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Las alumnas de Bellas Artes Emilia Ros, Virginia Pérez, Helena García y Verónica Ripoll, este viernes, en la cafetería del campus. V. Vicéns / AGM
«Tres tercios de participantes: uno, para vomitar; otro, 'contento' y el resto, sobrio»

«Tres tercios de participantes: uno, para vomitar; otro, 'contento' y el resto, sobrio»

Los universitarios señalan que muchos jóvenes se pasan con el alcohol en estas convocatorias y que hay poca seguridad

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Sábado, 28 de abril 2018, 02:31

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Fue una fiesta bestial, pero eso no sorprende a los jóvenes que el pasado jueves disfrutaron, en mayor o menor medida, de ella. Porque todas esas convocatorias, sin excepción, suelen ser así. O acabar así. Esta era la conclusión a la que ayer llegaban muchos alumnos de la Facultad de Bellas Artes y de su vecina, la de Óptica, cuando valoraban la supuesta violación a una joven. «Siempre hay gente 'desfasá', que cree que se acaba el mundo. Y claro, al final acaban como acaban», advertía Sergio, uno de los universitarios.

Otros asentían. Como Eusebio, quien añadió que el consumo de alcohol y drogas es algo habitual entre muchos jóvenes y los problemas que eso suscita son «una simple cuestión de probabilidad: cuanta más gente, más alcohol; cuanto más alcohol, más historias». Y la fiesta del jueves no fue una excepción.

Aunque el grueso de los participantes llegaron ya pasado el mediodía, muchos de ellos andaban «algo contentos» cuando aún no eran las cuatro de la tarde. Otros ni andar podían. Así que las escenas de jóvenes al filo del coma etílico fueron habituales. «A algunos había que llevarlos entre dos -continúa Merche, otra alumna- y hasta hubo otro que cayó de morros en unos charcos de barro. Ese ya iba 'trifásico'».

«Hubo uno que cayó de morros en un charco. Ese ya iba 'trifásico'», asegura una estudiante «Machismo siempre hubo, pero ahora se conoce más por las redes sociales», apunta otra alumna

Las diferentes categorías de quienes disfrutan (o dicen disfrutar) del alcohol también resultan curiosas. Hay quienes van 'ciegos', otros con una 'papa' graciosa, «aunque controlando la situación», y no falta quien arrastra una auténtica 'tajá', que viene a ser la borrachera total con todos sus aliños: vómitos, conversación incomprensible, mareos...

Quizá la descripción más sorprendente que aportaban ayer sobre el estado de algunos era la que un grupo de alumnas discutía en la cafetería de Bellas Artes. «Se podían distinguir tres tercios de participantes en esa fiesta, como en cualquier otra: Unos, a punto de vomitar porque se habían pasado; otros, solo contentos por el consumo de alcohol, y el resto, sobrios». E incluso advertían de que «esta es la tónica en la mayoría de eventos que se celebran».

«Es mejor ir en grupo»

Solo bastaba sumarle a la situación del pasado jueves que se trataba de la última fiesta convocada antes de los exámenes, «lo que provoca que haya quienes salgan a disfrutar como toros desbocados; aunque luego acaben como mulos», bromeaba Antonio Martínez, otro alumno.

Quizá por eso, ellas tienen más miedo a acudir solas a según qué jaranas. «Preferimos ir en grupo, pues nos sentimos más protegidas y solemos tener cuidado», señala Virginia Pérez, quien, como su compañera Helena García, considera que el alcohol «no hace peor ni mejor a nadie: solo saca de dentro lo que cada uno lleva. Es una cuestión de educación y de principios».

Sus compañeros de aula compartían esa opinión. Además de añadir, según Eduardo, «que no solo acudimos universitarios a esas fiestas. También viene mucha gente que ni siquiera estudia, pero que han conseguido una entrada. Y eso complica aún más los controles».

Las alumnas reconocían que las borracheras no son solo una costumbre masculina. «Unos y otros beben por igual. No es raro, por tanto, que sufran los mismos efectos, aunque en ningún caso eso justifica una agresión o un abuso; jamás», apostillan. Respecto a un posible aumento de actitudes machistas entre los jóvenes murcianos, ambos grupos lo descartan de plano. Verónica Ripoll destaca que «el machismo siempre ha existido, aunque las redes sociales permiten que esos casos se difundan más en la actualidad. Por un lado, resulta positivo para que la sociedad se conciencie». Eusebio también lamenta que «algunos piensen que son más hombres por acostarse con una chica. O que confundan el flirteo normal con algo que degenera en un abuso».

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