La voluntaria Isabel León enseña español a usuarios del centro de día de Accem ubicado en la barriada Virgen de la Caridad de Cartagena. Pablo Sánchez / AGM

Vencer los baches del camino

Acción solidaria-Obra Social 'la Caixa' ·

Accem trabaja para facilitar la inserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión social, a las que aporta herramientas para una nueva vida

BEA MARTÍNEZ

Domingo, 16 de febrero 2020, 07:49

Recibir una mano amiga en momentos complicados es muchas veces lo único que se necesita para salir a flote. Tener una red de apoyo es siempre una especie de empujón vital que anima al que dispone de él a sacar la cabeza de los problemas y abrir una nueva puerta al cambio. Con la idea de convertirse en esa red surgió hace ya 27 años Accem, una ONG que se ha hecho fuerte en Cartagena, donde comenzó su andadura en 2006 con el Programa de Atención Humanitaria para Personas Inmigrantes. «En la actualidad somos una entidad que trabaja con personas en riesgo de exclusión social independientemente de su origen, sexo o raza. Surgimos como apoyo a personas refugiadas y solicitantes de asilo, pero ampliamos nuestros servicios a otros colectivos. Nos hemos ido adaptando a las necesidades que nos ha planteado el entorno social en el que nos localizamos», destaca Mohammed Kebaili, responsable territorial de la entidad en la Región.

Publicidad

Esta apertura hacia nuevos focos de actuación ha convertido a Accem en una entidad de referencia que en 2019 atendió a 1.281 personas, a las que otorgó herramientas para forjar un nuevo camino. «Ellas son las propietarias de su itinerario y son libres para tomar decisiones que determinen por dónde quieren ir. Nosotros las acompañamos para que se adapten a este contexto. Lo que trabajamos es la integración, porque nuestro objetivo es que sean autónomas», apunta.

Uno de los proyectos más reconocidos en el entorno es el centro de día que Accem posee en el barrio Virgen de la Caridad. Este espacio abierto cuenta con duchas y lavandería y en él se ofrecen desayunos y meriendas. Además, dispone de actividades de ocio y tiempo libre relacionadas con el deporte, la artesanía o el aprendizaje de español, tutorizadas principalmente por voluntarios como Isabel León, que dedica parte de su tiempo a enseñar a leer y escribir a personas analfabetas e inmigrantes. El centro de día, que recibe en torno a 70 personas cada jornada, está dirigido por ocho trabajadores de Accem, entre los que se encuentra Amanda Andreo, que lo considera como «un lugar en el que sentirse tranquilo y disfrutar del poco tiempo de ocio y tiempo libre que estas personas tienen».

En la búsqueda por ofrecer herramientas con las que crear un nuevo contexto, Accem dispone también de un Plan de Empleabilidad destinado a personas nacionalizadas en riesgo de exclusión social. En él se apoya a los participantes en dos ámbitos: el formativo, que incluye la realización de cursos, la orientación laboral y la búsqueda de trabajo; y el social, en el que se gestiona el acceso a todo tipo de recursos, tanto económicos como sociales, que necesiten. La edición actual, que tiene una duración de un año y que finalizará en mayo, cuenta con 65 participantes para los que se busca una inserción sociolaboral completa.

Mohammed Kebaili: «Trabajamos la integración; el objetivo es que las personas sean autónomas»

Además de la cobertura de las necesidades del entorno, Accem también trabaja para mejorar las condiciones de aquellos procedentes de otros países que llegan a España buscando un contexto mejor. Uno de estos planes de apoyo es PAHI, el Programa de Atención Humanitaria a Inmigrantes, que da un hogar a personas que acaban de cruzar la frontera por costa o por valla y que han pasado por comisaría, CIES (Centro de Internamiento de Extranjeros) o CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), con el fin de que tengan un espacio en el que vivir tras su salida. Así, PAHI incluye tres pisos en los que viven 16 personas a las que se cubren las necesidades básicas durante tres meses (ampliable a un trimestre más o a un año completo si cuenta con otras vulnerabilidades), un tiempo que sirve para «llegar, contactar con la gente que tienen en España o en Europa y decidir qué van a hacer», destaca Cristina Calvo, empleada de Accem y una de las encargadas de la gestión del proyecto. «Muchos llegan pensando que van a poder acceder a sanidad, trabajo o estudio. Algunos de ellos están en mitad de su carrera y piensan que van a poder seguir estudiando aquí y se dan cuenta de que no. Esos tres meses son también un poco para contextualizar y saber dónde están», apostilla.

Publicidad

Tierra firme y segura

El origen de Accem está íntimamente ligado a los solicitantes de asilo, es decir, aquellas personas que piden refugio en un país al correr su vida peligro en sus lugares de origen por cuestiones sociales o políticas. Desde su fundación, la ONG ha participado en programas específicos para este colectivo, como el Sistema Nacional de Acogida de Solicitantes de Protección internacional.

