REGIÓN MURCIA

«La madre gritaba '¡ayudadme!', pero nadie podía hacer nada por su hijo»

Las historias de los vecinos que vivieron el terremoto en primera persona están llenas de dolor, de rabia y de lágrimas. Estas son algunas de ellas

D. VIDAL

Jueves, 12 de mayo 2011, 15:35

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Miedo, rabia, dolor, resignación y muchas, muchísimas lágrimas. Denominadores comunes en los vecinos de Lorca que ayer asistían impotentes al desarrollo de una tragedia sin precedentes. Las historias de padres, hijos, abuelos y amigos que sufrieron durante la tarde y la noche -y seguirán sufriendo cuando haya amanecido- los daños personales y materiales producidos por el terremoto se repetían en cada calle, en cada esquina, en cada rincón de un municipio aterido por un temblor que acabó convirtiéndose en una grave enfermedad de la que ahora intenta reponerse toda la Región de Murcia.

«Las máquinas saltaban»

Un trabajador asegura que «las máquinas de mi taller pegaban saltos con el segundo terremoto. En el Mercadona de al lado se ha caído todo, y la gente se ha tenido que tomar varias tilas porque estaban muy, muy nerviosos».

«Piensas que vas a morir»

«Ha sido como si se estuvieran resquebrajando los cimientos de la casa y además se estuviera hundiendo el techo. Te da tiempo a pensar que se te va a caer la casa encima y que vas a morir», relata angustiada otra lorquina mientras apura un cigarrillo, no sin ciertos síntomas de ansiedad, y señala a parte de su familia. «Tenemos en la calle a un paralítico y a una mujer mayor, sin saber qué hacer. Tenemos los calmantes dentro de casa y mi cuñado está rabiando de dolor... Es una situación muy dura».

El médico sorprendido

Otro testimonio crudo es el de un traumatólogo del hospital Rafael Méndez, que se encontraba operando en el momento en el que el terremoto sacudió Lorca, pero que prefiere no dar su nombre. «Estaba operando cuando todo empezó a temblar y un foco se cayó casi encima nuestro. Una de las paredes se resquebrajó. Decidimos terminar la intervención con la mayor precaución y salir de allí cuanto antes. La gente estaba muy alterada».

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«No sabía si mi mujer vivía»

Las escenas más duras se vivieron en el entorno del bar La Viña, donde murió un menor de edad. Cecilio explica a 'La Verdad' el gran aprecio que tiene por la familia propietaria del local, y dice que vio a la madre «gritando '¡ayudadme, ayudadme!', pero nadie podía hacer nada por su hijo», logra decir este vecino con una voz tenue y entrecortada. «Es una verdadera pena, una puta pena». Además, Cecilio asegura que «las comunicaciones fallan mucho y yo he estado una hora sin poder hablar con mi mujer. No sabía si estaba viva o muerta».

«A la casa que le den morcilla»

Un grupo de vecinas, apostadas al raso, comenta su estampida de sus viviendas. «Alguna vez he tenido que salir de mi casa con el cuchillo de pelar patatas en la mano, pero nunca como esta vez. Nunca ha sido tan fuerte como hoy». A su lado, una amiga añadía que «el horno se ha salido de su sitio y es cuando he salido a la calle corriendo. A la casa que le den morcilla». Su vecino, atento a la conversación, puntualiza: «Yo he parado el ascensor para que nadie lo utilice, no vaya a ser que a alguien se le ocurra montarse».

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«Que se caiga todo ya»

María llora desconsolada mientras cuenta cómo su marido fue a por ella cuando sucedió el primer temblor. «Luego vino una vecina y nos fuimos a su casa. Crujía todo. A una de las chicas que ha salido a la rambla para ponerse a salvo le ha caído una cornisa y se ha muerto. Ahora vamos a la casa de mi hijo, que vive en el campo, para pasar la noche. ¿Qué esperamos? ¿Que venga otro terremoto y que se caiga todo ya?».

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