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Asunción Espín muestra una fotografía de su hermano Antonio, preso en Marruecos. :: NACHO GARCÍA
«Quiere volver libre y con la cabeza alta»
Región de murcia

«Quiere volver libre y con la cabeza alta»

La familia de un camionero murciano denuncia que lleva tres años preso en Tánger acusado falsamente de traficar con hachís

A. NEGRE

Martes, 22 de octubre 2013, 15:11

Antonio Espín cumplirá el 25 de octubre sus 44 años y lo hará en una pequeña celda de la cárcel de Tánger que comparte con otros veinte reos. Un rincón olvidado al que no llega el agua caliente y en el que un simple camastro se convierte en un lujo. Este camionero, natural de la pedanía muleña de Casas Nuevas, y padre de dos niños, lleva tres años preso en esta ciudad marroquí, a cientos de kilómetros de su familia. Su hermana, Asunción Espín, denuncia que una falsa acusación de tráfico de drogas lo encerró entre rejas en 2010 y reclama ayuda para que se revise su caso y Antonio pueda demostrar su inocencia. «Él no quiere solicitar su traslado a una cárcel española», recalca Asunción emocionada. «Antonio quiere volver a España libre y con la cabeza alta».

El calvario de este murciano comenzó en 2010. Por aquel entonces, Antonio, con más de dos décadas de experiencia como camionero, ya llevaba tres años transportando cargas a Marruecos. «Su misión siempre ha sido trabajar y trabajar», subraya su hermana. En septiembre de ese año, este muleño realizó la que sería su última descarga de palés en un almacén marroquí. Un establecimiento del que, poco después, saldría otro camión -que nada tenía que ver con el trabajo de Antonio- que, al ser interceptado ya en Algeciras, tras haber pasado los controles marroquíes, se descubrió que ocultaba en su interior más de una tonelada de hachís.

De una manera que Asunción no acierta ni tan siquiera a explicar, Antonio fue requerido por la policía marroquí para explicar la procedencia de la carga. «Decían que esos palés eran de mi hermano y él decidió ir a defender la verdad porque pensó que se aclararía rápido y decía que tenía que seguir trabajando», explica. «En el barco ya le quitaron el pasaporte y salió detenido».

Tras ese arresto, Antonio fue sometido a un primer juicio en el que fue condenado a seis años y medio de cárcel y a una multa de siete millones de euros por un supuesto delito de tráfico de drogas. «El juez dijo que mi hermano se había negado a declarar, pero lo cierto es que él llevaba dos folios escritos en los que explicaba lo que había pasado», remarca Asunción. «Le condenaron por ocho suposiciones, pero ninguna prueba concreta». Este murciano contó, para su defensa, con un letrado que, una vez percibidos sus honorarios, desapareció sin dejar rastro. La familia de Antonio, sin embargo, no dejó de batallar y siguió recabando pruebas hasta que se celebró un segundo juicio. «Cuatro de esas suposiciones se demostraron que no eran ciertas, pero aún así lo volvieron a condenar», lamenta.

En estos tres años, Asunción ha enviado cartas denunciando el caso de su hermano y solicitando que se reclame una revisión del caso a la Casa Real, al Ministerio de Justicia, al Ministerio de Asuntos Exteriores... pero ninguno ha logrado ofrecerle una solución. «Me han contestado del Gobierno, pero dicen que no hay nada que puedan hacer», recalca. Esta hermana 'coraje' también ha solicitado en múltiples ocasiones el perdón del rey de Marruecos, Mohamed VI. «Una vez incluso traté de darle una carta en mano, pero no lo logré».

Esta familia vivió con especial impotencia el indulto concedido el pasado mes de agosto por Mohamed VI a 48 reos españoles entre los que se encontraba -por error- el pederasta Daniel Galván. «La verdad es que estábamos esperanzados de que Antonio pudiera entrar en esa lista», explica Asunción. «Allí en la cárcel utilizan mucho el tema de los indultos del Rey para tener a los presos más relajados». La familia de este muleño pasó en vela la noche en que sabían que se harían oficiales los nombres de los reos beneficiados por este medida de gracia. «Algunos compañeros de él sí que estaban en la lista y salieron libres».

Estos tres años de encarcelamiento han sido muy duros para Antonio. «Antes lo veía mejor pero en la última visita lo vi bastante más deteriorado», reconoce triste su hermana. «Ha perdido más peso». Las condiciones de las cárceles marroquíes distan mucho de las que tienen los centros penitenciarios en España. «Lleva tres años preso y este último año ha sido el primero que ha conseguido una cama», confiesa Asunción. «Los dos primeros años dormía en el suelo».

Para la familia de este camionero, este proceso también ha sido un camino muy doloroso. «La primera vez que entras a esa cárcel es tremendo», recuerda. «En mi primera visita esperé cuatro horas en una cola para poder ver a mi hermano diez minutos». A consecuencia de la crisis, la situación económica de esta familia también es cada vez más complicada y resulta mucho más costoso viajar a Tánger. Ellos, sin embargo, lo tienen claro. No dejarán de luchar hasta que Antonio demuestre su inocencia y vuelva a casa. «Solo queremos Justicia».

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