Andrés García: «Es un error eliminar las malas hierbas de nuestros jardines autóctonos»

–Los jardines antiguos solían llenarse de plantas exóticas. ¿Era acertado?

–Históricamente, en nuestras expediciones a otros lugares del mundo, siempre había la curiosidad por descubrir e introducir en España diferentes especies que se adaptaran bien aquí. Primero para la alimentación y luego como ornamento. De ese modo, se introdujeron muchísimas especies exóticas, cuya utilización perdura en nuestros jardines. También se debe a motivos culturales, como pensar que eran especies mejores que las propias. Desarrollar óptimamente esas especies exóticas aquí, que es muy difícil, exige muchos recursos, sobre todo hídricos. Yo diría que era un modelo de jardín erróneo, pero que surgió de unas necesidades, ya sean alimentarias, medicinales u ornamentales, en un momento con poca concienciación ecológica.

–¿Un jardín autóctono es menos atractivo?

–El atractivo de un jardín depende de muchos factores, no solo de sus especies. Depende mucho del gusto de cada persona. La gran misión de un paisajista es lograr que el jardín sea atractivo a las vista, pero que también sea un lugar en el que evadirse del estrés generalizado. Los jardines que introducen un trozo de nuestros entornos naturales protegidos en las ciudades son tan atractivos como cualquier otro creado con plantas exóticas, y además cumplen importantes funciones. Nuestra Región posee una de las mayores variedades de especies botánicas de Europa, y esto en la mayoría de los casos se desconoce. Tantas especies permiten crear espacios maravillosos. Además, estimulan el recuerdo de patios de abuelas o reuniones familiares, por ejemplo, en torno a esas plantas que nos han acompañado durante nuestra vida. Cuando algún visitante se sorprende de que una determinada especie sea autóctona pienso que estamos haciendo un bien formativo y estamos poniendo en valor nuestra flora.

–¿Qué ventajas tiene emplear plantas autóctonas para estos espacios?

–Principalmente el respeto por el medio ambiente. Su genética está desarrollada para vivir en nuestro entorno y forman una simbiosis perfecta junto a una gran variedad de seres vivos. Producen un bajo impacto residual al entorno y necesitan mucho menos recursos hídricos y una baja o mínima utilización de pesticidas. Muchas han sido utilizadas por nuestros ancestros para curar enfermedades desde tiempos inmemoriales. Estos jardines también cumplen una función didáctica, para aprender las especies de nuestra zona y también para animar a descubrir nuestros espacios naturales.

–¿Hay más conciencia sobre este tipo de jardines ahora?

–Sí, creo que estamos en una buena línea ascendente. Creo que tanto empresas como ayuntamientos están cada vez más concienciados. Gracias al trabajo docente en las escuelas y centros formativos en general, percibo también un mayor interés por nuestra flora, lo que resulta muy positivo para la creación de jardines en el futuro.

–¿Qué nos queda por hacer en este sentido?

–No podemos relajarnos, seguimos enfrentándonos a grandes retos, como la reducción del Glifosato, que es la materia activa de la que están compuestos la gran mayoría de herbicidas. Bajo mi opinión, las malas hierbas no existen, simplemente es vegetación espontánea autóctona de nuestra zona. Es un error luchar contra ellas en vez de ponerlas de nuestro lado e integrarlas de manera controlada en nuestros jardines. Hay que decir que muchas de las plantas autóctonas que hoy se cultivan en jardines y que se denominan ornamentales, hace años tenían calificación de malas hierbas. Otra asignatura pendiente, en la que ya se trabaja, es sustituir y no crear praderas de césped, y las que se creen que sean de especies autóctonas, como la llamada 'Cynodon dactylon'.

–¿Estamos en general más concienciados sobre el cuidado del medio ambiente?

–Creo que en general sí, pero no está todo hecho. Con el cambio climático, y las temperaturas cada vez más extremas de nuestra zona, no hay que bajar la guardia en el respeto por nuestro entorno. Una gran asignatura pendiente es que las personas entiendan que nuestros espacios verdes no son vertederos.

–¿Cuál es su jardín preferido de la Región?

–Indudablemente el Parque Torres, en Cartagena.

–¿Y qué rincón natural de la Región es su preferido?

–El Parque Regional de Calblanque. Es simplemente increíble.