Foto: GUILLERMO CARRIÓN
REGIÓN MURCIA

Juntos y revueltos

La resolución obliga a Antonio Vidal a vivir a partir del lunes junto a su exesposa y al novio actual de ésta Un vecino de Murcia critica que el juez haya asignado la vivienda de su madre a su exmujer

A. NEGRE ,

Viernes, 24 de junio 2011, 21:42

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El ánimo de Antonio Vidal va de mal en peor. A la ruptura de su matrimonio y la separación de sus hijas, este vecino de la pedanía murciana de Sangonera la Verde ha sumado en las últimas semanas una resolución judicial que él considera a todas luces «injusta» y que, afirma, le complica aún más la vida. El titular del juzgado de Primera Instancia número 9 de Murcia ha dictado un auto de medidas provisionales en el que concede a su exmujer la vivienda en la que antes vivían, propiedad de la madre de Antonio.

Esta resolución implica una situación muy complicada, dado que este contable de una empresa de la construcción reside, desde su divorcio, en ese domicilio -dividido a su vez en dos zonas- junto a su madre. «Cuando ella se fue le dije a mi madre que se subiera a esta casa porque es más nueva». No obstante, Antonio, de 40 años de edad, deberá a partir del lunes -que se hace efectivo el auto- trasladarse junto a su madre a la parte más antigua del domicilio para ceder el resto a su exesposa y a las dos hijas del matrimonio. De este modo, Antonio vivirá muy cerca -el patio central es incluso común- de su exmujer y el actual compañero sentimental de ésta. «El problema», alerta, «es que la convivencia es imposible».

«Una situación violenta»

El origen de esta situación se remonta a abril del pasado año, cuando el matrimonio de Antonio se fue a pique. La pareja había residido, durante nueve años, en un anexo a la vivienda que los padres de Antonio había construido en la pedanía murciana de Sangonera La Verde. Pese a tener dos puertas a la calle diferenciadas -una en cada extremo del domicilio-, ambas casas se encuentran comunicadas por un patio interior, que comparten y en el que el contacto es ineludible. En esa vivienda la pareja crió a sus dos hijas, de 8 y 4 años de edad, hasta que la ruptura tomó cuerpo.

Durante los últimos meses, la exmujer de Antonio ha residido en algunas viviendas de alquiler en compañía de su actual pareja y las dos hijas del matrimonio con Antonio. Según relata su exesposo, ha tenido una tercera hija con este hombre y ha rehecho su vida. Hace unos meses, sin embargo, interpuso una demanda de divorcio que ha llevado al juez a concederle la custodia provisional de sus dos hijas y, con ella, también el uso y disfrute de la que hasta el año pasado era su vivienda conyugal. No ha sido óbice para el magistrado que ese domicilio pertenezca a la madre de Antonio. «Me parece muy injusto porque esa casa la he sudado yo con mi padre, desde que tenía 15 años, ladrillo a ladrillo», clama Antonio. «El juez está creando una situación muy violenta».

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La familia de Antonio recuerda, además, que ambas casas comparten la toma de agua y luz y que, por tanto, deberán afrontar de forma conjunta ese gasto. A expensas del uso de la vivienda, el auto del titular del juzgado de Primera Instancia número 9 de Murcia fija también para Antonio un régimen de visitas a sus pequeñas y la obligación de pasar una pensión de 600 euros mensuales para el mantenimiento de sus dos hijas. Con ese importe, este vecino de Sangonera lLa Verde ha hecho cálculos y asegura que el sueldo no le da para alquilar otra vivienda y poner tierra de por medio. «Con lo que tengo que pasarles me quedan 400 euros para poder vivir, y eso si cuento con que mi madre me dé de comer», relata. «Con la crisis ya no trabajo sábados y mi jefe me ha dicho que no descarta despedirme si la situación sigue así de mal».

En este trance, Antonio cuenta con el apoyo incondicional de su hermana Josefa y su madre, Rosario García. Ésta última vive con especial preocupación y tristeza las circunstancias que ha generado esta resolución judicial, que critica duramente. «La casa es mía y yo la he sudado con mi marido, que ya lleva ocho años bajo tierra», clama. «Así que el lunes ya me pueden llevar a la cárcel, porque por las buenas no me pienso ir de mi casa. Eso lo tengo clarísimo».

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Rosario asegura contar con el apoyo de muchos vecinos de esta pedanía murciana que el lunes, a las 11 horas, piensan acercarse a su vivienda para evitar que la decisión del juez se haga efectiva.A la espera de ver si esta familia llega a un entendimiento que permita evitar el conflicto, Antonio aguarda ansioso que llegue el momento de que pueda recurrir esta decisión. «El juez no me ha dejado ni defenderme en todo el proceso y es que yo tengo un problema», recalca. «Mi problema es que soy hombre».

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