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Francisco Juan Martínez Mojica (dcha.), en un momento del acto celebrado en la UMU.

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Francisco Juan Martínez Mojica (dcha.), en un momento del acto celebrado en la UMU. Guillermo Carrión / AGM

La revolución genética que empezó en la UMU

La Universidad de Murcia inviste doctor 'honoris causa' a Francis Mojica, padre de la tecnología CRISPR, quien cursó sus primeros años de carrera en Espinardo

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Miércoles, 13 de noviembre 2019, 13:07

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A principios de los 80, Francisco Juan Martínez Mojica era un anónimo joven de Elche que estudiaba Biología en la Universidad de Murcia. Aficionado a la música, escuchaba 'Memory', de Barbara Streisand, en su piso de estudiantes, mientras echaba horas frente a los libros, aprendía a cocinar y le cogía gusto al pulpo al horno. Al acabar el primer grado se fue a Alicante a terminar la carrera. Su paso por las aulas del campus de Espinardo había sido breve, pero suficiente para que se desatase en él la pasión por la ciencia y la microbiología molecular.

Treinta y ocho años después, Mojica regresó este miércoles a la UMU acompañado de toda la pompa académica para ser investido doctor 'honoris causa'. La institución en que dio sus primeros pasos reconoce así al precursor de la revolución CRISPR, al discreto científico que desde la Universidad de Alicante puso la primera piedra de una tecnología de edición genética que previsiblemente permitirá dar pasos de gigante en la lucha contra el cáncer y contra múltiples enfermedades genéticas.

Mojica confiesa que sin las clases de Microbiología de Francisco Torrella quizá no hubiese encaminado posteriormente sus pasos al estudio de la arquea 'Haloferax mediterrani', un insignificante organismo unicelular que habita las salinas de Santa Pola. A mediados de los 90, cuando ya era profesor en Alicante, descubrió en el genoma de estos organismos «lo que más tarde bautizaría como CRISPR: pequeñas regiones repetidas de ADN, parcialmente simétricas, cuya distribución seguía un patrón muy regular». Mojica quedó enormemente intrigado por este hallazgo, y durante los once años siguientes puso todos sus esfuerzos en desentrañar el misterio.

El microbiólogo puso la primera piedra de una herramienta de edición de genes con múltiples aplicaciones

«Ese día llegó en agosto de 2003», rememoraba ayer en la UMU, durante su discurso de agradecimiento. «La sorpresa fue mayúscula». La arquea guardaba en esas secuencias del ADN «registros históricos de enfrentamientos que sus antepasados habían tenido con intrusos indeseables», es decir, con virus. Esta especie de almacén de memoria tenía un sentido, porque «con la participación de unas proteínas asociadas a CRISPR, denominadas Cas, permite reconocer y neutralizar al invasor, generalmente un virus, en ataques posteriores». En la cabeza de Mojica sonaba de nuevo aquella canción de Barbara Streisand, 'Memory'. Sí, aquellos organismos unicelulares tenían memoria, una especie de memoria inmunitaria que les permitía sobrevivir en la selva de la evolución natural.

Un hallazgo desapercibido

El hallazgo del microbiólogo era enorme, pero la comunidad científica no lo supo valorar. Lo recordaba ayer el catedrático Antonio Sánchez Amat, encargado de la 'laudatio' al doctor Mojica. La novedad del descubrimiento llevó al escepticismo de muchos, de forma que finalmente fue publicado en el 'Journal of Molecular Evolution', «cuando por su importancia debería de haber sido aceptada en revistas de mayor impacto».

«En algunos momentos, le habría sido más fácil abandonar, pero resistió», destacó el rector Luján

Pero el paso del tiempo pone las cosas en su sitio. Numerosos grupos de todo el mundo cogieron el testigo de Mojica, y en 2012 'Science' publicó la técnica de edición de genes CRISPR-Cas9, desarrollada por Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier. Se empezaban a poner en marcha herramientas basadas en los descubrimientos del científico ilicitano que pueden permitir desde editar genes defectuosos para evitar enfermedades a mejorar la productividad, resistencia y calidad de cultivos agrícolas.

Hoy, Mojica está convencido de que la técnica CRISPR dará resultados en cáncer más pronto que tarde. Algunos ensayos clínicos han permitido ya comprobar que es posible extraer células inmunes del paciente, manipularlas mediante esta herramienta y devolverlas después de forma segura al organismo, para que ataquen de forma eficaz al tumor.

Quizá la historia habría sido muy distinta si Francis Mojica hubiese desarrollado su investigación en alguno de los centros mundiales de referencia, en lugar de en un discreto despacho de la Universidad de Alicante. Quizá tendría ya incluso el Nobel. Pero, al igual que las arqueas de las salinas de Santa Pola resisten a los virus y a la extrema salinidad, también Mojica ha conseguido vencer los obstáculos y sobreponerse al abandono que la ciencia sufre en España. Lo reconocía el rector de la UMU, José Luján: «En algunos momentos, para él habría sido más fácil abandonar, pero resistió». Gracias a esa persistencia, los investigadores de todo el mundo tienen hoy en sus manos un instrumento revolucionario.

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