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Cultura

Científicos: si los quieres, págales

LA COLUMNA DE LA ACADEMIA

Jueves, 8 de julio 2010, 03:54

El pasado día de San Juan apareció en 'Nature' (la publicación científica más leída del mundo) un informe sobre el salario de los científicos basado en encuestas realizadas a 10.500 investigadores de 16 países. Conclusiones: el 'top five' de puntuación corresponde a Dinamarca, Países Bajos, Suecia, Francia y Suiza, si tenemos en cuenta un ranking basado en salario, cobertura sanitaria, pensión y grado de independencia. De los peor pagados, los italianos y los españoles. Las mejores expectativas de importación de cerebros: Estados Unidos, Brasil, China e India.

Surge una moraleja para el administrador: en la ciencia, si quieres jugar, tienes que pagar. Y si retienes a los mejores, habrá beneficios, dada la correlación positiva entre el progreso de un país y el sueldo de sus científicos. Hay casos en los que a pesar de la crisis económica, las retribuciones no sólo no han bajado, sino que se han mantenido o incrementado.

Como imaginan, no estoy hablando de España. Aquí, el estudio de 'Nature' nos pone por debajo de la media y por debajo de países como Corea del Sur, India o Australia. Y ahora resulta que, como los científicos de carrera son mayormente funcionarios, hay que bajarles todavía más el sueldo, para satisfacción de algunos grandes empresarios que loan la libre competencia mientras se nutren de prebendas. Decía Elías Canetti que «cualquier tonto puede, siempre que le venga en gana, perturbar al espíritu más complejo».

El salario informa sobre la consideración profesional y social del individuo. Bajarlo significa sencillamente depreciar ambas cosas, con unas consecuencias irreversibles, pero predecibles: emigración de los más cualificados. Claro está que nuestros salarios son públicos y fiscalizables, en contraste con la opacidad de los ingresos de aquellos que han decidido que el fiasco de la conjura jacobina que hay entre la casta política y los 'mercados' se pague 'democráticamente'.

Las instituciones y su eficacia se miden por el valor de sus recursos humanos. Aquí se ha preferido preciar el cemento y la madera. No podía ser de otro modo en un país profundamente antiintelectual, donde para lo único que se ponen de acuerdo los políticos es para intervenir la libertad del individuo.

Perder científicos es abortar el futuro. Porque los científicos todavía vivimos en la cultura del esfuerzo. Nuestros gobernantes nos bajan el sueldo, homologando sueldo con valor y devaluando nuestro papel social. Respecto al valor que nos dan, queda acreditado: todos igual, o sea, cada uno un voto.

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