensajes y destellos de luz, hasta el punto de que la propia iglesia se vio obligada en el siglo XVI a normalizar la situación.
Añosos y altivos cipreses se elevan por encima del verdín de los tejados de Benasau, evocación de Gabriel Miró y del vía crucis de catorce cuadros o pasos dados por Jesucristo en la subida al monte Calvario.
Ocupados a mediados del siglo XIII por el rey Jaime I, Benilloba y Benasau se despoblaron tras la sublevación de Al Azraq y la inevitable expulsión.
Sin embargo, no ha perdido su encanto la torre-palacio de los barones de Finestrat, declarado Bien de Interés Cultural, y la arquitectura de la iglesia de san Pedro.
Desde aquí no se ve el mar pero lo intuyes. A este lado queda la nieve de la Serrella, el humo dormido, los que varean la aceituna, las pequeñas huertas, el rumor de las acequias y ese belén de pequeñas alquerías que han conservado el prefijo Ben: Benilloba, Benifallim, Benimantell, Beniarda, Benifato, Benasau....
No menos importante es el arroz. El mejor es aquel que se hace los domingos al aire libre, después de ir por leña, avivar el fuego y dejar que el oro rojo del azafrán vaya dorando la paella.
Del Peloponeso a Tarifa a lo largo del mar Mediterráneo
A lo largo del siglo XIX, las inquietudes científicas de la sociedad propiciaron que geógrafos, cartógrafos y naturalistas europeos se dedicaran a recorrer gran parte de nuestra geografía. Tras ellos, a finales del XIX y principios del XX, se crearon las primeras sociedades culturales y deportivas cuyo objetivo era acercarse a las montañas con fines divulgativos y de ocio.
La diversidad paisajística y cultural de España permite la práctica del senderismo en toda su geografía, desde las grandes travesías por las cumbres de nuestros sistemas montañosos hasta lo recorrido junto al mar, son innumerables las posibilidades que brinda la naturaleza de nuestro país.
En la década de los setenta, emulando una iniciativa francesa, en España se comenzó a balizar grandes rutas de senderismo conocidas como GR (senderos de gran recorrido). Se les reconoce por una sencilla franja blanca sobre otra roja, ya que algunos de estos senderos con otros señalizados en países vecinos.
Junto a ellos suelen balizarse otros de menor distancia, conocido como PR (pequeño recorrido) y señalizados con líneas amarillas. Ahora, en Europa, hay más de medio millón de kilómetros balizados, de los que más de 12.000 corresponden a territorio español.
Los GR más conocidos son el GR 11 (Senda Pirenaica), GR 10 (Valencia?Lisboa), GR 12 (sendero del País Vasco) y GR 7, que entra por los Pirineos y termina en Tarifa, cruzando Alicante y Murcia.
Otros recursos para la práctica del senderismo son las cañadas reales, red de caminos seculares que recorren la península de norte a sur. Especial atención debemos prestar a la cartografía, imprescindible para diseñar nuestras propias rutas y reconocer el terreno. La escala más adecuada para los recorridos a pie es la de 1:50.000.