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Manuel Marchena interviene durante el juicio del 'procés'. EFE
Marchena estalla: «¡Eso es un insulto al tribunal. La sala no admite lecciones de un testigo!»

Marchena estalla: «¡Eso es un insulto al tribunal. La sala no admite lecciones de un testigo!»

El presidente se deja la piel para evitar los mítines y las proclamas académicas proindependentistas de los testigos de la defensa

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Jueves, 25 de abril 2019, 14:50

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Manuel Marchena se dejó la piel este jueves para evitar que el juicio del procés se le fuera de las manos en la 36ª jornada y se convirtiera en un foro político con mítines de activistas pro independencia y diatribas académicas a favor del derecho a decidir. La primera sesión reservada exclusivamente a los testigos de las defensas (21 fueron citados) dio lugar algunos de los momentos más tensos desde que en febrero comenzara la vista oral por la intentona secesionista. Tensión hasta el punto de que el presidente acusó a las defensas de «insultar» al Supremo con el tipo de interrogatorios que habían diseñado.

Menos de 24 horas después de que Marchena pusiera firme a Albert Donaire (el líder de Mossos per la República, que había prometido en Twitter montarla en el tribunal y que acabó declarando sumisamente en la sala) el presidente volvió a emplearse a fondo para dejar claro que su tribunal no deja pasar ni una y, sobre todo, que no es un escenario ni va a servir de altavoz de ninguna proclama. Esta vez no fue ante un mosso faltón, sino ante un mismísimo catedrático de Constitucional.

«Perito jurídico»

Enoch Alberti había sido llamado por la defensa de Oriol Junqueras para la elaboración del libro blanco para la transición nacional. Sus explicaciones acabaron derivando de inmediato en una defensa académica de la independencia y esto fue demasiado para Marcena. «¡Eso es un insulto al tribunal. La sala no admite lecciones de un testigo! No puede ser que el testigo haga una disertación sobre el derecho de autodeterminación. Está convirtiendo al testigo en un perito jurídico y eso no lo permite la ley. No puede ser que el juicio se convierta en una lección de un constitucionalista al Supremo sobre el derecho de autodeterminación. No puedo permitir que el juicio se convierta en una lección de un constitucionalista», se despachó Marchena dirigiéndose a Benet Salellas, abogado de Jordi Cuixart. Solo minutos después, el rapapolvo se lo llevó la abogada de Carme Forcadell por usar a otro constitucionalista para dar supuestas lecciones al tribunal sobre derecho parlamentario.

Fueron la intervenciones más broncas de Marchena, pero -ni mucho menos- las únicas. El presidente también paró en seco a otros muchos testigos, entre ellos a la alcaldesa de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona), Mayte Aymerich, llamada a explicar la actuación de Junqueras el 1-O y que se propuso dar un mitin sobre las bondades de JuntsXSí en su pueblo. «Que se introduzca por los derroteros de quién sostiene el gobierno municipal y su ideario político desborda el objeto del proceso«, avisó el presidente de nuevo a los abogados, a los que acusó de dirigir a los testigos por el «camino de las valoraciones».

Aula magna

Pero es que Marchena no solo tuvo que luchar contra los mítines o las lecciones jurídicas a favor de la autodeterminación, también se tuvo que esmerar para poner pie en pared a los profesores-testigos a los que los dorados de la sala de vistas hacían pensar que se encontraban en un aula magna. «Si empezamos a zigzaguear esto no termina», le dio a Jacint Jordana, director del Instituto Barcelona de Estudios Internacionales, cuando se remontó a la Cataluña de los noventa. «Es una disertación interesantísima y muy ilustrada pero perfectamente prescindible«, le soltó al catedrático que divagaba.

Pero la gota que colmó el vaso fue cuando otro profesor, Gerardo Pisarello, teniente de alcalde de Barcelona, rememoró el Estatuto de Núria en 1932. «Si nos remontamos a Azaña el tribunal tiene la sensación de que nos estamos saliendo del debate», le cortó con sorna el presidente.

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