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MINERVA PIÑERO
MURCIA
Viernes, 5 de enero 2018, 01:07
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Entre polvorones, mazapanes, tortas de 'recao', mantecados y turrones, el aroma del rey de los dulces navideños embriaga hoy las despensas de todos los hogares murcianos y, como si se tratase de una réplica de la cena de Navidad, el deseado roscón se convierte en un motivo para sentar en la mesa a los familiares y amigos más cercanos.
Clásico en su forma, pero innovador en el sabor, el tradicional dulce se ha adaptado, en algunas panaderías, a las demandas de los paladares más exigentes. «Desde hace dos años, utilizamos crema de chocolate y avellanas, el relleno preferido de los niños», comenta Miguel Martínez, gerente de la casi quincuagenaria Confitería Carlos, abierta en 1970. Demandados por un público más adulto, el merengue, la trufa y el cabello de ángel son los rellenos que sustituyen la tradicional nata en este comercio del centro. En otros locales, como sucede en la Confitería Maite, incorporan a sus creaciones cremas menos frecuentes. «Agregamos al roscón crema de chocolate belga, o incluso de mazapán», explica su administrador, Juan Carlos Hernández.
Los nuevos sabores, sin embargo, aún no han logrado hacer sombra al clásico roscón presentado sin relleno. Evocador, por excelencia, de numerosos recuerdos sucedidos en la niñez, la mayoría de clientes aún se decantan por la versión original. «Creamos muchas cosas distintas, pero el auténtico siempre tiene su hueco fijo. El 50% de los que vendemos son sin relleno», confiesa el gerente de Confiterías Maite.
Colgándose la medalla de plata y de bronce, los roscones de nata y chocolate también ocupan un puesto en el pódium. «Desde que abrimos el local, hace 24 años, los clientes prefieren los roscones que están acostumbrados a degustar desde que tienen uso de conciencia, pues la Navidad es sinónimo de tradición», explica Juan Luna, dueño de Panadería Luna, situada en la pedanía de Santo Ángel, mientras introduce pequeñas sorpresas que alegrarán a los comensales más avispados, quienes tienen buen ojo al elegir su porción.
Y no solo el ansiado rey y la temida haba serán los protagonistas. Escondidos en la masa, las figuras adaptadas a los contemporáneos dibujos animados tienen un hueco asegurado. «La Patrulla Canina -uno de los juguetes más demandados esta Navidad- puede aparecer, por sorpresa, en el bocado de algún niño antes de que lleguen los Reyes desde Oriente», descubre Miguel Martínez.
Los bocados también pueden sorprender, o atragantar, a los adultos. «Algún cliente nos ha pedido que metamos una sortija para pedir la mano de su pareja», revela el gerente de Confiterías Maite. Los mensajes personales y los regalos personalizados se suman al interior de los roscones de sus locales. Sorpresas que, a veces, resultan más caras que el coste del dulce que cierra la recta final del periodo navideño.
Divididos, en la gran mayoría de comercios, entre pequeños, medianos y grandes, el precio oscila, respectivamente, entre los 10, 20 y 25 euros. En función del relleno, puede aumentar dos euros. En algunos locales, como ocurre en la céntrica Confitería Carlos, hornean roscones extragrandes «para los clientes de toda la vida». Su coste asciende a los sesenta euros, un importe que refleja el esfuerzo de los maestros obradores que trabajan durante más de diez horas sin descanso durante la víspera del día de Reyes.
Desde la creación de la masa madre, elaborada el día anterior, hasta el horneado, pasando por la fermentación y su amasado, el nacimiento del popular dulce puede alargarse entre cuatro y seis horas, en función de su tamaño y de su peso.
El secreto de la calidad del resultado final descansa en la paciencia. «Al hacerlo, no hay que desesperarse, pues la masa es muy consistente y difícil de amasar. Se puede tardar hasta treinta minutos», revela Juan Luna. También el tiempo de reposo resulta esencial. «Una vez amasado, tiene que reposar, por lo menos, una hora. Es la regla por excelencia de los productos de bollería». Para los que se atrevan a elaborarlo en casa, es aconsejable «taparlo, al final, con un paño o con un plástico, para evitar que se seque y coja humedad y calor».
Y los clientes, que hoy podrán probar una de las 3.000 porciones repartidas en la Glorieta de España por el Ayuntamiento de Murcia, a partir de las 10 horas, saborean las horas de los laboriosos panaderos. «Aunque a veces recurro a los roscones de las grandes superficies, ya que son más asequibles, prefiero los artesanos. Sale más caro, pero se nota la calidad», expresa, mientras se decanta por el relleno de nata, Elena Vivancos, una de las consumidoras que ayer visitaron diversos locales en busca del rey de los dulces navideños.
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