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En el centro, el abogado de Oriol Junqueras, Andreu Van Den Eyden. EFE
«¡Letrado, no se irrite con el testigo!»

«¡Letrado, no se irrite con el testigo!»

El interrogatorio de teniente coronel por las defensas se convierte en un duelo personal con el compareciente 'más odiado'

Martes, 26 de marzo 2019, 18:55

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 No fue interrogatorio. Fue un verdadero duelo al sol entre los abogados y el testigo. Que los letrados de la defensa le tenían ganas al teniente coronel Daniel Baena ya se sabía. Le recriminaban desde hace tiempo su falta de imparcialidad porque -sostienen- el jefe de la investigación sobre el 1-O es 'Tácito', el usuario de 'Twitter' que, en pleno procés, se dedicó a publicar varios mensajes contra los líderes independentistas.

Pero lo de 'Twitter', ayer, se quedó en casi nada. Baena desmintió desde el principio ser ese usuario y recordó que no hay pruebas (porque sus comentarios nunca fueron constitutivos de delito y nunca se investigó su origen) de que el jefe de la Policía Judicial se dedicara a vilipendiar en las redes sociales a los políticos que investigaba. Su desmentido dio el pistoletazo de salida al más virulento interrogatorio de un testigo en las siete semanas que dura ya el juicio. Por momentos pareció algo personal con un tufillo de ajuste de cuentas. Parecía que los letrados querían cuestionar toda la investigación poniendo en la picota al compareciente.

Lo poco ortodoxo del interrogatorio del testigo probablemente 'más odiado' del independentismo hizo que el presidente del tribunal, Manuel Marchena, tuviera que emplearse a fondo, hasta el punto de tener que intervenir en una veintena de ocasiones para poner orden. «¡No se enfade señor letrado. No se irrite con el testigo!», fue la primera reprimenda de Marchena con el abogado de Oriol Junqueras, Andreu Van den Eynde, quien abrió el fuego. Pero era solo el principio. Todos los abogados 'estrellas' del procés (Jordi Pina, Javier Melero, Marina Roig o Francesc Homs) se apuntaron al duelo, intentando probar que la investigación que dirigió Baena fue prospectiva. Que fue una suerte de causa general contra el independentismo dirigidida por un mando de la Guardia Civil que nunca fue parcial.

«No vamos a debatir con el testigo», intentó parar el presidente cuando le preguntaron al teniente coronel realmente «qué investigaba» la Guardia Civil. «Está discutiendo con el testigo. Creo que ese no es el camino, pero en fin... pregunte», volvió a cortar en otra ocasión Marchena, atento a evitar que aquello no se fuera de las manos. «El testigo investigó lo que juez decidía investigar», le espetó el presidente a Homs, cuando éste le asaetó a preguntas sobre por qué indagó sobre una cosa u otra.

La insistencia de los abogados por intentar acorralar al testigo, a esas alturas casi convertido en imputado, terminaron, incluso, por desesperar al presidente, quien se las vio y se las deseó para abroncar a los letrados por irse por las ramas sin mermar su derecho a preguntar. «Es un esfuerzo estéril», «está usted intentando someter a juicio el atestado», «esto no tiene ningún fundamento», «algo falla cuando el testigo tiene que explicar cómo elabora un atestado», «por favor, preguntas vinculadas a los hechos que estamos valorando»...

Los capotes de Marchena al testigo le ayudaron, aunque el teniente coronel, parapetado en explicaciones cada vez más farragosas, se las apañó solo para salir vivo de la balacera del Supremo.

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