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Cabaña bioclimática de la experiencia '24 horas de relax huertano' de Huerta Bizarra.
La huerta escondida

La huerta escondida

El laberinto de carriles, senderos y sendas que es la huerta de Murcia, el pulmón verde de la capital de la Región, esconde un interior rico en innumerables tesoros naturales, culturales, etnográficos, sensoriales y hasta económicos que pasan inadvertidos a la fugaz mirada que los 'urbanitas' le dedicamos a nuestro paso.

PEPA GARCÍA

Viernes, 17 de junio 2016, 09:51

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Huerta Bizarra cartografía, con ayuda de expertos y ciudadanos, los valores naturales, culturales, etnográficos y económicos de un pedazo del pulmón verde de Murcia

Huerta Bizarra, un colectivo de diseñadores interesados en descubrir o crear el instrumental necesario para operar en la huerta de Murcia con el objetivo de lograr su desarrollo ambiental, económico y urbano sostenible, al tiempo que garantizar su conservación, ha celebrado durante un mes una serie de charlas y mesas redondas en las que han ido exponiendo diversos proyectos, propuestas y ensayos con este mismo objetivo en el horizonte.

Un ciclo, 'Para la reconstrucción de la huerta murciana', que ha acogido el Museo de los Molinos del Río y que concluyó con una singular y original experiencia, en la que la colaboración de familias enteras amantes de la huerta se convirtió en indispensable: «el trueno gordo del mes, 'Isla de información'», explica el arquitecto Antonio Abellán, uno de los integrantes y fundadores de Huerta Bizarra, junto a José Tomás Marín, Javier Esquiva, Sergi Hernández, Josema Paredes y Jorge Bermejo.

«La huerta murciana tradicional es un paisaje productivo en creciente abandono por la baja competitividad de su producción y deteriorado por el impacto de la presión urbanística, y necesita urgentemente del florecimiento de alternativas de uso y negocio capaces de incentivar la actividad agrícola, lúdica y turística de este espacio con servicios favorables a la conservación y mejora de su patrimonio material e inmaterial, así como la intensificación de su potencial natural y de vertebración del entorno metropolitano», consideran desde este colectivo, empeñado en recuperar para la ciudadanía un espacio histórico para el ocio y que debe recobrar su función de despensa de los habitantes de todo el municipio, y convertirse en una fuente de recursos local a base de fusionar nuevas tecnologías y tradiciones, y con intervenciones mínimas y apenas perceptibles que den origen a una nube de microeconomías.

Con la participación de expertos y ciudadanos, una treintena de voluntarios se lanzaron a explorar la intrincada red de caminos y carriles, muchos de ellos de origen medieval, con la intención de «ensayar si éramos capaces de organizarnos como ciudadanos para construir un mapa de la huerta, con sus valores, conflictos, oportunidades e historias y mostrar el territorio como nos interesa, haciendo visibles sus potenciales», explican los organizadores de esta actividad.

«Aprendimos mucho de las distintas maneras que hay de mirar la huerta y vivimos muchas situaciones mágicas», reconoce entusiasmado Antonio Abellán. Y, Alex Rodier, geólogo y gerente de Entre Tierras, apunta que lo que más le ha sorprendido es «lo que ha dado de sí un rincón de nada», comenta mientras se ve en pantalla grande el mapa de la zona de la huerta comprendida entre La Alboleja, el Rincón de Beniscornia y la acequia Aljufía, en torno al Rincón de Illanes, sembrada de iconos.

Divididos en tres grupos, los 'exploradores' huertanos escanearon el territorio y descubrieron los tesoros botánicos que alberga como «la malva, una planta silvestre que preparada en baños acelera la recuperación de lesiones de articulaciones, así como la bronquitis y la cistitis», explica María Rubio, voluntaria farmacéutica que conoce «muchas especies con increíbles propiedades medicinales y que normalmente se arrancan y fumigan»; la manzanilla, con cualidades alimenticias, cosméticas o de aromaterapia; el galio, planta con capacidad depurativa y que previene el cáncer de lengua; los cardos, planta fetiche de la permacultura, capaz de regenerar el suelo y productora de humus; la corrihuela, con flores comestibles de un increíble dulzor; el lizón, otra planta silvestre que se come en ensaladas y con limón; o las acelgas silvestres. Y, al mismo tiempo, valoraron el grado de productividad o abandono de los huertos.

