El bajón de capturas en el Mar Menor llega al 80% y alarma a los pescadores

Unos lo pasan peor que otros, según el riñón de los ahorros, pero las cifras no engañan. En los dos primeros meses del año, el balance de doradas vendidas en la subasta suma 1.578 kilos, una cantidad por debajo de la subsistencia si se compara con los 20.057 kilos que llegaron al muelle entre enero y febrero de 2021. El año pasado ya se notó: las doradas, el pez rey del Mar Menor, no llegaron a los 4.000 kilos en el mismo periodo de tiempo.

Otro tanto pasa con las lubinas. De los 21.208 kilos de los dos primeros meses de 2021, en la misma temporada de este año han llegado raspando a los 4.000 kilos. Los magres, que en el invierno de 2021 pesaron 9.298 kilos, en lo que va de este año no han llegado al millar. El caso del lenguado es de casi la extinción, con 55 kilos en lo que va de 2023, frente a los 444 kilos extraídos en los mismos meses de 2021. El galupe, una de las variedades más apreciadas del mújol, resiste mejor, aunque también se resiente. Desde que empezó el año no suma más de 2.350 kilos, frente a los 3.475 de hace dos años en el mismo periodo.

«De los 10 boles que he echado a la mar, me vuelvo con 10 kilos de pescado», se lamenta el pescador veterano Manuel Aguado. Los hermanos David y José María Castejón se han tenido que ir a faenar al Mediterráneo en su barco 'Nuevo Porvenir', porque «antes te defendías en el Mar Menor, pero ahora solo tienes problemas». Antes completaban el año en la laguna, pero «ya todo son solo gastos», se queja David, que tiene que sostener a dos hijos con lo que le da la mar. El patrón no endulza la crisis del sector en la laguna. «Sin ayudas no podremos pasar ni el verano», afirma. Tras varios intentos de contactar con la Comunidad Autónoma, advierte de la situación crítica del gremio. «Tendremos que hacer huelgas y paralizar puertos», asegura Blaya, que espera contar con el apoyo de las otras cofradías de la Región para sacar adelante la actividad en la laguna.

Los pescadores saben que las bolsas de anoxia, que padeció el Mar Menor desde 2019 a 2022, les están pasando factura. «Si no hay huevo y no hay alevín, no puede haber dorada», señala el patrón mayor de la generación perdida de fauna de la laguna. No las esperan para primavera, porque la talla de los peces que ahora habitan en la albufera es aún demasiado pequeña. Tendrán que esperar al menos un año para echarles las redes. Demasiado tiempo sin apenas ingresos y con el cangrejo azul convertido en el terror del Mar Menor. Con las altas temperaturas de este año, Blaya augura, además, «un año con muchas medusa», que inundan las redes, asfixian a los peces y entorpecen el laboreo con las redes. Al menos los trabajos de instalación de redes antimedusas y de extracción de ova de otros años empleaban a una parte de los pescadores asociados. Demasiados problemas en un mar pequeño.