Úlceras en la piel, uñas sin cortar y muchos pañales sin cambiar en residencias de mayores de la Región
Técnicos auxiliares de enfermería (TCAE) denuncian las «pésimas» condiciones laborales en los centros con brotes de Covid, lo que «afecta de forma directa a la atención a los ancianos»
Úlceras generadas en la piel de los ancianos «por no moverlos», bocas «muy sucias» por la falta de higiene, «uñas sin cortar» desde hace meses, ... cabezas sin lavar desde hace semanas y «muchos pañales orinados» que llevan horas sin cambiar. Esta es la terrible situación que describen casi una decena de técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) que actualmente trabajan en residencias de mayores de la Región de Murcia intervenidas por el Servicio Murciano de Salud (SMS) tras la detección de brotes de coronavirus, y que han denunciado las «pésimas» condiciones laborales a las que se enfrentan en estos geriátricos. Algo que «afecta de manera directa a la atención que reciben los residentes», lamentan.
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Las quejas referentes a las condiciones de trabajo se resumen en un documento presentado a Salud a finales del mes pasado, al que ha tenido acceso LA VERDAD, donde los profesionales del SMS agrupados en el Sindicato de Técnicos de Enfermería (SAE) explican que hacen «turnos de 12 horas con los EPI puestos, sin apenas poder ni beber agua, ir al baño, ni comer durante toda la jornada». Unas condiciones «precarias» derivadas en muchas ocasiones de la escasez generalizada de personal y recursos, y que llegan al extremo de «tener vestuarios a la intemperie, sin circuitos de zona limpia y sucia ni un lugar donde dejar las cosas personales». Algunos trabajadores han llegado a recibir manguerazos de agua y lejía para desinfectar el EPI completamente sudados y han acabado enfermando «con un resfriado» creyendo que se habían contagiado de coronavirus.
Recuerda SAE con la normativa en la mano que «los trabajadores tienen derecho a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo», lo que supone «un deber de protección por parte de los empresarios y de las Administraciones públicas respecto del personal a su servicio». Estos profesionales, incluidos en la bolsa de trabajo a la que recurre el SMS para complementar las carencias de cuidadores en las residencias cuando se presenta un brote de Covid-19, critican que son enviados «de una residencia a otra cada pocos días sin ser informados en ningún momento de la variación de las condiciones de trabajo». Por todo ello, el sindicato pide al consejero de Salud, Manuel Villegas, que «en el plazo de quince días adopte las medidas oportunas para solucionar las deficiencias referentes a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y el Estatuto de los Trabajadores».
De Ballesol a Virgen de la Fuensanta
El panorama descrito por algunos de estos trabajadores en sus quejas es dantesco. Úlceras en la piel de los ancianos por no ser movidos durante días y el efecto de pañales empapados durante horas. Usuarios que amanecen en la cama con los restos de la cena de la noche anterior. Un escenario propio de «una zona de guerra o de un campo de concentración», como han llegado a definir la situación en los propios centros algunos de los responsables del sector.
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«Tenemos que descontaminarnos en la calle con agua fría después de salir chorreando sudor, vamos a coger una pulmonía. Las condiciones de trabajo son tercermundistas», protesta una profesional de Ballesol, donde han fallecido ya 15 usuarios y cuatro de cada cinco ancianos han contraído la enfermedad. Algunos trabajadores «se han llegado a orinar encima». No por empatía con los ancianos, sino porque no les ha sido posible llegar a tiempo al baño. Los trabajadores se muestran «desesperados y «exhaustos» al comprobar cómo las carencias de personal y recursos en las residencias provocan una atención deficiente al colectivo más vulnerable.
Una técnico auxiliar de enfermería asignada a la residencia Virgen de la Fuensanta denuncia por su parte la «descoordinación» que se encontró al llegar al centro, con ancianos que «no estaban aseados ni cambiados de postura, sin sábanas suficientes para hacer los cambios necesarios». Esta profesional señala en su escrito que no quiere ser «partícipe del maltrato institucional a personas», y pide ser «trasladada a una residencia donde pueda realizar mi trabajo en condiciones, sin tener que estar mis dos días de libranza reponiéndome» después de acabar un turno «destrozada física y mentalmente». También en esta residencia, otra profesional lamenta que se encontrara con 26 residentes para ella sola al entrar a las ocho de la tarde en la denominada 'zona roja' de las residencias donde se detectan los brotes. Denuncia «limpieza escasa», con mezcla de «sucio y limpio». Para esta cuidadora, la situación que se vive en esta y otras residencias «es una verdadera locura» y espera que cambie «pronto, por nuestro bien y el de los pobres residentes».
