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La Orfebrería, en la calle Puxmarina de Murcia, crea joyas a petición del cliente. José Palazón
Trabajos mano a mano

Trabajos mano a mano

Las empresas murcianas se decantan por la producción artesana para desarrollar piezas originales, exclusivas y personalizadas

BENITO MAESTRE.

Murcia

Jueves, 17 de octubre 2019, 01:20

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La artesanía está presente en el día a día: en la alianza colocada en el dedo anular de la mano izquierda, en el bolso que custodia todas las pertenencias, en el tatuaje grabado en la piel, en las figuras del Belén que impregnan los hogares de espíritu navideño... Estos productos, en muchos casos, todavía se elaboran siguiendo los métodos tradicionales, a mano, sin prisas, y en la Región de Murcia, gracias a las ganas y el coraje de emprendedores que defienden con su talento los oficios de siempre, incorporando un estilo más actualizado.

Actúan como amuletos, recordatorios e incluso signos de poder. Las joyas han formado parte de las distintas civilizaciones, adaptándose a cada cultura; y en la actualidad continúan despertando el interés entre la población, tanto en momentos especiales como a diario. Los anillos, pendientes, colgantes, relojes... se caracterizan por aportar funcionalidad (por ejemplo, saber la hora), elegancia y simbolismo (estar prometidos, casados), una suma de factores que convierten a estos objetos ornamentales en complementos imprescindibles de mujeres y hombres.

Estas piezas no son universales, ya que cada persona elige las que más encajan con su personalidad. Para ello, La Orfebrería, una joyería especializada en el diseño y fabricación artesanal, practica una visión romántica y pura del oficio siguiendo el procedimiento de los orfebres de principios del siglo XX, cuyo resultado es la originalidad, la exclusividad y la personalización.

Los complementos y la joyería, entre los sectores que más valoran la artesanía

Los clientes acuden al taller en busca de joyas que guarden y representen emociones, detalles, fechas, acontecimientos... Con ese fin, el equipo técnico les aconseja y acompaña en todo momento para materializar cualquier prototipo de la manera más real posible. En estos casos, la experiencia, la destreza y el trato cercano de estos maestros artesanos permiten unificar lo creativo con lo simbólico. En este sentido, las opciones son múltiples: grabar una frase escrita a mano en el interior de una alianza, calcar la bicicleta de un novio en sus gemelos de boda y conservar restos de cenizas o cabellos de seres queridos en una piedra preciosa, entre otros.

El negocio, ubicado en la calle Puxmarina de Murcia, surgió a finales de 2014 de la mano de José Palazón y José Antonio Gil, miembros de familias joyeras, con el objetivo de potenciar la artesanía dentro de esta industria. Hasta la fecha, esa premisa se cumple a tenor de su amplia y heterogénea cartera de clientes, quienes valoran el valor diferencial que logran en cada proyecto. Por la dedicación y delicadeza de los trabajos, el tiempo medio que tardan en crear las piezas a demanda del público ronda los 20 días, por lo que se recomienda no dejar para el último momento realizar estos pedidos si se pretende sorprender en las próximas fiestas de Navidad -la temporada alta- o en otro momento del año.

El establecimiento también dispone de colecciones en 'stock' diseñadas en exclusividad por ellos, además de realizar tasaciones y peritaciones, arreglos, grabados y limpieza de joyas.

Los tatuajes dan fe del talento y trabajo hecho a mano de los profesionales

Se armó el belén en Noruega

Los belenes son parte del ADN de la cultura de la Región. En la pedanía murciana de Puente Tocinos, considerada cuna del belén, la empresa que dirigen los tres hijos del popular artesano Jesús Griñán aguanta el tipo a base de seguir las buenas prácticas heredadas de su padre. Belenes Murcia, que data de 1983, respeta este oficio manual, superviviente y estacional.

El taller mantiene las mismas técnicas de fabricación que antaño, que constan de varios pasos: diseño, vaciado, toque de horno a 1.000 grados, secado, vestidura y policromía. «Es puramente artesanal», subraya Manuel Griñán, segunda generación del negocio familiar junto a José y María Jesús. «Cada vez se valora más el trabajo hecho a mano en España, ya que tenemos más conciencia e información acerca de la calidad de los productos que proceden de otros países», explica.

Pese a que los episodios bíblicos son inamovibles, esta industria actualiza su actividad apostando por la representación de profesiones e instalaciones de tipología local y regional. Por ejemplo, el alfarero es una pieza muy demandada en Lorca, al igual que el agricultor que pisa las uvas no falta en Bullas ni el Altiplano.

