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Viernes, 21 de abril 2023, 08:52
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«En esto de lo ambiental, la constancia es capital. Lo que se ha conseguido en el medio ambiente no ha sido solo por tener lógica, tener razón y tener sentido, ha sido, además, por una insistencia, una persistencia total». Con el eco de palabras como estas, pronunciadas hace años o escasos meses por el propio Domingo Jiménez Beltrán (Calatorao, Zaragoza, 1944-Águilas, Murcia, 2023), este jueves y en la ahora rebautizada sala Domingo Jiménez Beltrán del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), los asistentes al homenaje al primer director de la Agencia Europea del Medio Ambiente quisieron dar un nuevo impulso a su legado.
Con el «sabemos lo que está pasando, sabemos lo que va a pasar y sabemos incluso lo que tenemos que hacer, lo que pasa es que no estamos organizados para el cambio» del referente español del ecologismo resonando en la cabeza, la exministra Cristina Narbona fue la encargada de inaugurar un acto, que clausuró la ministra y vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, en el que hubo tiempo para recordar su belleza personal, a través de amigos y familiares, pero también su coherencia y su empuje para «cambiar como fuera los paradigmas del productivismo ignorante de los límites físicos del planeta», como recordaba Alberto Fraguas.
Como todo lo que hacía Domingo, su homenaje póstumo no fue una ocasión desaprovechada para tratar de impulsar los cambios necesarios en la sociedad. «De la adversidad hay que sacar lo mejor, siempre hay algo positivo», hubiera dicho este aragonés, aguileño por convicción, que desde su retiro mediterráneo siguió trabando con ahínco para lograr su ansiada «conspiración de los buenos» con un objetivo sencillo, «llevar sentido común a la forma como nos relacionamos con nuestro entorno y con los demás». Por eso, el acto repasó, con colaboradores cercanos, la fructífera etapa internacional de Domingo cuando las políticas medioambientales aún estaban en pañales y también la nacional desde los primeros noventa, con su impulso a la creación del Ministerio del Medio Ambiente y sus sinergias con lo que se hacía en Europa.
Una impagable carrera para la sociedad española, pero también para la europea y la mundial en la que, con frases muy suyas, los asistentes animaron a lanzar su gran conspiración ética «para cambiar esto» siendo «tan eficaces como lo son quienes lo hacen en la otra dirección», porque para Jiménez Beltrán era tan fácil como «destetar la economía, cambiar las prioridades; hoy, en el transporte, el turismo y el territorio, sobre todo con la construcción de segundas residencias, y pasarlas a las tres 'E': la educación, la energía y el empleo. Sabemos que se pueden detraer o cambiar de uso del orden de 20.000 millones de euros al año pasándolos de las 'T' a las 'E' y, por tanto, alimentar un plan de inversiones hasta 2030 para conseguir en 2040 lo que sería un sistema energético 100% renovable y tener una España solar, en lugar de una España toda hecha un solar»; y hacerlo armados con su persistencia y su humanidad, para, nutridos con datos, cumplir su interminable lista de tareas. Porque, como decía Domingo: «El futuro es sostenible y verde porque no nos queda más remedio que descarbonizar, desenergizar y desmaterializar la economía, y eso es innovación a tope».
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