«Que haya violencia en casa les afecta incluso siendo bebés»
Concepción López Soler, Doctora en Psicología y presidenta de la asociación Quiero Crecer: «La violencia de género es un maltrato directo a los hijos que tiene efectos devastadores»
Concepción López Soler conoce muy de cerca las secuelas que la violencia puede generar en los niños. Esta doctora en Psicología, profesora titular de la Universidad de Murcia y responsable de la unidad de Psicología Infanto-juvenil del Hospital Virgen de La Arrixaca es, además, presidenta de la asociación Quiero Crecer. Un grupo de profesionales que, desde hace una década, tiende una mano experta a la infancia maltratada.
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-¿Afrontan los menores la violencia de forma diferente a como lo hacen los adultos?
-Ellos cuando están expuestos a violencia suelen asumirla, en general, pasivamente. Eso no quiere decir que no den respuestas, pero estas no son siempre explícitamente quejarse de la violencia. Pueden estar más irritables, enfadados, un poco más tristes, tener problemas de sueño... Es muy inespecífico el efecto que tiene la violencia en niños. Cuanto más pequeños mucha gente piensa que no les afecta, pero eso es completamente erróneo. Incluso de bebés, el que haya, por ejemplo, violencia en las casas, entre los padres, les afecta. Esa tensión, aunque sea verbal, tiene un efecto en el cerebro de los niños. Es una fuente de estrés fuerte que puede llegar a ser un trauma. El problema de la violencia en los menores es que hay un efecto acumulativo y eso va influyendo en el desarrollo general del menor. No tiene solo un efecto. Puede afectar a todo su desarrollo.
-¿Hasta qué punto puede pasar factura el vivir un episodio de violencia en la infancia?
-Bueno, si es un episodio puntual, la evolución puede ser buena. El problema es cuando hay violencia dentro de la familia. Esta no suele ser consciente del impacto tan tremendo que puede tener esto en sus hijos. Los menores lo viven como una situación de alarma. Esto, por ejemplo, es mucho más grave cuando hay violencia hacia las madres. Esa situación, que suele ser repetida, se considera equívocamente que es un maltrato indirecto, pero esa violencia es un maltrato directo a los niños porque todo su sistema de seguridad queda gravemente alterado. Provoca efectos a corto y largo plazo. Esos menores, como ven que eso está normalizado, empiezan a modificar creencias. Altera, por ejemplo, el concepto de amor. En la asociación Quiero Crecer trabajamos con una línea específica de atención a hijos e hijas de mujeres maltratadas. Los efectos de ese tipo de violencia son devastadores. Esto ocurre en unas edades en las que, cognitivamente, no están aún desarrollados para poder valorar lo que está bien y no está bien. Muchas veces las madres consideran que ellos no se enteran, pero no es cierto.
-A veces vemos que los episodios se conocen pasados los años. ¿Es habitual que guarden silencio?
-Estamos en una media de cinco o seis años. Por ejemplo, en el caso de la violencia contra las mujeres, a los cinco años suelen empezar a hablar. Pero cinco años en la vida de un niño es mucho. Hablamos de un periodo de sus vidas en el que es importantísimo tener calma, cariño... No tener un ambiente en el que el miedo se adueña de todo. Se transmite el modelo violento y el miedo. Las dos cosas.
-¿Los afectados tienden a repetir esa violencia en su edad adulta?
-Todo lo que aprendemos en la infancia, tenemos más probabilidades de desarrollarlo en la vida adulta. Pero creo que hay que llevar cuidado porque solo un tercio de los que maltratan han sufrido maltrato. Y hay muchos, y muchas mujeres, que han sufrido maltrato y no ejercen la violencia. Hay que desmitificar un poco eso. Nos puede ayudar a entender algo de personas que son violentas, pero no a aceptar y comprender la violencia.
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-¿Aumenta esta violencia?
-Con la violencia contra los menores pasa como con el resto de violencia en el ámbito familiar, es que antes no se hablaba de ello.
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