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1. El Cristo del Rescate, una de las imágenes más veneradas de la devoción murciana, a su paso por la plaza de Belluga, con la fachada de la Catedral al fondo. 2. Penitente alumbrante con túnica blanca y capa verde 3. Emocionado abrazo a los pies del trono de María Santísima de la Esperanza.
Oscuridad para el Esclavo de San Juan

Oscuridad para el Esclavo de San Juan

La Hermandad del Rescate, sobria y recogida, marca un descanso en los cortejos huertanos

A. BOTÍAS

Miércoles, 1 de abril 2015, 02:11

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Resulta obligado, casi en el ecuador de la Semana Santa murciana, detener un instante los pasos para respirar. Después de cuatro jornadas de procesiones barrocas y huertanas, el Martes Santo convoca a miles de cofrades en la parroquia de San Juan Bautista, desde donde, con exquisita puntalidad, a las siete de la tarde, partió el sobrio cortejo de la Hermandad de Esclavos del Rescate.

La institución, de colores blanco, verde y morado, cumplirá el próximo año su setenta aniversario. Y ayer tarde ya mostró sus mejores galas camino de la Catedral, bajo un pegajoso sol de primavera que colmó de murcianos las calles más nazarenas del recorrido.

Abre la comitiva sanjuanera la Cruz Guía, obra que imaginara Vicente Segura hace 60 años justos y que anuncia la llegada del Nazareno, una de las imágenes, anónima del siglo XVII, que más devoción suscita en la ciudad. Es la misma que cada primer viernes de marzo reúne en la parroquia a una legión de devotos para celebrar su besapié.

El cortejo avanza sereno y firme, en sus horarios, bajo el Arco de San Juan -estampa cofrade donde las haya- y en dirección a Belluga. Bullen las terrazas de las plazas de familias que alivian la calorina del último día de marzo. Ni una nube, tan traicioneras en este tiempo, cuelga del cielo.

La talla del Nazareno o Cautivo, unidas sus manos al frente, pelo al viento, que tampoco sopla, calma a su paso, que no detiene, la algarabía de devotos por el corazón de la urbe. Cuajada de almas la plaza parroquial y la calle lateral donde se concentran las hermandades.

Más allá, ante la Catedral, el Cristo de mirada perdida y corona dorada ofrece una de las más bellas imágenes del Martes Santo en Murcia. Las tradicionales filas de devotos que cumplen, velas en mano, sus promesas extiende metros y metros el cortejo.

La imagen de María Santísima de la Esperanza, a la que Sánchez Lozano diera expresión con aires andaluces, sobre trono con candelería de cera, protagoniza una emotiva salida en una tarde donde la institución pidió al municipio que apagara las principales calles por donde pasa el desfile para hacerlo, si es posible, aún más recogido en la noche de primavera murciana.

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