«Esperaba encontrar muchos más cultivos hortícolas, pero es minoritario; en la mayoría de los casos eran cítricos», observa como uno de los problemas para la rentabilidad de la huerta Juan Antonio Tudela, investigador del Cebas-CSIC participante en 'Isla de información'.

También persiguieron el patrimonio material e inmaterial oculto entre la red de acequias y brazales que cosen la huerta. Y descubrieron, de la mano de José Antonio Moreno, expresidente de Huermur, y Laura Mora, arquitecta especialista en Patrimonio Histórico, muchas de las importantes infraestructuras hidráulicas que generaron vida alrededor como el Molino de Funes y las casas cúbicas del siglo XIX que lo rodean, el de Roda, el de Gasques, el puente de Guadalupe, donde se riega «por el sistema de la rafa, elevando el nivel del agua para que llegue a los huertos. Se hacía los primeros domingos de mes y también se está perdiendo», apunta con un deje de tristeza José Antonio Moreno y añade que «de la Torre del Reloj, de la familia Alegría, solo queda el solar, el brocal del pozo y el puente que sobre la acequia daba acceso a la torre, donde nace la acequia de La Arboleja».

Junto a una de las arquitecturas tradicionales que de siempre han poblado los huertanos, crece una morera centenaria que encierra un secreto. Lo descubre una niña 'exploradora', que se acerca curiosa a su tronco hueco, la casa de los ratones 'coloraos'.

Dibuja el encuentro con estos duendes de la huerta murciana Juan Navarro, ilustrador literario, «son personajes mágicos que habitan la huerta murciana, invisibles a ojos de los adultos, pero visibles a los de los niños, amantes de la música», cuenta sobre este extendido mito popular que dio lugar a la frase 'eres más listo que los ratones coloraos', pero que hoy la mayoría de los murcianos desconocen.

Esta muestra del patrimonio inmaterial que la huerta alberga es solo una de muchas, como el uso de las caracolas, con las que los vecinos alertaban de la llegada de riadas o de su situación desesperada cuando estaban cercados por las aguas; o la importancia de las redes familiares que se han tejido de siempre en la huerta; o los juegos de los bolos, una práctica que enfrentaba a huertanos de la margen izquierda y de la margen derecha y que vecinos de la zona explican con dedicación a los inesperados aprendices.

Un pregonero de difuntos recorre con su coche los carriles de la zona y los urbanitas descubren en él al heredero de los antiguos pregoneros en este territorio de población dispersa. La megafonía del coche lanza una esquela a viva voz, no olvida el apodo con el que en la huerta se distingue a sagas enteras ni los lazos familiares que lo unen a huertanos más populares.

Aunque entre las costumbres, una de las que está en proceso de perderse y que resulta vital para la conservación de la huerta es la monda (limpieza de sus canales para evitar que las malas hierbas y las basuras impidan que fluya el agua). Antes, cada huertano se encargaba de limpiar el trozo de acequia de su heredamiento en proporción a la cantidad de tierra que poseía, por lo general, a finales de marzo (cuando se cortaba el agua de las acequias mayores), explica Moreno.

Actualmente y según va perdiendo importancia el carácter agrario de la huerta, van desapareciendo sus ancestrales costumbres y muchos de los cauces de estas arterias de vida del vergel murciano se encuentran en un grave estado de abandono. Un enorme perjuicio al que hay que sumarle los innumerables entubamientos que en las últimas décadas se han realizado en las acequias, lo que está haciendo desaparecer un valioso patrimonio cultural y paisajístico, pero también medioambiental, ya que la circulación de agua a cielo abierto propicia la presencia de numerosas especies de aves (como los jilgueros que vieron y escucharon los exploradores en su ruta cartográfica), de anfibios y de invertebrados que constituyen la base de la biodiversidad de este singular territorio que Huerta Bizarra se ha empeñado en situar 'en vías de recuperación'.

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