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Muestreo de anguilas en larambla de las Moreras, Mazarrón. ANSE

Con pies de plomo para salvar la anguila

Conservacionistas y pescadores se alían para tratar de recuperar una especie en peligro crítico en todo el mundo, que acaba de regresar al río Segura y tiene en el Mar Menor uno de sus hábitats clave en Europa

GINÉS S.FORTE

Martes, 17 de marzo 2020, 21:49

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La suerte de plaga bíblica que azota el Mar Menor, donde los peces han llegado a aflorar muertos a miles por los embates que sufren sus aguas, como ocurrió el pasado 12 de octubre, queda estos días ensombrecida por la irrupción de un virus que nos ha confinado a todos. Pero sigue ahí, y permanecerá ahí condicionando nuestro medio ambiente, que es el medio en el que continuaremos viviendo cuando estos días extraños pasen. En ese momento regresará la preocupación por la huella que nuestros excesos de años van a dejar en la naturaleza. Una especie concreta que hasta ahora ha encontrado refugio en el Mar Menor, la anguila europea ('Anguilla anguilla'), en plena moratoria estos días que impide su pesca en la zona, condensa esa inquietud. Este pez, de hasta más de un metro de longitud y por encima de los seis kilos de peso, está en peligro crítico de extinción en todo el planeta, por lo que no invita a muchas esperanzas para nuestra maltrecha laguna salada, donde se pesca tradicionalmente.

La Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) se ha propuesto conocer el estado real de una especie que también se adentra en el río Segura, las acequias y los azarbes murcianos, a través de un proyecto que comenzó a finales de 2018. En aquel momento se equipó a una veintena de ejemplares con sistemas de telemetría, lo que permite un seguimiento a distancia de su evolución, y marcó a otro centenar. Un año después, el pasado diciembre, soltaron otras 25 anguilas con telemetría, y en total se espera marcar a 1.200 animales más. La iniciativa se ha propuesto buscar soluciones junto a los pescadores de la especie, para procurarle así un futuro más sólido, aunque mucho más complejo por la necesidad de conjugar su valor medioambiental con el rendimiento económico que representa.

Toma de medidas de una anguila en la lonja. | Suelta de anguilas en el Mar Menor. ANSE | Javier Ferrer
Imagen secundaria 1 - Toma de medidas de una anguila en la lonja. | Suelta de anguilas en el Mar Menor.
Imagen secundaria 2 - Toma de medidas de una anguila en la lonja. | Suelta de anguilas en el Mar Menor.

El Mar Menor constituye, en relación a su superficie, una de las mayores pesquerías de la especie en el mundo, principalmente para su venta en el exterior. Aquí se capturaron en 2018 en torno a 18.000 kilos de estos peces (al menos 36.000 ejemplares), un número que contrasta con los más de 32.000 kilos de diez años antes, o los más de 100.000 anuales de mediados de los años 1960. Hace décadas, cuando era uno de los peces más abundantes de la Península Ibérica, se le denominaba «la proteína de los pobres». Ahora, «con los datos que tenemos no podemos aventurarnos a dar una cifra de su población», explica la ambientóloga de ANSE Carmen Martínez Saura, que junto al director de esta organización conservacionista, Pedro García, lleva el peso de la coordinación del proyecto. «La cantidad de anguilas que se extraen [por la pesca] no tiene por qué estar relacionada completamente con el número de individuos, ya que también influyen el esfuerzo y la capturabilidad: que las trampas estén en los lugares donde se encuentran los animales, o que sean menos detectadas, por ejemplo», añade. Saber cuántas hay también es muy difícil por «los cambios en el estado del Mar Menor».

ANSE y WWF se han propuesto, «a pesar de la clara sobrepesca», trabajar con el sector para asegurar los resultados

En este punto, la especialista aclara que no es tanto la degradación de nuestra albufera como la situación general de la especie lo que marca su declive. «La supervivencia en la Región de Murcia depende de su gestión y conservación a nivel mundial». Entre 2019 y el presente 2020, «se realiza un paro consensuado por la Cofradía y la Dirección de Pesca desde finales de enero, no permitiéndose la pesca durante el mes de marzo».

En todo caso, «la población del Mar Menor actúa como un potente reservorio que es importante mantener y gestionar», explica la científica. Además, «la presencia de ramblas y otros cauces con aguas semipermatentes actúan igualmente como reservorios, por lo que es imprescindible asegurar que la gestión de estos espacios tiene en cuenta la presencia de la anguila y otras especies amenazadas, como el fartet» ('Aphanius Iberus'). En este contexto, la reaparición de la anguila europea en el río Segura, «que llegó a considerarse extinta durante más de 20 años», prueba para Martínez «que mejorar la conectividad y naturalidad de los ríos puede ser una medida efectiva a la hora de recuperar espacios para que la especie madure».

La anguila europea solo se reproduce una vez cada 20 años, más o menos, y además en un área concreta del mundo: el mar de los Sargazos (frente a las costas de Estados Unidos y el Caribe), el único mar del planeta que no está limitado por costas, sino que se encuentra en el interior de un océano, el Atlántico. Con menos de un año de edad, estos peces llegan a las costas europeas gracias al empuje de la corriente del Golfo. Aquí continúan su ciclo en hábitats como el Mar Menor, pero cada vez lo hacen alarmantemente menos. Antes de que la situación de nuestra albufera se tornase crítica, la 'Anguilla anguilla' ya estaba dejando de visitarnos con la profusión con la que lo hacía en el pasado. Desde el año 2000, en concreto, la llegada de ejemplares jóvenes al viejo continente cayó hasta suponer apenas entre el 1% y el 5% del número de las que lo hacían antes de 1980. Así lo estima la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), de la que forman parte más de 200 estados y agencias gubernamentales y por encima de 1.100 ONG, y que califica a la anguila europea en peligro crítico de extinción.

