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JAM ALBARRACÍN
Domingo, 5 de diciembre 2010, 04:26
Hora: 21.30 o'clock. Sale a escena con sus inmaculados traje y corbata, con su bombín, su libro, su maletín y su pipa. Hace una cortés inclinación de cabeza, antes de dejar cada cosa en su sitio y sentarse frente al piano. ¡Qué elegancia británica! Elemental, querido Watson, es Neil Hannon, posiblemente el último dandy del pop, al tiempo que uno de sus mejores compositores y más convincentes cantantes de las últimas dos décadas. Si el concierto hubiese sido a las 17.00, se hubiese hecho servir un té.
El hecho de venir sin banda no restó un ápice de interés a su esplendoroso concierto, máxime al desarrollarse en la Miguel Ángel Clares -la pequeña del Auditorio-, la sala perfecta para este tipo de eventos, dotada de una estupenda acústica y que fomenta la cercanía con el artista. Y Hannon no sólo es un artistazo, sino que se maneja mejor que bien en el aspecto de la comunicación. Es sorprendente su capacidad para exhibir sentido del humor -un sentido del humor muy británico- sin perder jamás la elegancia, para jugar con un encantador cinismo y tomar distancia de sus propias composiciones («esta canción es larga y muy lenta, pueden aprovechar para echar una cabezada, ya les despierto al final») sin restar ni un soplo de emoción y sentimiento real, para erizar la piel con su dramatismo sin afectación.
Alternando piano y guitarra, Neil Hannon ofreció un medido repaso a (casi) toda su discografía como 'The Divine Comedy'. Y aunque jamás bajó el listón del notable, destacaré títulos como 'Generation sex' y 'Perfect lovesong' -con el glorioso momento de la irrupción del asistente de cejilla-; como la adorablemente ligera 'At the indie disco' -de su nuevo álbum y en la que el público marcó el ritmo de la batería- y la intensa 'Tonight we fly'; como 'The certainly of chance' y la teatral 'The frog princess' -¡nos hizo cantar La Marsellesa!-; como la bellísima 'Lady of a certain age' -lástima perdernos en parte su faceta como letrista, porque también aquí es magnífico- y esa historia de amor nocturno y final inesperado que es 'Our mutual friend'; como su sorprendente y algo cómica versión de 'Don't you want me' de la Human League y 'Becoming more like Alfie', con sólo de guitarra vocal incluido... Paro o citaré las veintitantas que interpretó.
Neil Hannon, el divino comediante, juega en una división tan superior como poco frecuente, la del que desborda romanticismo hasta pidiendo la hora pero no alardea -incluso huye- de ello. Sus canciones son espléndidas en todos los sentidos: armónico, literario, melódico e interpretativo. Y luego está esa voz... La Voz. Una voz razonablemente versátil dentro de su tono grave de barítono, una voz que haría grande hasta a una canción de radiofórmula. Bueno, igual me paso.
Neil Hannon, La Divina Comedia, pasó por Murcia dejando un regusto, eso es, celestial.
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