Un aparcamiento evitará el exceso de tráfico a las playas del parque regional de San Pedro
El Ayuntamiento estudia abrir un servicio de bus en el espacio natural ante la fuga de bañistas que abandonan el Mar Menor para ir al Mediterráneo
Los flamencos y las garzas debieron observar con extrañeza el pasado domingo la llegada de más de 2.000 personas a las playas del Parque Regional de las Salinas de San Pedro. Es la cifra de usuarios que contó la persona encargada de realizar esa labor como parte del proyecto Life Salinas, que trata de recuperar el ecosistema y su fauna protegida. En el parque calculan que el año pasado pasaron por el espacio natural más de 300.000 personas, una cifra que podría superar este año en pocas semanas la 'migración' de bañistas que ya ha comenzado a producirse desde las cuestionadas playas del Mar Menor hacia las del Mediterráneo.
Por la estampida a la costa del fin del confinamiento o por la desconfianza hacia el Mar Menor, el paisaje de la playa de La Llana el pasado domingo era más propio de un fin de semana de agosto que de junio. La concentración de bañistas y los vehículos estacionados en las cunetas, después de que se llenara el aparcamiento, pusieron en alerta al Ayuntamiento, que estudia implantar un servicio de autobús para evitar la masificación del parque. «No queremos que afecte a la flora y la fauna del espacio natural; se habilitarán aparcamientos disuasorios y un transporte público», explica la alcaldesa, Visitación Martínez.
En la línea del servicio de bus que funciona en el Parque Regional de Calblanque, esta forma de acceso a las playas serviría de control de aforos, aunque la Comunidad ya decidió no poner límites en la costa. La necesidad de proteger un espacio vulnerable, como son las salinas, donde se han vallado las dunas para evitar la continua erosión, ha hecho pensar en esta medida para los meses de verano.
La erosión dunar es una de las causas del irreversible retroceso de la superficie de La Llana, lo que permitió que el pasado invierno las primeras olas llegaran a las charcas de secado de la sal, poniendo en peligro la supervivencia de una industria esencial para el mantenimiento de los humedales y de su fauna. Es lo que más preocupa al biólogo Ángel Sallent, que se ocupa de estudiar las rutas de las gaviotas de Audouin. «Lo más delicado es que haya demasiada gente pisando las dunas. Las aves ya se encargan de mantener las distancias y están protegidas en el recinto salinero», explica.