Un vehículo para dar cobijo
ACCIÓN SOLIDARIA - OBRA SOCIAL LA CAIXA ·
Nuevo hogar. La Ambulancia del Deseo ha contribuido en esta situación excepcional a proteger del virus a las personas que viven en la calle, trasladándolas hasta centros habilitados en toda la RegiónLYDIA MARTÍN
Miércoles, 6 de mayo 2020, 03:06
Para la gran mayoría de personas, la crisis sanitaria plantea el reto de quedarse en casa durante un periodo prolongado de tiempo, sin posibilidad de salir al exterior más que por motivos básicos. Pero para otro sector de la población, estar fuera de casa, aun poniendo en riesgo su salud, es un hecho inapelable cuando la pobreza se hace notar y el hogar tiene como techo el cielo. Las personas que viven en la calle, por su circunstancia, son más frágiles y vulnerables frente al coronavirus, lo que ha requerido soluciones para hacer que estén a salvo en esta etapa.
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La Región ya contaba con un vehículo caracterizado por la humanidad y la solidaridad: la Ambulancia del Deseo. Hasta ahora, su misión era conseguir que las personas cumplieran sus últimos deseos antes de emprender su último viaje, pero con la irrupción de la Covid-19 tuvieron que suspender este servicio y decidieron poner todos sus recursos sanitarios y logísticos, tanto ambulancias como material y voluntarios, a disposición de la Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social, que les contactó para que le ayudaran en el caso específico de personas sin hogar.
Ante esto, la Ambulancia del Deseo comenzó a localizar a estas personas sin techo en distintos puntos de la Región, informándoles de la situación excepcional, avisándoles del riesgo que corrían ya que muchos padecen enfermedades, y ofreciéndoles un lugar donde dormir para estar protegidos. Con comprensión y cercanía, su equipo ha valorado la situación de cada persona, comprobando constantes vitales y temperatura y, según el resultado, lo llevaban a un complejo sanitario o alguno de los centros puestos a disposición: Hotel Legazpi, Jesús Abandonado, Hotel Habaneros de Cartagena y, debido a la acumulación en estos centros, también en el albergue de Mazarrón y El Valle, en los que están atendidos por trabajadores sociales y voluntarios. «Ellos ven el estar en estos albergues como una oportunidad de poder empezar algo nuevo», señala Miguel Garrido, conductor de la Ambulancia del Deseo.
«Además de traslados, hemos ayudado a hacer inicialmente un triaje sanitario para que todos los que entraran en estos lugares no tuvieran síntomas como fiebre o tos para evitar el contagio», informa Manuel Pardo, presidente de la Fundación Ambulancia del Deseo. De hecho, a día de hoy ninguna de estas personas ha tenido síntomas activos. Este servicio también incluyó la valoración de personas que requirieran medicación para continuar con los tratamientos, ya que muchos abandonan por la imposibilidad de pago.
Trabajando juntos
La iniciativa ha contado con la colaboración de distintas asociaciones de la Región. «Ha sido muy bonito. Al final todos hemos aportado nuestros recursos y habilidades para trabajar juntos por las personas. No era una cuestión de quién era cada asociación, sino que entre todos teníamos que ayudar a proteger a los más frágiles. Porque nos dicen que hay que hacer un confinamiento para protegerse, pero ¿qué hacemos con las personas que no tienen un hogar?», señala Manuel Pardo.
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El presidente de la fundación cuenta que hubo personas que no querían dejar la calle en un primer momento. «Con mucho cariño y tacto le hicimos entender que era una situación excepcional y que tenían que dejarse ayudar por su bien», afirma, añadiendo que «cuando te acercas a ellos con respeto, responsabilidad y dignidad, al final se dejan ayudar».
También destacan la colaboración de particulares, empresas y entidades como La Caixa, que han contribuido a sufragar los gastos –más de 10.000 euros–, que han supuesto la limpieza y desinfección de ambulancia, el uso de EPI desechables, el pago de combustible y mantenimiento de vehículos, material fungible sanitario y comidas y dietas de voluntarios. «Que nos ayuden hace que cumplamos nuestros deseos», afirma.
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Desde la fundación muestran su voluntad de que cuando acabe el estado de alarma se haga una transición a un centro «en el que puedan estar con dignidad y que no vuelvan a la calle». «Lo ideal sería cuando acabe esta situación plantearle una solución para que puedan vivir y mantener unas condiciones mínimas. Siguen siendo personas con todos su derechos», añade Manuel.
Últimas voluntades
La Ambulancia del Deseo espera volver pronto a su actividad habitual, la de ayudar a personas que están al final de la vida a cumplir un deseo de tipo emocional. Deseos que son cosas sencillas: visitar a algún familiar, ir a un concierto, volver a la playa o a la montaña o estar acompañados de amigos o mascotas. «Nos piden ayuda y ponemos a nuestros voluntarios y ambulancias para cumplir este deseo», señala Pardo.
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Miguel Ángel Garrido lleva las ambulancias de la fundación desde el pasado año. Ya colaboraba con Jesús Abandonado desde hace más de diez años, en el departamento de cuidados paliativos, y tras prejubilarse y tener más tiempo libre, quiso dedicarse a colaborar más. «La Ambulancia del Deseo es algo que te llena, porque ser parte de esas historias te hace sentir que la vida merece la pena. Son momentos tristes y también muy alegres y emotivos, porque quedas con la imagen de que ha cumplido su deseo y que encuentra una paz de la que tú eres partícipe», señala. De hecho, se sacó el título de técnico de transporte sanitario justo para poder llevar a cabo esta función.
Desde la fundación esperan que esta situación ayude a entender que «las cosas más importantes y las más bonitas son las más sencillas y las tenemos todos los días». «Vivimos en una sociedad muy sofisticada y nos hace pensar que las cosas que nos va a dar mas felicidad son las más complejas, pero cuando pasa algo así, te das cuenta de qué es lo más importante», concluye.
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