José Plana, Enrique Egea y Dionisio González Otazo, este jueves, en la avenida Gutiérrez Mellado de Murcia. Vicente Vicéns / AGM

Testigos directos de la Región: «No sabíamos si los disparos iban al techo o a los escaños»

Enrique Egea (UCD), José Plana y Dionisio González Otazo (PSOE) eran diputados por Murcia cuando ocurrió el golpe de Estado

David Gómez

Murcia

Domingo, 21 de febrero 2021, 07:16

El temor que puedan tener a la Covid-19 no tiene comparación con el que pasaron hace cuarenta años, cuando estaban en la flor de ... la vida, en la carrera de San Jerónimo. Enrique Egea (UCD), José Plana y Dionisio González Otazo (PSOE) eran diputados por Murcia cuando ocurrió el golpe de Estado. Son los últimos testigos directos del 23-F que quedan vivos en la Región.

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LA VERDAD los reunió el pasado jueves en la avenida de Murcia que lleva el nombre de Gutiérrez Mellado, héroe contra los golpistas. Llevaban muchos años sin verse y se pusieron al día de sus vidas. Todos tienen ya nietos a los que contar las anécdotas de la asonada. Los tres parlamentarios murcianos se tiraron al suelo cuando los guardias civiles dispararon, como todos excepto Adolfo Suárez, el citado Mellado y Santiago Carrillo. «Es que no sabíamos dónde iban los tiros, si al techo o a los escaños. Yo juro que pensaba que iba a ver venir una bala hacia mí de un momento a otro. ¡Qué digo, no la iba a ver venir, me iba a impactar directamente!», rememora Enrique Egea, que realizaba desde su escondite planes para marcharse con su familia a Inglaterra y «huir de esta república bananera».

Los diputados pasaron 18 horas esperando a esa autoridad competente -«militar, por supuesto»- que nunca llegó. Plana asegura que vio asomarse al general Armada, el supuesto 'elefante blanco', por el hemiciclo, sin llegar a entrar en él. Recuerdan los tres el mal humor del teniente Izquierdo, «que nos decía 'silencioooo'», afirma González Otazo.

Fue el cambio de actitud de los asaltantes hacia ellos lo que les hizo percibir que el golpe no avanzaba. Aun así, pasaron momentos tensos cuando se llevaron a los líderes políticos a otra sala y cuando plantearon encender una hoguera. «Hubiéramos muerto allí asfixiados, ¡estaban locos!», se sorprende todavía Enrique Egea.

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