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B. MAESTRE.
Jueves, 14 de junio 2018, 01:32
Declarar la guerra a la báscula es un propósito en balde. Si el objetivo es perder peso o ganar masa muscular y que el resultado tenga continuidad, la fórmula es sencilla: seguir una dieta personalizada (nada de las peligrosas 'milagro'), hacer ejercicio de manera regular y adquirir hábitos saludables, de esta forma no solo mejora el aspecto físico, sino también el emocional. Pero esta efectividad igual que viene, se va. Si no se respetan las reglas, aparece el fantasma del efecto rebote.
Es decir, «la recuperación de los kilos perdidos como consecuencia de una dieta muy estricta en un corto periodo de tiempo. Una vez finalizado el proceso de adelgazamiento, el 75% de los pacientes vuelven a su rutina y en el plazo de diez meses recuperan la totalidad del peso perdido e incluso un 5% adicional», explica Gema Hidalgo, nutricionista colegiada MU00158 y creadora del Método Cuhidaté.
Gema Hidalgo
Nutricionista Nº colegida MU00158
Consulta: Plaza Camachos, 12 1ºB, Murcia.
Teléfono: 626 72 60 30.
Web: www.cuhidate.com.
Se da el caso de personas que abandonan sus planes nutricionales cuando, en apenas unas semanas, sienten que han alcanzado los resultados. Curiosamente, se les olvida que el efecto yoyó no es un mito. «Uno de cada cuatro pacientes termina por sucumbir a la tentación de comer los alimentos eliminados durante el periodo de dieta de la forma habitual, recuperando sus costumbres y con la tranquilidad de que el objetivo ya se ha conseguido, de ahí que al cabo de un corto periodo de tiempo recupere el peso perdido», indica la experta. Porque prevenir es mejor que curar, «los planes nutricionales deben atender a las necesidades de cada paciente de forma individual, siempre evitando eliminar determinados nutrientes o grupos de alimentos, ya que producen peligrosos déficits nutricionales».
¿Por qué surge el efecto rebote? Cuando la mayor parte del peso perdido es agua, masa muscular o el régimen no es suficiente para modificar los hábitos alimenticios. «Normalmente, estos tres factores están estrechamente relacionados con una duración excesivamente corta del plan nutricional, ya que se necesita un periodo mínimo de dos meses para instaurar hábitos saludables y comenzar a ver los resultados», recomienda Hidalgo.
Igualmente, tiene un componente genético que entra en juego cuando «ante una situación de estrés, la necesidad de eliminar tensiones nos induce a comer más y alimentos de un alto índice glucémico y grasas, buscando el placer inmediato. También existe un factor hormonal que nos hace elevar nuestro peso, por ejemplo, en épocas de mucha tensión nuestro organismo libera cortisonas, que nos hace almacenar grasa en la zona abdominal», cuenta la especialista.
Incluso la edad juega en contra: el envejecimiento provoca la pérdida de músculo, de ahí que se necesite ingerir menos calorías, lo que no significa reducir la ingesta de nutrientes. «Los pacientes que acuden a mi consulta me comentan que comen más variado y más veces al día cuando han comenzado a instaurar unos hábitos alimenticios saludables, lo que reduce la ansiedad. De esta forma, no llegan a la comida o cena desmayados, como decimos en Murcia, y se comen un jabalí», bromea la 'alma mater' del Método Cuhidaté.
Aunque el efecto yoyó es una realidad para el común de los mortales, se puede aplacar si «incorporamos hábitos saludables; consumimos de forma ocasional dulces, alcohol y harinas refinadas; aprendemos a compensar los homenajes gastronómicos con comidas más ligeras y actividad física; no nos saltamos el desayuno; bebemos suficiente agua (1,5-2 litros al día); hacemos más de tres comidas al día ingiriendo alimentos cada tres o cuatro horas; dormimos un mínimo de siete horas; llevamos una vida activa con yoga, pilates y caminatas de 30-45 minutos al día; tomamos infusiones Cuhidaté, o volvemos a la tradición de los guisos de legumbres con verduras tan típicos de nuestra Región como el arroz con habichuelas, la olla gitana y el guiso de trigo, entre otros», propone la nutricionista, para a continuación recalcar que «el objetivo no es estar delgado, sino estar sano y que eso se refleje en la figura y el carácter».
Pese a todo, la pérdida de peso debe ser progresiva, poco a poco, siendo fundamentales la paciencia y la constancia. Y una vez logrado el objetivo, es necesario mantener las pautas de mantenimiento que harán que este perdure en el tiempo. Sea como fuere, la dieta debe ser prescrita y elaborada por un nutricionista profesional. Es el caso de Gema Hidalgo que, a través del Método Cuhidaté, ayuda a adquirir hábitos saludables de alimentación con la particularidad de estar totalmente adaptados a las características y estilo de vida de cada persona. Así, consigue conservar y aumentar la masa muscular del individuo sin aumentar el porcentaje de grasa a través de una combinación de la dieta mediterránea y las infusiones de creación propia, que adapta a cada paciente. «Mi objetivo es enseñar cómo nos afectan los diferentes tipos de alimentos en nuestro organismo para que puedas obtener la mejor versión de ti mismo, sin necesidad de renunciar a ningún alimento ni de realizar sacrificios desmesurados», apunta la murciana.
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