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Sombrerería Belmar nació en 1886 y se ubica en la calle González Adalid, en Murcia. Cedida
La empresa murciana sobrepasa el centenario

La empresa murciana sobrepasa el centenario

La Región cuenta con varios negocios familiares que nacieron siglos atrás y aún sobreviven gracias al compromiso de las nuevas generaciones

BENITO MAESTRE

Jueves, 5 de julio 2018, 00:54

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Dicen que solo el 7% de las empresas familiares logran superar la tercera generación. Si sobrepasar ese techo de cristal es un mérito, las compañías con más de cien años de actividad merecen una mención especial. En Murcia hay un número considerable de entidades que surgieron antes de 1918. Una de ellas es 'La Verdad', periódico líder de la Región en difusión y audiencia, que desde 1903 toma a diario el pulso de lo que ocurre en los 45 municipios, España y el extranjero. Hay más.

La Academia General del Aire (AGA) ha cumplido este año su 75 aniversario, y para homenajear semejante fecha se han celebrado distintos actos, entre ellos la inauguración de un monumento conmemorativo que representa a un cadete, un piloto y un militar de apoyo que sostienen el emblema de la AGA. La escultura lleva el sello de Amando Fundición de Arte, un taller especializado en fundición artística desde 1810 que maneja distintas técnicas, desde el bronce hasta la cera perdida. «Ha sido una meta llegar hasta aquí», afirma el propietario, Amando López.

Además, la firma trabaja con conocidos escultores murcianos de la talla de Fernando Sáenz de Elorrieta y Mariano González Beltrán para dar forma a sus creaciones. En este sentido, Amando Fundición de Arte ha creado el proyecto Zona201, una sala del arte escultórico hispano en bronce de la Región en la que se permite tocar las obras y los autores realizan actividades paralelas, en el polígono industrial Oeste de Alcantarilla. La iniciativa incluso ha cruzado las fronteras y participado recientemente en la feria Ciftis, en China, para ampliar la afluencia de los artistas locales a nivel global mediante promoción y convenios de colaboración.

La clave del éxito

  • Amando López. Amando Fundición de Arte «Es una meta continuar la empresa que abrió mi bisabuelo en 1810»

  • Natalia Planas. Funeraria de Jesús «Tenemos que ser serios, rodearnos de profesionales y dar buena imgen»

  • Alfonso Albacete. Bodega Nicolás «Seguimos la misma línea de trabajo de siempre»

  • Mari Paz Sánchez. Productos Mari Paz «Si hemos llegado hasta aquí es por la calidad, servicio e ilusión»

  • Vicente Espín. Perfumería y droguería Espín «Hay que estar al servicio del público y no al revés»

El pastel de carne posee la condición de embajador por excelencia de la gastronomía murciana, con el debido permiso de la marinera, paparajote y demás especialidades. Cada bocado evoca tradición, respeto y excelencia. Son los mismos valores que marcan la filosofía de Pastelería Bonache, en la Plaza de las Flores, donde se respeta esta receta autóctona desde 1828, cuando nació el político Antonio Cánovas del Castillo y murió el pintor Francisco de Goya. «Todos los ingredientes son de la Región y seguimos los mismos pasos», insisten los hermanos Celia y Carlos Balanza, quienes representan la séptima generación de una familia de maestros artesanos.

Su surtido se completa con más productos salados y dulces. De ellos, los golosos pueden elegir entre una selección que incluye el famoso 'murciatone' (todo el año), turrones, bombones (los hay de limón, naranja y merengue)... Incluso apuesta por un trampantojo de patata asada y otro de marinera para seducir a los paladares más atrevidos. Del mismo modo, ha introducido una cerveza artesanal, la Bonache, con una fórmula magistral desarrollada en exclusividad para esta casa, con la finalidad de maridar su oferta de salados. «Nuestra cerveza ha tenido una acogida bestial», señala Celia Balanza, y añade: «A partir de agosto tendremos una segunda variedad».

Cuando el ciclo de la vida acaba, comienza el negocio funerario, el cual tiene la clientela asegurada. Tarde o temprano, sus servicios son fundamentales para dar el último adiós a los seres queridos. Funeraria de Jesús surgió en 1870 por Juan Jesús Albarracín, en régimen de carpintería y funeraria, y tras pasar por manos de su hijo, nieto y bisnieta, ahora está al frente su tataranieta Natalia Planas, desde hace diez años.«Me gusta este trabajo y elegí continuarlo por una decisión personal», confiesa.

Desde su fundación, año que abdicó la reina Isabel II y falleció el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, la compañía ha evolucionado al ritmo de la sociedad. De las carrozas tiradas por caballos para transportar los ataúdes a una flota de vehículos modernos, así como la construcción de un tanatorio totalmente equipado en 1998 para prestar un servicio más integral. En la actualidad, se ha reforzado con la más completa oferta de productos innovadores, como joyas con las cenizas del difunto o ropa de señora y caballero para amortajar. Igualmente, cuenta con un departamento de asesoramiento orientado a los familiares para sobrellevar los dolorosos momentos de duelo.

Con todo, Funeraria de Jesús mantiene una política basada en «mucho trabajo, un esfuerzo constante, estar al día con las novedades, ser serios, dar una buena imagen al exterior, rodearse de profesionales... es un conjunto de buenas cosas», sintetiza Planas.

