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«El 'canario del minero' de nuestro hábitat desaparece»

«El 'canario del minero' de nuestro hábitat desaparece»

Los biólogos alertan de que la regresión de los anfibios revela que «nuestra calidad de vida está comprometida», porque son bioindicadores ambientales

Pepa García

Martes, 3 de junio 2014, 19:56

Los anfibios son el grupo de vertebrados más amenazado a nivel mundial; un tercio de las más de 8.000 especies actualmente contabilizadas presentan serios problemas de supervivencia, según datos de UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Un problema aún más grave en el sureste de la Península Ibérica, «una de las áreas más áridas de Europa y donde los anfibios ya están, de por sí, viviendo en condiciones subóptimas», detalla Juan Ramón Fernández Cardenete, biólogo especialista en seguimiento de fauna amenazada y uno de los principales autores de la 'Guía de anfibios del sureste ibérico', que se presenta mañana.

Además, «en los últimos 30 años estas condiciones adversas se han visto empeoradas por procesos de cambio climático que derivan en sequías prolongadas y en fenómenos meteorológicos imprevistos de gran virulencia, como la temida gota fría, cada vez con mayor incidencia», detalla Fernández Cardenete, miembro de la Asociación Herpetológica Granadina.

Esta climatología perjudicial para los anfibios, así como la transformación de los paisajes, la canalización de manantiales, fuentes y arroyos, la contaminación del entorno y la desaparición de actividades tradicionales como la ganadería extensiva y, por tanto, las charcas ganaderas que surtían de agua a las cabañas trashumantes, han revertido en una pérdida de hábitats de reproducción para las doce especies de anfibios que pueblan el sureste peninsular: salamandra, tritón pigmeo, gallipato, sapillo pintojo, ranita meridional, sapo corredor, sapillo moteado, sapo partero común, sapo partero bético, sapo de espuelas, sapo común y rana común.

De esta docena de especies, solo diez se pueden encontrar hoy en la Región: «La ranita meridional, arborícola y de apenas 15 mm. de tamaño, se ha extinguido en tiempos recientes en la Región, ya que las últimas citas son de mediados de la década de los noventa. Hace un año se encontró un macho adulto cerca de Murcia, pero lo más probable es que se le hubiera escapado a alguien que tuviera un ejemplar capturado de otra zona, porque no se han vuelto a ver más», detalla Eduardo Escoriza, presidente de Ahemur (Asociación Herpetológica Murciana) y otro de los principales autores de la 'Guía de anfibios del sureste ibérico'.

Tampoco se puede encontrar ya en territorio murciano al tritón pigmeo, un urodelo endémico de la mitad sur peninsular, que va perdiendo terreno en el sureste, apuntan los autores de la guía; un ingente trabajo de recopilación de datos y reconocimiento sobre el terreno realizado de manera altruista.

En concreto, explica Fernández Cardenete, en las zonas montañosas es donde menos perjuicios están sufriendo las diferentes especies de anfibios, mientras que las vegas y zonas bajas son las más perjudicadas por el aumento de la agricultura intensiva.

«Curiosamente, la rana común es la única especie cuyas poblaciones han crecido, porque se adaptan fácilmente a nuevos escenarios y son más tolerantes a la contaminación, así que se aprovechan de cuerpos de agua relacionados con la actividad humana: piscinas, fuentes, estanques, donde son capaces de instalarse y vivir sin ningún problema», apunta Escoriza.

Confirman sus temores

Tras nueve meses de intenso trabajo, en los que se ha recopilado información aportada por más de 25 personas, entre aficionados y profesionales con experiencia, José Ramón Fernández explica que «se confirma nuestros temores. Aunque se han localizado algunas nuevas poblaciones -una de sapo partero bético en Bullas y otra de gallipato en Sierra Espuña-, lo dramático es que están siempre aisladas y en condiciones de supervivencia muy comprometidas». Ejemplo de esta situación es la presencia de la hasta ahora última comunidad conocida de gallipatos de la Región, viviendo en túneles mineros, como publicó recientemente Ahemur.