El Mar Menor constituye una de las mayores pesquerías de la especie en el mundo«Falta conocimiento sobre la mortalidad que causan las actividades antrópicas en las anguilas»

«Las principales presiones sobre la especie se derivan de las barreras durante su migración, la sobrepesca, y efectos derivados del cambio climático, la contaminación y algunas especies de parásitos exóticas», detalla la experta de ANSE. Las presas en los ríos, las alteraciones en el régimen de los cauces y la sobreexplotación de sus poblaciones se sitúan entre esas barreras que impiden la migración de un animal que desarrolla la mayor parte de su vida adulta en agua dulce, donde alcanza la fase de anguila plateada que marca su vuelta al mar de los Sargazos para reproducirse antes de morir. ANSE considera que hay «una evidente falta de conocimiento sobre la especie, su población y la mortalidad que representan las actividades antrópicas», con lo que se «dificulta la implementación de medidas de gestión».

Ante este panorama, la protección de la anguila pasa por «asegurar que los lugares donde se alimenta y engorda tienen las condiciones que necesita (agua de calidad, conectividad con el mar) y que no se extraen más individuos de los que pueda permitir la población». Martínez apela a la conveniencia de «llegar a planes de recuperación consensuados con los pescadores a través de la cogestión pesquera». «Desde nuestro punto de vista –explica–, «a pesar del estado crítico de la especie, es posible revertir la situación a través de medidas de gestión». La ambientóloga basa sus esperanzas en lo que ya ha ocurrido con otros peces, «cuyos caladeros se han recuperado: el atún rojo es un ejemplo de especie cuyas poblaciones han aumentado». Ahí es donde resulta clave la buena coordinación con los pescadores, que la científica define como «la cuestión más delicada».

ANSE, junto a la organización internacional de protección de la naturaleza WWF, se ha propuesto, «a pesar de que existe una clara sobrepesca», trabajar junto con el sector para asegurar los resultados. «A través de decisiones conjuntas se avanza más lentamente, pero las decisiones tomadas suelen ser más efectivas», apunta Martínez Saura. Los avances que se lograron en años anteriores incidieron «de manera muy positiva en la gestión de la anguila y otras especies», pero «la delicada situación del Mar Menor y de la cofradía en los últimos años, y especialmente desde la mortalidad de los peces de octubre de 2019, hace que el ambiente esté un tanto más tenso, lo cual es comprensible, ya que la pesca ha caído drásticamente», aclara, y «la mayoría de pescadores se han visto obligados a faenar en el Mediterráneo.

En esta situación, intentamos tener mucho cuidado para que no se sientan especialmente presionados o perseguidos en público, para poder avanzar en terreno privado».

El director de ANSE, Pedro García, recuerda en un vídeo publicado el pasado marzo sobre la pesca en el Mar Menor, y producido por la Fundación Integra, que es «una actividad que puede y debe ser sostenible en el futuro». Lo importante, afirma, es evitar capturas demasiado abundantes o de especies de tallas muy reducidas. En este contexto, y «gracias a la colaboración del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF España) venimos trabajando con los pescadores artesanales del Mar Menor en la toma de datos con el objetivo de establecer las bases para la elaboración de un plan de gestión pesquera que garantice la conservación de los recursos directos de la pesca y de las especies asociadas a ella». De este modo, los pescadores artesanales se asegurarán recursos para el futuro, mientras el medio ambiente logra conservar una especie que «cumple un importante papel en el ecosistema», en el que desarrolla «una función de regulación», apuntan los expertos de ANSE sobre este alargado pez que también es alimento de aves acuáticas y cetáceos, como los calderones ('Globicephala').

ANSE, que cuenta para este proyecto con la colaboración de la Consejería de Pesca y Medio Ambiente y, entre otras, entidades de investigación de Portugal y Londres, apunta que «las lagunas litorales mediterráneas [como el Mar Menor] y los cauces de pequeña entidad están cobrando una especial importancia para el reclutamiento de la especie debido a las barreras para la migración y otras presiones y modificaciones que se dan en los grandes y medianos ríos europeos». Si eso supone una mejora o no de la especie en esta área es lo que conoceremos más adelante, cuando este trabajo que cuenta con la colaboración de los pescadores de la Cofradía de San Pedro del Pinatar aporte sus resultados.

En ese momento será posible conocer si la advertencia del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM) hace unos años sobre el «intenso declive que sufre desde finales de los años 70», y su recomendación de reducir «la explotación y demás actividades humanas que inciden en la pesca o en las poblaciones se reduzcan lo máximo posible» (como recuerda el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), es viable para lograr revertir la situación. En la misma línea, la Unión Europea aprobó en septiembre de 2007 un reglamento que «establece la obligatoriedad de elaborar planes de gestión por parte de los Estados miembros donde existan hábitats naturales de anguila». La Región de Murcia publicó en 2010 el suyo.

En él, además de reconocer que los resultados obtenidos para el propio plan «son una primera aproximación a la dinámica de poblaciones de la anguila en el Mar Menor», y de que sería necesario un seguimiento biológico-pesquero de su población de al menos tres años más, se evidenció la imposibilidad de capturar «ejemplares de la especie en las aguas interiores de la Región». Algo que, como se ha visto por su vuelta al río Segura y a las aguas de la huerta, detectada por ANSE en 2013, se ha logrado restituir. Ahora toca seguir tomando medidas y comprobar si la situación mejora definitivamente.

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