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Tres jóvenes observan las explicaciones del examinador en las pruebas de acceso al Ejército. N. GARCÍA / AGM

Las solicitudes de acceso al Ejército bajan casi un 35% en siete años

A pesar del descenso de aspirantes, la Delegación de Defensa sitúa a la Región entre los cuatro primeros centros de reclutamiento más potentes del país

MARTA SEMITIEL

Murcia

Lunes, 19 de marzo 2018, 02:02

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Un salario fijo, un puesto de trabajo estable y la oportunidad de hacer carrera militar o de saltar a otros cuerpos de seguridad del Estado son algunos de los aspectos que más llaman la atención de los jóvenes murcianos que se presentan a las pruebas de reclutamiento de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, los atractivos del Ejército no han impedido que el número de solicitudes de acceso en la Región caiga un 34,8% en los últimos siete años, pasando de 5.579 aspirantes en 2009 a 3.636 en el último año. El descenso se debe, en parte, a la casi total desaparición de los solicitantes extranjeros: de unos 1.200 presentados a las pruebas de acceso en 2009 a apenas 61 en 2017.

A pesar de las cifras, el centro de reclutamiento de la Región mantiene su posición y sigue siendo el tercer o cuarto que más reclutas examina en el país: «Nos situamos cada año por detrás de los centros de Madrid y San Fernando (Cádiz), y los siguientes puestos siempre se reparten muy igualados entre Sevilla, Granada o Murcia», asegura el teniente coronel Agustín Donaire, responsable del centro examinador de la Delegación de Defensa en la Región, por el que pasan a diario unos 35 aspirantes murcianos.

Ni la tendencia a la baja en las candidaturas ni la dureza de las pruebas condicionan, en cambio, la determinación de aspirantes como Ginés Rivera, que a sus 21 años es la segunda vez que consigue un apto para entrar en las Fuerzas Armadas. «Ya hice las pruebas a los 18 años y conseguí una plaza en el Ejército de Tierra en San Sebastián. A los dos años se me cumplió el contrato y decidí dejarlo, pero ahora he vuelto para solicitar una plaza aquí en la Región», cuenta el joven, cuyo objetivo es formar parte de las bases aéreas de San Javier o Alcantarilla, o de la Armada en Cartagena, los dos destinos más solicitados por los murcianos. «Si pudiera elegir preferiría el Ejército del Aire, porque me atrae mucho que sea un cuerpo de élite y porque son destinos en los que casi siempre estás aquí en la Región», añade. Con su título de bachiller y sin tradición militar en su familia, la primera vez que se presentó a las pruebas de acceso, Ginés tuvo que enfrentarse a los prejuicios en su entorno más cercano: «Me decían que estaba loco, que yo era una persona con estudios y que esto era solo para los que no querían estudiar. Pero nada más lejos de la realidad. Muchos de los jóvenes que solicitan hoy entrar al Ejército están muy preparados. Esto ya no es como antes, ahora al ser voluntario, el perfil de la gente que se presenta es el de personas que de verdad quieren estar aquí». Como él, la mayoría de jóvenes aspirantes tiene entre 21 y 22 años, una edad que también ha variado desde 2009, cuando la edad más repetida eran los 18 y 19. La oferta para el acceso al Ejército se ha repartido en tres ciclos de exámenes en 2017, cada uno de entre 2.000 y 3.000 plazas aproximadamente.

Las plazas más codiciadas son las que se ofertan para el Ejército del Aire y la Armada de Cartagena Las mujeres que se presentan a las pruebas suponen apenas un 11% del total de aspirantes

Ginés es uno de los más de 16.600 candidatos presentados en toda España para el último ciclo, iniciado en diciembre y cuya segunda fase se encuentra en periodo de finalización con el reconocimiento médico y las pruebas físicas. Tras haber conseguido el nivel que requieren los destinos a los que aspira, el joven tendrá que esperar al mes de mayo para conocer si ocupará una de sus plazas preferentes.

Minoría femenina

Como en todos los cuerpos y unidades que componen el Ejército, también entre los solicitantes siguen siendo minoría las mujeres, que en 2017 fueron el 10,9% del total de aspirantes a reclutas. La cifra también cae en comparación con el año 2009, en el que suponían el 15,4%.

Teresa Marina Pascual es una de las chicas que ha conseguido un apto en todas las pruebas de acceso. Graduada en Ciencias del Deporte, la joven de 25 años ha decidido probar suerte en el Ejército «porque el ámbito militar siempre me ha llamado la atención, y como las oposiciones y la docencia es algo que actualmente está muy difícil, pues voy a probar suerte. Al tener estudios universitarios, creo que puedo aspirar a promocionarme una vez dentro, y eso me gusta». Al igual que Ginés, ella también ha solicitado entrar en la Armada de Cartagena. Tan solo se ha cruzado con tres chicas más en todo el proceso de selección, y reconoce que la reacción social cuando cuenta que ha solicitado entrar en el Ejército «todavía es de sorpresa, hay personas a las que les cuesta entender que una mujer quiera entrar aquí, porque consideran que este es un mundo de hombres. Sobre todo es un pensamiento de gente mayor».

Las pruebas físicas están adaptadas y son de menor exigencia para las chicas, pero Ginés y Teresa reconocen que la más difícil es la misma para todos los aspirantes: el salto de longitud. «Es algo que no te va a salir bien si no eres físicamente activo, y aún así tienes que prepararla», reconoce la graduada. Los dos podrían acabar siendo compañeros en la Armada de Cartagena, aunque para ella el Ejército todavía «es un mundo muy desconocido, porque no tengo familiares dentro. Tan solo he podido hablar con un conocido que está en la Armada y que me ha contado un poco cómo es la vida allí, siempre en danza entre el puerto y las salidas al mar».

El desconocimiento no frena las ganas que tiene la joven de incorporarse al Ejército: «Creo que lo mejor de todo será levantarme día a día para hacer algo que me gusta, sentir que el ámbito militar al final llega a ser mi casa y mi familia», dice mientras sonríe con los ojos. Por su juventud, Teresa todavía no se plantea formar una familia, pero reconoce que le surgen «ciertas dudas al respecto» y cree que, llegado el momento, le será «más difícil que a un hombre» poder compatibilizar su trabajo con la maternidad. Pero tampoco esta cuestión la frena. Teresa imagina que «lo peor que tiene el Ejército es tener que estar fuera de casa y encontrarte en situaciones de peligro, que las habrá».

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