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El PP ve poco margen para que el congreso corrija el resultado de las primarias

Aznar evita avalar a Casado y recuerda a Cospedal y Santamaría que ellas sí estuvieron en sus gobiernos

Nuria Vega

Madrid

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Martes, 3 de julio 2018, 10:39

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Todo apunta a que los 66.706 afiliados del Partido Popular (PP) llamados a votar este jueves en primera vuelta también tienen en sus manos elegir el sucesor de Mariano Rajoy. Los populares han comenzado a asumir que la decisión de la militancia difícilmente podrá ser rectificada por los compromisarios en el congreso del 20 y 21 de julio. Auguran que en las próximas semanas sólo habrá batalla si la diferencia entre los dos candidatos que superen el examen es mínima. Porque si hay una victoria con cierta holgura de uno, no creen que haya más margen de maniobra.

En este último escenario, fuentes del PP no sólo sostienen que los delegados del cónclave se verán obligados a respetar la decisión de los militantes, también vaticinan que las «presiones» internas para que el segundo ceda irán 'in crescendo'. Lo que no se atreven a pronosticar es si, en ese caso, podría articularse una candidatura única de integración. «Eso ya es más difícil», reconocen. Pablo Casado hace tiempo que advirtió de su intención de llegar hasta el final y sólo María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría han abierto la puerta a intentar llegar a algún tipo de acuerdo pasado el 5 de julio.

En todo caso, sin conocer los resultados de la votación de la militancia, es difícil anticipar los siguientes pasos. Más aún cuando el PP estrena procedimiento y se ve incapaz de predecir lo que ocurrirá este jueves. Las especulaciones se han multiplicado a medida que se acerca la apertura de las mil urnas distribuidas por las sedes. Cuentan que hasta Mariano Rajoy, desde la distancia, imagina el mapa de apoyos de cada uno. Al mismo tiempo, en el partido, como están a ciegas, sin sondeos ni posibilidad de dar una respuesta certera, las sensaciones han ido fluctuando. Si los populares al principio intuían que el primer corte lo iban a pasar Sáenz de Santamaría y Cospedal o Sáenz de Santamaría y Casado, ahora tampoco descartan el duelo entre Cospedal y Casado. En resumen, total oscuridad.

La exvicepresidenta del Gobierno y la secretaria general del PP se reparten, en este momento, el respaldo de buena parte de las estructuras del partido. Ambas han jugado las cartas que disponían. En cuanto al exvicesecretario de Comunicación, su fortaleza está en los cargos intermedios y locales y en el «voto suelto». El imprevisible. «Hay un voto incontrolado -explican fuentes con una visión general de la situación- que puede ir contra el aparato». A por esas papeletas va Casado.

La mochila del aparato

«No he buscado ni apoyo de barones territoriales ni apoyo de expresidentes ni apoyo de exministros. Yo quiero que me apoyen los afiliados de base», repite el más joven de los candidatos allá donde va. En el partido, sin embargo, están convencidos de que cuenta con el respaldo -no necesariamente activo- de José María Aznar. Es una candidatura «próxima» al exjefe del Ejecutivo, deslizó Cospedal el lunes. Comentario que en el entorno de Casado lo leyeron como un intento de romperles la estrategia.

La reaparación de Aznar no les causó, en todo caso, más problemas. El expresidente concedió hoy una entrevista a Onda Cero, pero se centró en pedir al PP una «refundación» para ahuyentar el riesgo de extinción y se situó «al margen» de las primarias. Anunció que no irá a votar y evitó avalar al exvicesecretario de Comunicación. Los más cercanos a sus tesis, entienden que cualquier respaldo público dañaría a Casado, que ha basado su campaña en distanciarse de los focos de poder para vender una imagen de renovación. Pero, en todo caso, el exjefe del Ejecutivo se permitió recordar a Cospedal y Santamaría que ellas dos sí que formaron parte de sus gobiernos.

«Hay personas que se han dedicado durante bastante tiempo a intentar enterrar una parte importante de la historia del PP y del Gobierno -les espetó- y es una cosa bastante notable que hagan un ejercicio de desmemoria». Casado se aferró al argumento: «De todos los candidatos, el único que no ha trabajado en los gobiernos de Aznar soy yo».

El perfil de aspirante ajeno al aparato, sin embargo, lo reivindicó José Manuel García-Margallo para sí mismo. «No voy a decir que sea la princesa del pueblo como Diana -bromeó el exministro de Exteriores-, pero sí el candidato de los afiliados».

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