«El teatro despierta la curiosidad y la creatividad literaria de los niños»

-¿Deberían las artes escénicas convertirse en una asignatura obligatoria en los colegios, como la música o las matemáticas?

-Sí. Costaría bastante organizar la materia, pero sería muy beneficioso y gratificante para los niños. De momento, dedicamos al teatro una hora a la semana en Lengua.

-¿Qué valores aprenden?

-La colaboración, la superación y el respeto por los compañeros. Son conscientes de que cualquier actor se puede equivocar encima del escenario, y no se echan la culpa entre ellos. También trabajan la memoria y la autoestima, pues ganan confianza cuando se enfrentan a su público. De hecho, una de mis alumnas sufría pánico escénico y otro de los chicos presentaba síntomas de baja autoestima, y ambos casos han cambiado. El teatro ha sido determinante en sus procesos de mejora.

-¿Se ven reflejadas sus nuevas habilidades en otras materias escolares?

-Sí. Durante las exposiciones, por ejemplo, muestran más soltura en el lenguaje oral y no les da reparo salir a la pizarra delante de los compañeros. Se nota que están acostumbrados a actuar.

-¿Y en el lenguaje escrito?

-También. El teatro despierta la curiosidad y la creatividad literaria de los niños, se han convertido en estudiantes muy despiertos con ganas de aprender cuentos. Algunos, incluso me han entregado breves historias escritas por ellos.

-¿Causaría el mismo efecto en los adultos?

-Seguramente, pero creo que serían más reticentes a la hora de probar la experiencia, o más vergonzosos. Mientras, dentro del aula, aunque algunos no acogieron el teatro con especial ilusión, todos los alumnos terminaron animándose. Ahora, no hay quien los pare.

-¿Encuentran más difícil memorizar las líneas o actuar?

-Para memorizar no tienen ningún problema; la expresividad les cuesta más. Que doten de realidad lo que dicen y que se sientan cómodos en el escenario es más difícil. Con ellos, es necesaria la paciencia y constancia. Para que aprendan, en 'Llega la Navidad, llega la esperanza', existe bastante movimiento en el escenario, pues los personajes entran y salen con frecuencia. Participan los 23 niños de la clase.

-¿Dónde encontró una obra que abarcase tantos personajes como niños forman una clase?

-En mis ideas. Es una obra de creación propia, el segundo trabajo que escribo. El primero, titulado 'Las aventuras de Alpargata y Zapatilla', que también lo compuse pensando en mis alumnos, trataba sobre la importancia de la amistad y los protagonistas eran dos bandos piratas que se embarcaban en la búsqueda de un tesoro. Transcurre en una isla, donde conocen a un náufrago muy particular.

-También ha sido actriz. ¿Prefiere la dirección o la actuación?

-Disfruto más ejerciendo como directora, aunque sea un puesto que se tenga que encargar de más responsabilidades. Es quien coordina a los actores y programa la escenografía.

-¿Qué podrían adoptar el resto de asignaturas del teatro?

-Los ejercicios para trabajar la expresión oral y la vocalización. Además, es un aliciente que les enseña a esforzarse: quienes no se estudian sus papeles, no pueden continuar en la compañía.

-¿Guarda 'Llega la Navidad, llega la esperanza' alguna moraleja para el público adulto?

-Sí, pues también va orientada a ellos. Meditar acerca de nuestro comportamiento y reflexionar sobre cómo influimos en las personas que nos rodean, es el mensaje que queremos transmitir.

-¿Ha pensado en añadir el cine a sus clases?

-Claro. A lo largo del curso, me gustaría grabar una obra sobre Leonardo da Vinci. Aún así, creo que los alumnos prefieren el teatro, sentir la emoción del momento y actuar en directo.

-¿Y en proyectos de futuro?

-Sí. La tercera obra que estamos preparando en el colegio Infanta Leonor de Mazarrón, '¿Dónde está mi inspiración?', se estrenará en marzo o en junio, según el progreso que los niños realicen. Trata sobre el arte.

-¿Se atrevería a dirigir a adultos?

-No me lo planteo. Enseñarles valores fundamentales a los pequeños es mi vocación, no necesito más.