Precisamente el trabajo de recopilación de citas que desde hace 15 años realiza su presidente, Eduardo Escoriza, ha puesto de manifiesto la pérdida de poblaciones en la mayoría de las especies. Una cuestión nada intrascendente, si se tiene en cuenta que los anfibios son uno de los mejores bioindicadores de la calidad ambiental de nuestro hábitat. «Son el 'canario del minero' de nuestro hábitat; viven en el agua que bebemos y en la tierra que nos mantiene. Si desaparecen de manera silenciosa, quizá debamos pensar que nuestra calidad de vida se esté viendo igualmente comprometida», alerta Juan Ramón Fernández. Y, puntualiza Escoriza, dado que la piel de los anfibios es permeable, son muy sensibles a la contaminación y los primeros en desaparecer.

Además de cumplir el objetivo de divulgar, el trabajo desarrollado para la elaboración de la guía ha permitido unificar la información existente en las distintas provincias incluidas en el ámbito de actuación del proyecto 'Amphibia' y valorar con datos el estado de conservación de esta clase de vertebrados. A este respecto, Fernández Cardenete asegura que las especies más amenazadas son, en general, «la salamandra y las dos especies de tritones presentes, el pigmeo y el gallipato, al ser especies propias de charcas y cursos de agua 'inmaculados', que aguantan mal la presencia de contaminación orgánica en el medio».

Seres terrestres

Entre los anuros -anfibios sin cola en fases terrestres-, el biólogo de la Asociación Herpetológica Granadina cita como los más amenazados: la ranita meridional y el sapo de espuelas, por su dependencia de entornos fluviales con calidad ecológica, en el primer caso, y de charcas ganaderas, en el segundo. «Otras especies en clara regresión son el sapillo pintojo meridional, también endémico, y el sapillo moteado», recuerda.

Al contrario de lo que la mayoría de los ciudadanos pensamos, los anfibios son, excepto las ranas comunes, eminentemente terrestres. La mayoría solo acuden a los cuerpos de agua para hacer las puestas y permanecen en ella durante su desarrollo larvario. Tanto que, por ejemplo, «la salamandra se ahoga si después de la puesta no puede salir del agua», ejemplifica de forma gráfica el presidente de Ahemur.

Aún así, el agua se convierte en un elemento imprescindible para su reproducción. De hecho, la sequía extrema de este año ha impedido casi por completo la reproducción de las diez especies presentes en la Región esta primavera. Además, «las precipitaciones intensas también conllevan la pérdida de sus hábitats de reproducción, colmatándolos o arrastrando las larvas».

Predadores extranjeros

Otra de las mayores amenazas para las poblaciones locales de anfibios es la presencia de especies exóticas invasoras, la mayoría de las veces introducidas por personas que actúan con buena fe pero con total desconocimiento. Especies como los galápagos americanos, los peces exóticos o los cangrejos americanos «depredan larvas y puestas, a veces hasta atacan a individuos adultos, como recientemente pudimos comprobar en el caso del cangrejo rojo». Pero, además, estas especies foráneas «son vectores de enfermedades, como el temible hongo quitridio, que está diezmando poblaciones de algunas especies a nivel mundial. Y, en Europa, está cebándose con las salamandras y los sapos parteros», comenta Fernández Cardenete. El quitridio es considerado por los científicos la causa de la desaparición masiva de anfibios y es «una de las enfermedades más virulentas registradas hasta la fecha. Por encima del virus del ébola, por ejemplo, solo que afecta únicamente a los anfibios», ilustra Juan Ramón Fernández.

La introducción de especies exóticas, en opinión de los especialistas en herpetofauna, es «un problema emergente que hay que intentar atajar, porque es consecuencia directa de la falta de sensibilización de la sociedad». Igualmente, destacan como un factor que perjudica a la conservación de anuros y urodelos la pérdida de estructuras de acopio de agua. «Con las acequias se han cometido muchas barbaridades, como su cementación o entubado, lo que las hace impermeables a los anfibios, como ha sucedido en la huerta murciana», explican.

