José Luján: «Tenemos que dar un salto como universidad, pero sin financiación es un brindis al sol»
Encabeza la única propuesta al Rectorado de la Universidad de Murcia, que se elegirá el próximo 22 de febrero
El catedrático de Derecho del Trabajo José Luján es ya el único candidato al cargo de rector de la Universidad de Murcia (UMU), que ... se votará el 22 de febrero. Cuatro años después de acceder a su primer mandato, Luján admite que cuestiones como la bonificación de los créditos aprobados y la disminución de la plantilla de asociados no están resueltas, y responsabiliza del incumplimiento a la insuficiente financiación que la institución recibe del Gobierno regional y del Estado.
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–La pandemia impuso su urgencia cuando apenas llevaba un año como rector. ¿Qué proyectos se le han quedado en el programa?
–Los grandes proyectos iban bastante bien lanzados, y el parón fue fuerte, aunque afecta de manera distinta según la naturaleza. En internacionalización habíamos cogido mucho impulso, pero te cierran las fronteras y el bajón es obvio. Ahora hemos recuperado el ritmo, y a fortalecer las relaciones internacionales para promocionar la investigación. En cambio, decidimos apostar muy fuerte por la transformación digital; el vicerrector tenía un plan muy concreto que la pandemia nos obligó a acelerar. En solo dos años hemos dado un salto de capacidad digital que nos hubiera llevado entre cinco y diez años. Donde más hemos perdido ha sido en la relación, la conexión directa que es un valor añadido, la relación entre docentes, investigadores, con los alumnos...
«Tenemos que ir por delante y no tener cortedad de miras»
–Ha quedado de manifiesto que la relación profesor-alumno es irremplazable...
–Tenemos posibilidad y capacidad para incorporar las TIC en la actividad educativa, sí; pero donde esté el contacto directo alumno-profesor, es insustituible.
–También quedan profesores que se resisten a salir de la lección magistral...
–Lo que ocurre es que había profesorado que ya utilizaba herramientas TIC y otro que no lo había hecho, sin que eso supusiera un detrimento en la calidad de su función docente. Eso de la clase magistral se dice más de lo que ocurre. Hace mucho tiempo que la UMU tiene una oferta formativa importantísima en innovación docente y nuevas tecnologías. Es algo que se cuida bastante.
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–¿Son conscientes de que algunos universitarios copiaron en los exámenes 'online'?
–Soy de formación jurista, y no admito un hecho sin que se demuestre. No lo puedo admitir de manera apriorística, y tengo que creer en la honestidad de todos nuestros estudiantes. No tengo ningún elemento objetivo que me diga lo contrario. Es cierto que los resultados fueron mejores, pero el plus de tensión, que es bueno, fue mayor; además, estábamos confinados y había más tiempo para estudiar.
–El aprendizaje por competencias es uno de los grandes retos de la UMU...
–Lo es, y así lo reclama un mercado de trabajo muy cambiante. Como universidad generalista tenemos que mantener ese equilibrio para ser capaces de dar respuesta a lo que un mercado de trabajo cambiante y exigente pide, pero también tenemos que ser proactivos en la calidad de la formación que queremos dar. No funcionamos a demanda, hemos de buscar el equilibrio y entender qué demanda la sociedad de nosotros.
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«Es una de mis frustraciones; nos han faltado recursos para un plan ambicioso»
–Una universidad no es una agencia de colocación...
–Tenemos un ejemplo reciente claro. Si la Universidad hace años hubiera decidido que títulos como Matemáticas, que no tenían demanda, no tenían cabida, y hubiéramos ajustado la oferta a la demanda del momento, hubiéramos vaciado las facultades de Matemáticas. Y quince años después, es una de las titulaciones más demandas. Tenemos que ir por delante y no tener esa cortedad de miras.
–Prometió sacar adelante la bonificación del 99% de los créditos aprobados en primera matrícula y no lo ha hecho...
–Esa medida no la tenemos, pero sí otras importantes: la bonificación del precio de la segunda matrícula de asignaturas del segundo cuatrimestre, ya que los alumnos, si aprueban, no cursan la asignatura; es una medida de justicia. Una universidad pública debería ofrecer sus servicios de forma gratuita a sus ciudadanos, y ese es un objetivo en el medio y largo plazo. Hemos trabajado, pero no hemos conseguido ese resultado porque no hemos sido capaces de que quienes nos tienen que financiar aporten las cantidades necesarias. También es verdad que esa medida ha sido propuesta por el Ministerio de Universidades, y confiamos en que la impulse. La devolución completa de las tasas sin tener en consideración ningún otro elemento de renta puede ser una medida no suficientemente progresiva, porque hace tabla rasa. Sacarla adelante depende de la financiación pública, y eso se decide en el marco del juego político, que trasciende a la Universidad. Mientras, lo que tiene que hacer la Universidad es garantizar que nadie deje de estudiar por razones económicas. No me preocupa, dentro de un orden, que una persona por renta alta tenga que pagar por servicios académicos. El mínimo es que ningún estudiante deje de estudiar por razones económicas, y el máximo es llegar a una universidad pública gratuita. En medio hay un amplio abanico de medidas.
