Los homínidos sabían hacer fuego mucho antes de que surgiera el ‘homo sapiens’

Entre todos los avances hechos por el hombre a lo largo de su historia, ninguno ha superado en importancia al dominio del fuego. Sin fuego, nuestros antepasados estaban a merced de las inclemencias del tiempo, de la oscuridad, de los depredadores. Gracias a él, sin embargo, las cosas pudieron empezar a ser diferentes.

JOSÉ MANUEL NIEVES

Viernes, 17 de junio 2016, 09:55

En algún momento, bien frotando madera o haciendo saltar chispas a base de golpear dos piedras, el hombre aprendió por sí mismo a hacer fuego en el momento en que quisiera.

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Un equipo de investigadores de la Universidad de Jerusalén ha descubierto que, hace 790.000 años, mucho antes de que apareciera nuestra propia especie, el homo ergaster, el homo erectus y el homo antecessor ya debían ser capaces de fabricar fuego (el hombre de cromagnon, nuestro antepasado directo data de hace solo 40.000 años).

Para llegar a estas conclusiones Nira Alperson Alfil ha analizado con detalle miles de restos arqueológicos, hallados a orillas de un lago prehistórico cerca del río Jordán.

El yacimiento, cuya datación arroja 790.000 años de antigüedad, está formado por doce estratos que que guardan restos de los grupos humanos que ocuparon la zona durante ese periodo. Los restos incluyen más de medio millón de pequeños fragmentos de pedernal, descartes de la fabricación de hachas y cuchillos de piedra.

Pero un 2% de ellos están literalmente abrasados por el fuego. Y el equipo de arqueólogos se ha molestado en determinar con exactitud la procedencia de cada una de estas pequeñas esquirlas.

El resultado es que estos restos carbonizados se agrupan de forma muy apretada alrededor de ciertas áreas, en concreto aquellas en las que se hacía el fuego del campamento. Nuestros ancestros, pues, afilaban y ponían a punto sus herramientas al calor de las hogueras, y una parte de las esquirlas terminaba entre las llamas. Se da la circunstancia de que esa clase de restos carbonizados existen en cada uno de los doce estratos excavados. Lo cual significa, a su vez, que las doce sociedades tenían acceso directo al fuego. Según Alperson-Afil, es improbable que una docena de grupos humanos distintos y repartidos en un periodo de docenas de miles de años tuvieran la fortuna de encontrar allí, todos ellos, una fuente natural de fuego. Resulta más lógico pensar que eran capaces de hacerlo por sí mismos.

«Todo apunta a que la habilidad para crear fuego formaba parte de su cultura -afirma la investigadora- junto a la capacidad de fabricar sus instrumentos de piedra». De otra forma, opina la arqueóloga, no se habrían encontrado todos estos restos acumulados de una forma tan repetitiva.

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La capacidad para hacer fuego a voluntad debió ser esencial a la hora de llevar a cabo las migraciones humanas desde África hacia Europa, un continente más frío.

Con todo, la técnica exacta que utilizaban estos humanos primitivos para conseguirlo sigue siendo un misterio.

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