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La falta de material suficiente también es una queja recurrente entre los trabajadores, con «una mascarilla para todo el día en zonas con infectados», coinciden varios testimonios, «lo que supone un riesgo para nuestra salud y la de los demás». También se han registrado críticas por parte de profesionales asignados a Campos del Río y otras residencias de la Región de Murcia gestionadas por el sector privado, a las que se refiere en exclusiva la crítica de estos trabajadores. Aunque la mayoría de plazas en estos centros están concertadas con el IMAS. Por ejemplo en la residencia municipal San Francisco de Asís, en Ceutí, donde los profesionales denuncian que los usuarios «no llevan mascarilla» y las lentejas se han llegado a transportar a la planta Covid «en el suelo del ascensor». Muchos de estos trabajadores piden ser reasignados en residencias completamente públicas, la minoría, donde la ratio de usuarios por cuidador es mucho menor.
Novoa reconoce «desasistencia puntual»
El coordinador del equipo encargado de atender los brotes en las residencias (Corecaaas), Abel Novoa, niega que haya un problema «sistemático» de desasistencia en las residencias de mayores, y pone el foco en «las reticencias» que algunos de estos trabajadores del SMS ponen a la hora de prestar servicio en estos centros, lo que en muchas ocasiones «puede provocar problemas puntuales» por los que «damos cuenta todas las semanas y siempre pedimos perdón por ello a las familias». Novoa reconoce la «conflictividad» con muchos de estos cuidadores, algunos de los cuales llegan a rechazar el contrato y otros «desaparecen al llegar a la residencia y no cumplen con lo que les pedimos. Nadie sabe dónde se han metido. Auxiliares que no hacen su trabajo, directamente».
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Abel Novoa admite que es una situación «muy difícil», que requiere «un gran esfuerzo» en un lugar «donde alguien del SMS no está acostumbrado a trabajar» y que además ahora exige unos «desplazamientos» entre áreas de salud que no se daban en la primera ola. Además, la mayoría «intervienen en los primeros días del brote, cuando la residencia se está cayendo, literalmente. La mitad del personal deja de ir a la residencia por los positivos detectados y entonces tenemos que suplir esas carencias con trabajadores que no conocen el centro y que hemos sacado de la bolsa, que tienen miedo y que no quieren venir. Nadie llega de buen gusto», resume.
«Puede que haya un pañal sin cambiar todo el día, puede pasar», admite Novoa. «Pero esto no pasa porque no haya atención, sino porque la coordinación es complicada. Porque estamos en una fase de formación. En los primeros días del brote se puede dar alguna situación de este tipo, pero esto se estabiliza rápidamente porque tenemos personal de sobra», explica. Eso sí, también ha habido «algún fin de semana difícil porque la bolsa de trabajo estaba cerrada y hemos tenido que tirar del personal de la residencia y doblando turnos. Tuvimos que llamar de urgencia a dos auxiliares del hospital de Caravaca de la Cruz para que hicieran turnos en la residencia de Cehegín porque las dos personas que habíamos contratado se habían negado a ir a última hora». Incidencias que, según Novoa, se producen «todos los días». De hecho, y según ha podido saber LA VERDAD, entre un 20% y un 30% de los profesionales a los que se les hace llamamiento no se presentan o renuncian el primer día, «lo que dificulta en ocasiones la atención a los residentes», según fuentes sanitarias. Con todo, Novoa solo tiene «reconocimiento» hacia la labor de todo el colectivo, pero niega tajantemente que los usuarios de residencias de mayores de la Región «estén desasistidos».
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Por su parte, fuentes de Salud dijo que «al personal que contrata el Servicio Murciano de Salud para trabajar en las residencias de mayores intervenidas se le aplican exactamente los mismos horarios y mismas condiciones de trabajo que en los hospitales del SMS». Algo que rechaza de forma absoluta el sindicato SAE en su escrito a la Consejería. «Las condiciones de trabajo de los auxiliares de enfermería siguen los mismos criterios organizativos y laborales que enfermeras y médicos», zanjan las mismas fuentes de Salud.
«Se pasan parte de la noche durmiendo»
El director de la residencia Virgen de la Fuensanta, José Forner, negó todas las acusaciones de los trabajadores del SMS que hacen referencia a su centro y que, según su opinión, «se pasan buena parte de la noche durmiendo mientras los que sacan el trabajo adelante son los empleados propios de la residencia». Explica Forner que «el sistema de trabajo de los hospitales es muy diferente al de las residencias. Una profesional de una residencia trabaja mucho más que una profesional del servicio público. Estamos para cuidar de los mayores. Hay que hacer muchos cambios posturales. Si una persona se hace sus necesidades por la noche no solo hay que cambiar el pañal, sino también lavar a esa persona». También niega que «solo haya un trabajador para 26 ancianos», ya que «por las noches tenemos un total de cuatro cuidadores por planta». Forner, quien también pertenece a la junta directiva de la Asociación para la Dependencia de la Región (Adermur), se mostró indignado por las acusaciones de estos profesionales asignados por el SMS y se mostró dispuesto a «llamar a quien haga falta para que estos trabajadores se vayan de aquí».
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