Las extinciones locales que produce la desaparición de estas infraestructuras hidráulicas tradicionales hacen que «las poblaciones se fragmenten y queden inconexas y, en muchos casos, aparecen pequeños núcleos relictos, como oasis dentro de un mar de hábitats inhóspitos para los anfibios». Precisamente esta circunstancia es la que trata de combatir el proyecto 'Amphibia', con la creación de un corredor acuático en todo el sureste español, que permita el intercambio genético entre las diferentes poblaciones.

Pequeñas inversiones

Un trabajo que, según Escoriza, la administración no ha abordado. «Hay proyectos de conservación de todo, pero de anfibios, hasta ahora, nada», pese a que, apunta, «para poner en marcha un plan de conservación efectivo no harían falta grandes inversiones como las que exigen los de otras especies como el lince ibérico o el águila imperial».

Crear una red de puntos de agua lo suficientemente próximos como para 'construir' corredores verdes para los anfibios, supondría un gran paso para lograr la supervivencia del grupo. Pero «esta labor debe implicar a varias instituciones y organismos oficiales, dado lo extenso del área territorial considerada. Además, habría que mantener los puntos abiertos. Digamos que queda mucho trabajo por hacer», resume Fernández Cardenete.

A este respecto, Paz Parrondo, coordinadora del proyecto 'Amphibia' de Columbares, asegura que acaban de recibir una nueva subvención de la Fundación Especial Caja Madrid para intervenir en la zona de Albacete. «Del suroeste de Riópar a Hellín (Yeste, Letur, Elche de la Sierra, Férez,...), donde vamos a realizar pequeñas obras, baratas pero funcionales, como la construcción de rampas en balsas y la adecuación de charcas y cursos de agua que, al final, permitan conectar las distintas áreas de distribución de los anfibios del sureste ibérico». El grueso de estas actuaciones se llevarán a cabo este mes, detalla Parrondo.

Amplio programa

'Amphibia' se ha centrado en la provincia de Albacete, mientras esperan que la Fundación Biodiversidad resuelva las ayudas a las que la asociación Columbares ha vuelto a presentar un nuevo proyecto. Será en agosto y la anterior sirvió para financiar las actuaciones que se llevaron a cabo en el Noroeste de la Región de Murcia durante 2013. Esta ayuda permitiría realizar intervenciones en todo el ámbito del proyecto: Almería, Murcia, suroeste de Albacete, suroeste de Alicante, Granada y Jaén.

Paz Parrondo también espera como agua de mayo que la Unión Europea resuelva la convocatoria del Plan Leader para el desarrollo rural -«no acaba de salir», se queja-, pero no se detiene.

Haciendo tiempo, Columbares está en Albacete desarrollando «una herramienta de mapeo de distintas capas y vamos a elaborar una guía de ecoturismo asociada a puntos de reproducción de anfibios». Además, 'Amphibia' actuará para conservar el patrimonio hidráulico del río Tús y adecuarlo para los anfibios con otra pequeña ayuda de la Fundación Biodiversidad.

Pero mientras este ingente proyecto vuelve a coger altos vuelos -su coordinadora cuantifica que da «para toda una vida y dejárselo a los herederos»-, el biólogo Fernández Cardenete y el presidente de Ahemur, Escoriza, lanzan un mensaje positivo: «Tenemos conocimiento de que algunas especies, como el gallipato y el sapo de espuelas, tienen las posibilidad de enterrarse en el fango húmedo de las charcas en regresión, pudiendo permanecer así durante años, en 'stand-by', esperando un buen año de lluvias. Todo un paradigma de la supervivencia. A veces, tras una lluvia intensa, emergen como las setas los pequeños sapitos del suelo».

Algunas necesidades

No obstante, con el fin de detener la extinción de anfibios que se está produciendo a nivel planetario, los estudiosos de estos vertebrados plantean a la administración algunas necesidades: «Desde la actualización de los libros rojos -la UMU redactó en 2005 el Libro Rojo de los Anfibios de la Región con un estudio muy sistemático que incluía hasta medidas legislativas- a la adecuación de la legislación nacional y autonómica que los protege que, increíblemente, hoy deja fuera a especies tan amenazadas como la salamandra (salvo la subespecie occidental del sur), o en regresión, como el gallipato o el sapillo pintojo», concluyen.

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