Ese plan nacional tiene una duración de 18 meses (prorrogables a 24 en función del nivel de vulnerabilidad de cada caso) y está divido en tres fases por las que pasan todos los participantes. La primera, denominada como Primera Acogida, es la puerta de entrada al programa y en ella se les realiza una entrevista personal tras la que se solicita al Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones una plaza en el programa, «que se puede otorgar en cualquier parte de España» destaca la trabajadora social de Accem Nieves Pérez, encargada de este primer contacto.

Publicidad

El año pasado solo un 5% de las solicitudes de asilo tuvieron una respuesta positiva

Una vez su participación queda ratificada, (puede pasar entre un mes y un año), los solicitantes entran a lo que se conoce como primera fase, en la que ocupan una de las plazas que tiene la ONG. «Dura como máximo seis meses y en ella hacemos una acogida inicial a la persona y la llevamos a la vivienda en la que se le ha asignado plaza. Es una etapa en la que están mucho más protegidos que en la siguiente para que puedan comenzar una vida nueva en esta ciudad. Actualmente tenemos siete pisos en los que pueden vivir 36 personas», acentúa Concepción Conesa, una de las coordinadoras. Con el fin de fomentar precisamente esa integración, es entonces cuando los solicitantes pueden beneficiarse de servicios como psicología, aprendizaje del idioma y orientación laboral y jurídica.

El último paso

La última etapa de este camino, conocida como segunda fase, comienza cuando los participantes deben dar un paso más al frente y abandonar los pisos de Accem para buscar otro hogar. «A partir de los tres meses ya pueden pasar a la segunda fase, en la que viven de forma autónoma únicamente con una pequeña ayuda de alquiler y de necesidades básicas. En este punto los técnicos tenemos que hacer un acompañamiento para que adquieran autonomía en todos los campos. El objetivo es que en los 12 o 15 meses que tienen hagan una o varias formaciones que mejoren su empleabilidad, porque aunque tengan estudios en su país de origen homologarlos es muy complicado y lento», recalca la trabajadora Maryam Mohabatizadi.

Publicidad

Acompaña a los usuarios en esta fase en la que también disponen, como antes, de servicio de idiomas, psicología y orientación laboral y jurídica. Es precisamente la empleabilidad uno de los objetivos de Rodin Biro, un sirio de 23 años que huyó de su país con su familia y llegó a España tras pasar por Turquía. «Salimos de Siria en 2011 y llevamos un año en España. Mi objetivo es tener una vida, buscar un trabajo».

A pesar de los esfuerzos conjuntos por andar un nuevo camino, todo puede quedar en nada si los participantes del programa ven denegada su petición de asilo. En España se presentaron en 2019 un total de 118.264 solicitudes, más del doble que el año anterior, de las que solo el 5% fueron aprobadas, según datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.

Publicidad

Los participantes, que mientras se gestiona este trámite son residentes legales en España, pasan tras este 'no' a ser considerados ilegales, lo que les impide continuar esa nueva vida que ya habían empezado a forjar.

Esta situación la ha visto muchas veces Mohabatizadi. «Cuando a los solicitantes de asilo les llega una denegación se quedan indocumentados. La mayoría de estas personas, tras los dieciocho meses, están totalmente integradas. Muchas veces nos preguntamos qué va a pasar con ellas cuando les llegue una denegación. Es un fallo del sistema que hay que visibilizar».

Noticia Patrocinada

Un techo para volver a empezar

A veces, tener cuatro paredes y un techo sobre la cabeza es un pequeño empujón para una nueva vida. «Soy de Guinea y estoy en España desde hace tres años. Al llegar aquí me caí y me rompí la pierna, por lo que estuve mucho tiempo en el hospital y sufrí seis operaciones. Llevo en un piso de Accem desde hace ocho meses y mi objetivo es recuperarme bien, tener papeles, estudiar y buscar un trabajo», señala Madiou Gobaye. Este guineano, al que apenas se le notan sus casi 44 años, comenzó su relación con la ONG cuando entró a vivir en uno de los dos pisos de acogida, con capacidad para seis personas cada uno, que tiene Accem en el Programa de Atención Integral a Personas Inmigrantes en Viviendas de Acogida.

Este proyecto es de financiación regional, tiene una duración de tres meses prorrogables y engloba a personas de cualquier país del mundo, excepto de Europa, «a las que se proporciona un servicio de acogida y atención a sus necesidades básicas de una forma integral», incide Dolores Paredes, una de sus responsables. Así, «se trata de un apoyo puntual, para que adquieran la mayor autonomía posible. Les damos soporte a nivel formativo, laboral y económico y cubrimos sus necesidades básicas. Intentamos acompañarles en el proceso de integración. Son personas que bien acaban de llegar o llevan un tiempo en España y necesitan un empujón para salir de la situación en la que están».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad