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LA COLUMNA DE LA ACADEMIA

Consejos a un joven científico

JOSÉ S. CARRIÓN GARCÍA

Sábado, 26 de febrero 2011, 03:03

Hace unas semanas la Academia de Ciencias nos invitó a unos cuantos a una mesa redonda para debatir sobre el futuro de los jóvenes investigadores en el panorama científico-tecnológico español. El foro resultó estimulante y lo cierto es que quedaron aspectos por discutir. Mi contribución en esta columna pretende prolongar el debate.

Comenzaría afirmando que lo mejor que puede hacer un joven científico, más que obsesionarse con la planificación y la gestión del tiempo, es tratar de buscar oportunidades para la conversación y la correspondencia con gente inteligente que le preceda en su campo. Hay cierta evidencia sociológica de que esto proporciona utensilios valiosos para la edificación personal y para la generación de ideas. Es importante, sin embargo, no caer en la mitificación de la personalidad. La mayoría de los individuos exitosos, con independencia de su capacidad intelectual y de su mérito profesional, son personas que han gozado de uno o varios episodios de buena suerte, de alguna contingencia favorable en su biografía. Hay mucho narcisismo en nuestra profesión, a muchos la serotonina y la dopamina les sube con sólo aparecer por la puerta de una sala de conferencias.

Ante un resultado científico provocador, o que pueda brindar polémica por ir contra los antecedentes, conviene andar con pies de plomo. La publicación es obligada y debe ser inmediata, pero las formas de abordar el trabajo previo deberían estar provistas de la elegancia emocional necesaria para no despertar pasiones negativas en buena parte de la audiencia. Los científicos no somos ajenos a la búsqueda y preservación del poder. Y algunos colegas consagrados tomarán una discrepancia metodológica o conceptual como un ataque personal.

El científico joven debe tratar de llevar una vida ordenada y saludable, dormir bien, comer sano, el ejercicio físico no debería ser negociable para mantener un cerebro felizmente creativo. Conviene también asumir y disfrutar de un tiempo de nomadismo; viajar y trabajar en otros centros es crucial para la formación y proporciona la perspectiva necesaria para abordar cualquier reto experimental o académico.

Finalmente, creo que es obligatorio que un científico, más todavía si está comenzando su carrera, mantenga unos niveles altamente saludables de escepticismo. Este es un activo que cabe cultivar. Tarde o temprano, alguien vendrá con nuevos datos y acabará con el modelo que tanto esfuerzo nos costó elaborar. Se ha dicho, con acierto, que la ciencia avanza de funeral en funeral.

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