Francisco Belmonte: «Esta pandemia es una respuesta de los ecosistemas a nuestra intromisión»
«Es momento de tomarnos en serio que nuestras acciones tienen consecuencias sobre nosotros mismos», avisa el profesor de Geografía Física
G. S. FORTE
MURCIA
Martes, 31 de marzo 2020, 21:59
El profesor de Geografía Física de la Universidad de Murcia Francisco Belmonte (Murcia, 1959) advierte de que «la mayoría de la población no sabe ... muy bien qué hacemos los geógrafos». En sus estudios acerca de «todas aquellas cuestiones que tienen que ver con la interrelación entre el hombre y el medio», estos profesionales también estudian la influencia humana en el cambio climático y las consecuencias de ese cambio sobre las actividades humanas.
–¿Va a variar el cambio climático la geografía de nuestra costa? Mucho se ha hablado de que La Manga puede quedar invadida por el agua en el futuro, por ejemplo.
–Ya lo está haciendo. En 2016 se leyó una tesis doctoral, realizada por Daniel Ibarra y dirigida por mí, en la que se analizó la evolución de las playas de la Región de Murcia desde 1956 hasta 2013. En ella se demostró que prácticamente todas las playas de la Región se encuentran en una situación de grave desequilibrio erosivo, producto de los cambios de usos del suelo en las cuencas vertientes, que han reducido el transporte de sedimentos, el alimento de las playas, a la costa. Esta situación, acompañada de los efectos de algunas obras litorales (puertos y paseos marítimos), ha llevado al retroceso (pérdidas de playa) de hasta 100 m en algunas de ellas. El litoral se ha quedado de este modo en una precaria situación para afrontar la prevista subida del nivel del mar, que a niveles aún pequeños ya se está observando. El incremento de temporales intensificará los procesos de erosión de unas playas debilitadas. El ejemplo más reciente lo hemos sufrido en las playas de La Manga tras el paso de la borrasca 'Gloria', de una intensidad hasta ahora poco frecuente, y que hizo que el Mediterráneo atravesara la restinga y llegara al Mar Menor por algunos puntos y provocó, por ejemplo, una enorme erosión en las dunas de la playa de La Llana. Es previsible que estos efectos se intensifiquen a medio plazo y cambien por completo la fisonomía de nuestras playas, que necesitarán permanentes aportes artificiales de arena si queremos seguir tomando el sol tumbados en ellas.
«Algunas de nuestras playas ya han retrocedido 100 metros por nuestra influencia»
–Usted está implicado como geógrafo en algún proyecto relacionado con este tema.
–Estoy implicado junto a un grupo de investigadores del Departamento de Geografía y otros departamentos universitarios, del que soy investigador principal, en el proyecto Life Salinas, coordinado por la empresa Salinera Española y en el que también participa ANSE y otros socios, como el Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, la Dirección General del Medio Natural y la consultora medioambiental portuguesa Mãe d'água. Los geógrafos nos encargamos en este proyecto del estudio de los procesos relacionados con la erosión costera y la degradación del cordón dunar, entre otros aspectos. A lo largo de mi trayectoria como geógrafo he participado en más de 30 proyectos de investigación sobre las consecuencias, tanto para el medio como para las actividades humanas, de procesos tan variados como la erosíón de suelos, la interceptación de la lluvia por las cubiertas vegetales, los aterrazamientos en repoblaciones forestales, los diques de contención de sedimentos en cuencas hidrológicas, el abandono de campos de cultivo, el sellado de suelos, la erosión hídrica y eólica en pantanos mineros y la erosión litoral, entre otros muchos.
–¿Cree que la geografía de la Región de Murcia confiera una impronta especial a sus habitantes?
–Si con geografía aludimos al medio, al territorio y al clima, claro que sí. Todos los seres vivos evolucionan para adaptarse a un medio en constante cambio, y eso no solo determina el aspecto externo de los individuos, sino también el comportamiento. Esta es una región de clima mediterráneo árido, con altas temperaturas veraniegas y escasas precipitaciones, pero que con frecuencia caen en forma torrencial, lo que no solo no ayuda a mejorar el déficit hídrico, sino que suelen ser extremadamente perniciosas. A ello hay que sumar que periódicamente se producen situaciones de sequía. La escasez de precipitaciones determina un tipo de vegetación natural igualmente escasa que no alcanza a proteger los pobres y poco profundos suelos con la eficacia necesaria. En fin, es un clima de extremos que ha condicionado desde hace milenios la producción agrícola y ha hecho que desde siempre el desarrollo de esta región haya tenido una excesiva dependencia de las condiciones climáticas. Creencias y manifestaciones culturales, como las romerías, las rogativas o, en las últimas décadas, las 'avionetas fantasma' tienen mucho que ver con estas condiciones del medio.
«Superamos con mucho la capacidad de los ecosistemas para asimilar nuestro impacto»
–¿Le preocupa el estado de nuestro medio ambiente?
–Claro que me preocupa. En las últimas décadas se están acelerando y agravando los impactos que nuestra actividad provoca en el medio. Está aumentando de forma alarmante la contaminación atmosférica, y no solo por los gases de efecto invernadero, estamos acelerando la contaminación de ríos, mares y océanos, y en Murcia tenemos un ejemplo dramático en el Mar Menor. Generamos residuos en cantidades difíciles de gestionar. En definitiva, estamos superando con mucho la capacidad de los ecosistemas para asimilar nuestros impactos. La pandemia que nos está azotando en este momento es un ejemplo del tipo de respuesta de los ecosistemas a nuestra intromisión. Así que sí, creo que es momento para que empecemos a tomarnos en serio que nuestras acciones tienen consecuencias sobre nosotros mismos.
–¿Mejoraremos nuestra relación con la naturaleza tras desastres como el del Mar Menor o la crisis sanitaria?
–Me gustaría que fuera así, pero no lo creo. El problema de nuestra relación con el medio ambiente no es una suma de problemas puntuales localizados en el espacio y en el tiempo, sino que el problema es el propio sistema socioeconómico actual, basado en el crecimiento y el consumo permanentes. Es una economía devoradora de recursos, que se consumen durante un corto espacio de tiempo y se desechan para seguir consumiendo. Esto ocasiona una ingente cantidad de residuos que generan contaminación. Además, esta economía de crecimiento infinito la estamos desarrollando sobre un medio finito, para lo que se inyecta en el sistema recursos futuros, es decir, se sobreexplota. La única forma de que nuestra relación con el medio mejore es cambiando el modelo. La pregunta es si queremos hacerlo.
–Cuando podamos salir de casa, ¿a qué paisaje natural de la Región le gustaría ir?
–Afortunadamente en esta Región todavía hay muchos paisajes naturales relativamente bien conservados, aunque cada vez con más basuras por la poca conciencia ambiental que existe. Quizá me decida por el macizo de Revolcadores, uno de los pocos lugares de la Región que todavía no he visitado.
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