El sombrero tiene varias funciones: proteger del calor y el frío, complemento de moda, recurso de los famosos para pasar desapercibidos, símbolo de estatus social... A pesar de que ha caído en desuso, los murcianos aún tienen la suerte de contar con la laboriosa producción artesanal que rodea a esta prenda. En Sombrerería Belmar, una firma que aún mantiene el espíritu original de 1886, año que salió a la venta la Coca Cola y nació el rey Alfonso XIII. «A la gente le llama la atención que todo siga tal cual; es algo histórico. Me siento privilegiada», presume la dueña, Conchi Esteban, tras una etapa de diez años como empleada.

La tienda-taller cuenta con una amplia gama de diseños para caballero y señora, en la calle González Adalid. Ofrece todo tipo de sombreros (borsalino, panamá, canotier, bombín...), tocados, mantillas, tejas, abanicos y guantes, entre otros, con una atención personalizada.

Camino del centenario va Productos Mari Paz, una empresa especializada en la producción y comercialización de pimentón, especias e infusiones que el próximo año cumplirá su 80 aniversario. En este tiempo, el dinamismo ha sido la nota dominante, y para muestra la estrategia en los años 60 de introducir la marca en el mercado nacional y en los 90 de dar el salto al exterior. La innovación también ha formado parte de su ADN, al pasar de un surtido de poco más de una decena de referencias en sus orígenes a superar los 200 productos a día de hoy, así como el desarrollo de distintos formatos y envases para el consumo doméstico, hostelero e industrial.

Al frente de Productos Mari Paz está la tercera generación. «Si hemos llegado hasta aquí es por la calidad de nuestros productos y el servicio que siempre hemos ofrecido a nuestros clientes, junto a la ilusión que tenemos por seguir adelante», indican desde la dirección de la firma.

Los paladares costumbristas sacian en la Bodega Nicolás su instinto gastronómico. La mítica taberna de Cartagena conserva la esencia tradicional no solo en la decoración, sino también en una carta compuesta por más de 50 especialidades de la cocina popular, como los michirones, el bacalao encebollado, la sangre frita y las tortillas. «A la gente le encantan y tengo clientes que vienen exclusivamente por nuestras tapas», confiesa Alfonso Albacete, copropietario junto a Manolo Meroño del negocio, fundado en 1939.

Bodega Nicolás es un clásico y una apuesta segura en la ciudad portuaria, a tenor del número de comensales en su interior y doble terraza, pues al local se accede por la calle del Carmen y la plaza de Alcolea -conocida por todos como de Los Carros-. «La ubicación cuenta mucho; no es lo mismo estar en el centro que en la periferia», añade. De ahí que, aparte de ser parada obligada para quienes están de paso, es un punto de encuentro para los cartageneros de ayer y hoy.

La empresa la fundaron José Nicolás, Saturnino San Leandro y Ginés García el año que acabó la Guerra Civil y se proclamó el franquismo, nació el exjugador del Real Madrid Amancio Amaro y el trío Gaby, Fofó y Miliki (los payasos de la tele) inició su carrera. Más tarde, en 1963, Pedro Albacete y Casto Meroño se asociaron y asumieron las riendas; ahora la dirigen sus respectivos hijos. Al principio, estaba orientada a la venta de vinos y licores a granel, pero con el paso del tiempo se ha convertido en santo y seña del buen comer.

«Seguimos la misma línea de trabajo de siempre, con constancia, el mejor servicio posible y unos productos de alto nivel», describe Albacete la receta del éxito. Porque 79 años bien merecen un homenaje a mesa puesta.

El fin de la Guerra Civil supuso la vuelta del padre de Vicente Espín a Cartagena, su tierra, donde tuvo que enfrentarse a la realidad de sacar adelante, con la ayuda de su madre (la abuela Pura), a una familia numerosa sin progenitor-murió durante el conflicto bélico-. La solución fue abrir una perfumería y droguería. Para montarla, la mujer vendió una propiedad y con ese dinero compraron parte de un bajo comercial, cuyo edificio estaba destrozado por los bombardeos, en el entorno de la Plaza Juan XXIII.

Perfumería y droguería Espín nació en septiembre de 1940 con una amplia gama de productos para la higiene personal, limpieza del hogary mucho más. A finales de los 70, Vicente se incorporó al negocio y en 2004 lo trasladó a un local cercano en la calle Canales, donde brinda la cercanía y calidez de los tenderos de toda la vida. «Este oficio es casi artesano, con un trato personal a la hora de atender, informar y aconsejar al cliente», subraya Espín.

La tienda mantiene su solera, prueba de ello es que sigue disponiendo de productos como el azufre y el sulfato de hierro, entre otros. «Soy el decano del comercio de Cartagena», presume. También tiene un horario flexible -abre a las 8.45 horas-, el servicio de entrega a domicilio sin gastos adicionales (consultar condiciones) e incluso venta bajo pedido. Asimismo, no resulta extraño que su buena prensa traspase territorios: «Un día vino un cliente recomendado de A Coruña; estas cosas me llenan de orgullo», reconoce.

Con la experiencia que da el paso del tiempo, el empresario ha sabido ganarse a una clientela fiel, con una regla que es de cajón: «Tener mucho cariño al negocio y estar al servicio del público, y no al revés, con una sonrisa». Sin embargo, Perfumería Espín padece la falta de relevo generacional, ya que no tiene hijos ni familiares interesados en continuar un proyecto que arrancó el año que el Ejército franquista ocupó Tánger, se publicó la obra póstuma 'Poeta en Nueva York' de Federico García Lorca y la película 'Lo que el viento se llevó' arrasó en los premios Oscars.

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