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«No me preocupa, dentro de un orden, que una persona con renta alta pague»
–¿Y cuál sería su objetivo para esta legislatura: rebajar los másteres, las segundas matrículas...?
–Esas siguen siendo asignaturas pendientes. Hay que rebajar el precio de los másteres y definir el precio razonable de los grados.
–En 2018 se comprometió a reducir los profesores asociados, pero las cifras dicen que no lo ha hecho; sigue habiendo los mismos, si no más, que hace cuatro años...
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–Es una de las frustraciones de mi mandato. Hemos sido capaces de contener la deriva y parar en seco la multiplicación de asociados. Pero nos han faltado recursos para poner en marcha un plan muy ambicioso de transformación de profesorado. Ese plan lo estamos demandando y está en el anteproyecto de la LOSU. El problema trasciende al ámbito de cada universidad y de cada autonomía. Hemos tenido otras demandas presupuestarias, como los sexenios de trasferencia, que suponen cada año 600.000 euros, y que hemos tenido que asumir nosotros.
–Tiene otra oportunidad...
–Estando en CRUE he puesto en la mesa del ministro el problema de los asociados, y he llevado hasta allí la preocupación y la demanda de financiación.
–También sigue pendiente la negociación del plan de financiación plurianual. ¿Cómo han quedado las cuentas tras la pandemia?
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–Nuestras cuentas son equilibradas a partir del rigor presupuestario y la responsabilidad. La UMU exprime hasta la última gota de cada euro. Pero debemos dar un salto de calidad; si no, cada año que pase seremos una universidad un poquito peor. Para ser la universidad pública que la Región necesita en 2050 necesariamente debemos disponer de una financiación muy superior a la que tenemos. El Gobierno regional tiene que entender qué papel juegan las universidades públicas en el desarrollo regional. Tenemos que dar un salto en investigación biosanitaria, agroalimentación, tecnologías de la información, pero sin financiación estaremos haciendo brindis al sol.
–Los 'rankings' siguen dejando a la UMU en posiciones modestas...
–Los 'rankings' están muy en cuestión. hay que tener en cuenta que en el de Shanghái, por ejemplo, te coloca en muy buena posición tener un premio Nobel en tu claustro. A veces se nos pide estar en sitios donde por tamaño y disponibilidad económica es complicado. Bien mirado, estamos muy, muy por encima de los que nos correspondería según esos parámetros. Dicho eso, uno tiene que pretender aparecer cada vez mejor en esos 'rankings'.
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–¿Le ha sorprendido ser el único candidato al Rectorado?
–Se trata de una decisión personalisíma en la que influyen mil circunstancias. Hemos hecho una buena gestión, y estamos en una coyuntura marcada por la Covid que lo trastoca todo. Ha ocurrido en otras universidades.
–Asoman años de intensa actividad normativa: la LOSU, los estatutos, todo sigue pendiente...
–Son inminentes la LOSU y la Ley de la Ciencia, que condicionan el futuro de las universidades. Con respecto a la LOSU, cabe pensar que el nuevo ministro la impulse con la misma decisión que Castells, y la tengamos en 2022, fruto del consenso. Es importantísimo que venga con una memoria económica que diga cómo se va a financiar la reforma de las universidades, si no será papel mojado. El problema principal de las universidades públicas es la financiación.
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–Cada curso se supera el récord de matrículas anterior. ¿Es proporcional a las demandas del mercado laboral?
–Los datos de empleabilidad de los egresados de la UMU son buenos. Nuestra Región es joven, y la UMU está muy bien posicionada; la demanda es muy alta, en algunos grados, casi de diez a uno. Tenemos una oferta que responde a la demanda, pero que frustra las expectativas en ámbitos como Ciencias, Ciencias de la Salud, en algunos másteres... Es doloroso no poder, siendo universidad pública, ofrecer formación a todos.
–¿Ampliaría plazas si dispusiera de la financiación necesaria?
–Depende del título, en algunos grados, como Matemáticas, Ingeniería Informática... En otros depende también de otros elementos, como es el caso de Medicina. La universidad pública tiene que ser capaz de generar las plazas que demanda la sociedad. Si luego hay iniciativas privadas, a mí me da igual. Nosotros tenemos que ser capaces de ofrecer esa opción a cualquier persona sea cuál sea su situación económica, porque es la manera de cohesionar a la sociedad y corregir las desigualdades.
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