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Miguel Blanquer, uno de los miembros del equipo de La Arrixaca, junto a personal del hospital.
Una planta de oro  para la medicina

Una planta de oro para la medicina

La patata y la cebolla alivian las pequeñas quemaduras en la piel. El tomate actúa como antiinflamatorio con las picaduras de insectos. El aloe vera es uno de los mejores productos para aplicar sobre heridas y el limón para desinfectar cortes. Son remedios caseros pero con una base científica, puesto que contienen sustancias con propiedades analgésicas, cicatrizantes, astringentes, desinfectantes o antiinflamatorias.

MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Viernes, 17 de junio 2016, 10:03

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Universidad de Murcia, Imida y La Arrixaca unen fuerzas para desarrollar compuestos terapéuticos a partir de 'Bituminaria bituminosa' que abaraten los tratamientos de enfermedades de la piel y de algunos cánceres

Hay todo un botiquín escondido en el jardín o en el campo. Las plantas han sido utilizadas a lo largo de la historia como medicamentos o fuente para elaborarlos. La tendencia en los últimos años, sobre todo en los principales mercados a nivel mundial, es la vuelta a lo natural, es decir, al consumo de productos obtenidos a partir de fuentes naturales, lo que abre la puerta a nuevos estudios sobre el empleo de extractos de plantas, hasta ahora desconocidos o minusvalorados, como compuestos base para tratamientos farmacológicos.

La Universidad de Murcia (UMU), el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (Imida) y el Hospital Virgen de la Arrixaca participan, junto a la Universidad de Alicante (UA) y el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), en un proyecto nacional para la aplicación medicinal de 'Bituminaria bituminosa'. Este equipo multidisciplinar, formado por químicos, biólogos, ingenieros agrónomos y médicos, trabaja en el estudio de las furanocumarinas, unos compuestos presentes en esta planta que tienen un gran valor farmacéutico y que son cada vez más demandados en el mercado.

'Bituminaria bituminosa', también conocida en algunas partes de España como 'tedera' o 'trébol pestoso', es una leguminosa perenne, con múltiples usos potenciales: forrajero, medicinal, medioambiental y ornamental. Puede alcanzar un metro de altura y es reconocible por el olor a betún de sus hojas. Su amplia distribución en la cuenca del Mediterráneo y en Canarias, así como su gran diversidad genética han despertado el interés de diversos grupos de investigación de España, Italia, Grecia, Israel y Australia.

El objetivo principal del proyecto, que finaliza este año y cuenta con la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, es desarrollar un cultivo de 'Bituminaria bituminosa' que sintetice altas concentraciones de furanocumarinas a un bajo coste de producción.

Estos compuestos fenólicos son fotoactivos, es decir, se activan por luz, y reaccionan con el ADN de las células. Tienen muchas aplicaciones terapéuticas y se utilizan actualmente en los tratamientos de PUVA (terapias con radiación ultravioleta) para enfermedades como la psoriasis, el vitíligo o la micosis fungoide. También se emplean en las enfermedades autoinmunes, como colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn o para evitar el rechazo en los trasplantes de órganos, y se está investigando su aplicación en determinados casos de cáncer, como el de piel.

Los investigadores han desarrollado un cultivo de 'Bituminaria bituminosa' que ha sido mejorado genéticamente para que se adapte a las condiciones de la Región: mayor tolerancia a la sequía, al frío, a la salinidad y a los metales pesados.

El grupo de Biotecnología Vegetal y Fitoquímica de la UMU, formado por José Antonio del Río, que es el coordinador del proyecto, Ana María Ortuño y Licinio Díaz, se encargó de caracterizar cuáles eran las furanocumarinas presentes en 'Bituminaria bituminosa', que hasta ahora se desconocía que existían en esta planta. El equipo, con la colaboración de Enrique Correal y Mercedes Dabauza, investigadores del Imida, seleccionó los individuos más productivos y estableció los protocolos para su propagación vegetativa con vistas a obtener clones idénticos que garanticen una homogeneidad en la producción de estos compuestos.

Del Río destaca que cuentan ya con dos clones que sintetizan las furanocumarinas de mayor interés, psoraleno y angelicina, «con lo que su extracción resulta más fácil y menos costosa». El proyecto dispone de dos parcelas en las instalaciones del Imida, con unas 200 plantas, en las que se estudia el momento óptimo de recolección para conseguir un mayor rendimiento en el proceso de extracción.

Los compuestos obtenidos en las plantas son utilizados por el equipo del Hospital Virgen de la Arrixaca, encabezado por José María Moraleda, con la colaboración de Miguel Blanquer y David García, del departamento de Hematología, para llevar a cabo estudios clínicos. Los resultados demuestran que los compuestos naturales de 'Bituminaria bituminosa' se comportan igual o mejor que las furanocumarinas de síntesis química que se vienen utilizando en medicina.

La participación del ICIA en el proyecto se debe a que es el centro especializado en el estudio y selección de 'Bituminaria bituminosa' y está llevando a cabo la búsqueda de nuevos individuos con vistas a disponer de más clones. También colabora Segundo Ríos, un biólogo especialista en Botánica de la Universidad de Alicante.

La sustitución de las furanocumarinas de síntesis química por las de origen vegetal podría abaratar los tratamientos médicos para enfermedades de la piel, autoinmunes y algunos casos de cáncer. Los investigadores del proyecto ya se encuentran en contacto con varias empresas, una de ellas de Estados Unidos, que han mostrado interés en el desarrollo del proceso. El objetivo final es sacar al mercado un fármaco alternativo con un coste muy inferior al que actualmente se está utilizando.

Enrique Correal, responsable del equipo de Cultivos Alternativos del Imida, destaca que muchas de las investigaciones de los próximos años en este campo se centrarán en estudiar los metabolitos secundarios de las plantas, como es el caso de las furanocumarinas, que hasta ahora no se habían aprovechado plenamente.

Los vegetales contienen metabolitos primarios, como carbohidratos, aminoácidos, ácidos grasos o clorofilas, pero también producen metabolitos secundarios, es decir, sustancias que no participan directamente en su crecimiento o desarrollo, sino que simplemente le aportan una serie de ventajas para responder a los estímulos del entorno. Correal señala que estos compuestos tienen un gran valor añadido y se debe de buscar el modo de 'domesticar' las plantas para producirlos con fiabilidad y garantías, así como a unos precios que permita trasladarlos a la industria farmacéutica o química.

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