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El realizador tunecino Nacer Khemir. :: LUCÍA RIVAS
«Podría viajar el resto de mi vida siguiendo los pasos de Ibn Arabi»
Cultura

«Podría viajar el resto de mi vida siguiendo los pasos de Ibn Arabi»

Inaugura hoy en Murcia su exposición 'Los 60 nombres del amor' y el domingo recibe el premio Barzaj del III Simposio Ibn Arabi, en el festival IBAFF. Nacer Khemir. Cineasta y artista

R. MARTÍNEZ

Jueves, 6 de marzo 2014, 11:47

Nacer Khemir (Korba, Túnez, 1948) podría, dice, «viajar el resto de mi vida siguiendo los pasos de Ibn Arabi sin agotar nunca las posibilidades que nos brinda su obra». Ya lo ha hecho por decenas de ciudades, desde Nueva York a Estambul, Oxford, Córdoba, Fez, Granada, y ahora, Murcia. El realizador -también pintor, escritor y escultor- recibirá el domingo el premio Barzaj que otorga el Centro Cultural Puertas de Castilla de Murcia y la asociación Mias-Latina (Muhyiddin Ibn Arabi Society) con motivo de la celebración del III Simposio sobre el reconocido místico sufí Ibn Arabi (Murcia, 1165-Damasco, 1240), que arranca mañana en el Museo Arqueológico de Murcia, dentro del festival IBAFF. Antes, inaugurará -esta tarde, a las 20.00 horas en el Puertas de Castilla- su exposición 'Los 60 nombres del amor'.

«Casi nunca tenemos tiempo para escuchar al otro, así que en esta muestra busqué el camino más corto para sobrepasar los clichés y guiar a los visitantes hasta el corazón de la cultura árabe», cuenta Khemir. En su exposición, las palabras están grabadas a modo de grafiti sobre coloridas telas colgantes. «Está inspirada -dice su autor- en las casidas», una composición poética de origen árabe y persa.

Además de presentar su trabajo expositivo -que se podrá ver en Murcia hasta el próximo 28 de marzo-, Khemir estrenará en la Filmoteca Regional -11.00 horas- su película 'En busca de Muhyiddin', basada en la figura y la obra de Ibn Arabi. Con ella pretende dar otra visión más humana y universal del pensador andalusí : «Quería que todo el mundo conociera al personaje como si aún permaneciera entre nosotros, y que poco a poco fuera acercándose a él; primero como hombre y luego como místico que fue», explica.

Se adentró en el mundo del cine «por necesidad». «Era -dice- una forma de construir un tiempo de paz. En Túnez ahora no hay guerra, pero a mí me afecta mucho lo que pueda pasar en otros lugares de África o en Palestina. Y el cine es un medio para tender puentes entre los hombres y las culturas». «En mis películas intento hacer justicia a una civilización que con frecuencia ha sido ignorada por sus propios hijos y maltratada por muchos, pero lo hago desde el amor. Es mi forma de contribuir a construir el futuro y propiciar una verdadera reconciliación entre el norte y el sur, entre oriente y occidente». Y para ello, dice el director tunecino, «hay que empezar por derribar el sentimiento de supremacía que tienen unos y otros», para luego «intentar acabar con el clima de temor que da lugar a la desconfianza y la violencia».

Del pensamiento de Ibn Arabi, Khemir -quien cada vez que siente la necesidad de reecontrarse consigo mismo acude a la pintura o a la escultura, confiesa- reconoce que «la importancia que concede a lo femenino me ha tocado mucho», y que «familiarizarme con su obra ha transformado mi horizonte», tanto que concibe su viaje a Murcia como una oportunidad para «conocer mejor la ciudad donde nació Ibn Arabi hace 850 años».

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