Aunque la manga corta todavía no molesta, el sector ya trabaja sin descanso para que los más costumbristas encuentren cualquier figura durante las próximas navidades. La producción arrancó en junio, y se prevé que la temporada alta de ventas comience tras la festividad de Todos los Santos. El mercado nacional absorbe el 95% de la producción, siendo la Región de Murcia, Madrid, Sevilla, País Vasco y Valencia algunos de los principales compradoras.

Fuera de España, la imaginería de los hermanos Griñán ha conquistado Noruega. La ciudad de Drammen, con más de 65.000 habitantes, instala cada Navidad en la entrada a la Iglesia Luterana el nacimiento y otros pasajes de Belenes Murcia, con más de 300 piezas y 50 metros cuadrados de superficie. Por cuarto año consecutivo, la empresa de Puente Tocinos viajará el próximo 27 de noviembre al país nórdico para montar de nuevo el Belén, hasta el 3 de diciembre. En esta ocasión, como novedad, ha creado la escena de la Adoración de los Reyes Magos, que verá la luz el 5 de enero; en 2018 estrenó la Puerta de Egipto.

Autenticidad, como norma

Saray Avilés ha pasado de «no coser un botón en mi vida» a diseñar, fabricar de manera artesanal y comercializar sus propios bolsos bajo la marca eiko. En el verano de 2016, esta educadora social, que recientemente se había quedado en paro, aprovechaba las vacaciones con sus dos hijas haciendo manualidades, y surgió un bolso de ganchillo. Luego probó con otros materiales, al tiempo que sus familiares y amigas le realizaban los primeros pedidos, lo que permitió ganarse algo de dinero para, en un principio, costearse la matrícula de un máster que no llegó a inscribirse. «Cuando empecé a recibir los encargos, me plantee este 'hobby' como algo más profesional», reconoce la emprendedora.

«Me enganché y mi creatividad se abrió con nuevas ideas; la gente me animaba. Decidí darme un plazo de tres meses para investigar nuevas técnicas y materiales», recuerda Avilés, quien a final de ese año, coincidiendo con la Navidad, vendió casi toda la colección a través de internet.

Los bolsos de eiko -nombre japonés que significa 'mujer floreciente o de larga vida'- están hechos a mano, principalmente con madera y celulosa textil. No hay dos modelos iguales, salvo colecciones puntuales de diez ejemplares. «Tenemos producciones pequeñas y queremos seguir funcionando así, dedicando a cada diseño el tiempo que se merece; es nuestra manera de trabajar», resume la creativa, incluyendo en la respuesta a su marido, la otra mitad del proyecto.

Estos complementos, solo de venta 'online', tienen una correcta acogida entre el público, que destaca la originalidad, el diseño y el juego de materiales. «Aunque es difícil competir en precio con otras marcas, la gente sí valora el trabajo a mano y me transmite que su coste es justo con respeto a la relación calidad-complejidad», confiesa, para a continuación presumir de que «cuando ves un eiko, sabes que es mío».

El arte de la precisión

Los hay para todos los gustos, porque las opciones son infinitas, y con significados distintos. Los tatuajes, bien hechos, son obras de arte en la piel y representan una parte de quien las luce. Lo más común es el nombre de un familiar, una fecha, una frase, un retrato y todo tipo de símbolos (corazones, infinitos...). Estos diseños, sí o sí, se dibujan en el cuerpo de manera manual y por tatuadores expertos.

En Murcia, uno de ellos es el madrileño Álvaro Martín, con más de 20 años de experiencia en esta industria y que forma parte del estudio de Todo O Nada, en la calle Virgen de la Esperanza (paralela a la Avenida de la Libertad), donde también ofrece servicio de piercing. Consciente de la responsabilidad que conlleva su trabajo, logra unos resultados que superan las expectativas del público, que, tal y como recalca, debe tener la mayoría de edad. De hecho, se estima que el 30% de la población española entre 18 y 35 años lleva algún tatuaje.

Martín domina los diferentes estilos de tatuajes, aunque está especializado en el tradicional y el japonés. Esta profesión, que cuenta con una legión de fanáticos y otra de detractores por igual, requiere de formación, técnica, talento artístico, perfección e higiene. Los clientes también deben poner de su parte, no solo en la elección de los diseños, que con mayor frecuencia los traen ya de casa y suelen ser muy visuales, sino en soportar la duración de las sesiones y el nivel de dolor, puesto que en las zonas donde hay menos 'chicha' se siente más la aguja.

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