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Una región arcoíris

La igualdad está cada día más cerca, pero todavía muchos gais, lesbianas, bisexuales y transexuales sufren discriminación y rechazo en sus entornos. Doce empresarios, artistas, políticos y activistas plantan hoy cara a la homofobia

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Domingo, 1 de julio 2018, 07:19

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La presidenta de la Asamblea Regional, Rosa Peñalver, siempre ha sido libre. Nunca se ha ocultado, porque nada había que ocultar. Hace ahora un año decidió contribuir desde estas mismas páginas a la lucha por una sociedad más igualitaria. «¿Alguien se atreverá a decirme que la familia que yo he construido durante veinte años, con una mujer, dos hijas y una nieta, es menos decente o peor familia que la suya?», retó. Hubo, como era de esperar, algo de bilis en las redes sociales, pero la reacción mayoritaria fue muy distinta. Un año después, Peñalver sigue «gratamente sorprendida». Aquel domingo, nada más llegar 'La Verdad' a los quioscos, su móvil empezó a colapsarse de mensajes y llamadas que la emocionaron.

«Me di cuenta de que estamos en una sociedad que empieza a valorar a la personas por su capacidad y su talento, y no por su opción sexual», reflexiona. Es cierto, sin embargo, que «hubo alguna excepción, personas que desde entonces se sienten incómodas y violentas con mi presencia. Pero, en realidad, eso ya pasaba antes», confiesa la presidenta de la Asamblea. La espectacular evolución de la sociedad española en los últimos cuarenta años ha empezado a poner las cosas en su sitio. Algunos que antes hubiesen señalado a Peñalver con el dedo acusador de la moral –seguramente todavía lo hacen, pero en privado– no tienen ahora más remedio que compartir espacio en los actos oficiales.

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«Es que el dedo que acusa es un dedo enfermo. La homofobia, el odio al diferente, es una enfermedad», subraya la periodista Toñi Perea, directora de Enoturismo y 'social media' de la bodega Casa Rojo. «Siempre he sido visible. Creo que es necesario y, sí, estoy orgullosa de ser como soy», cuenta. Se ha avanzado muchísimo, por supuesto, pero la intolerancia sigue ahí. Unas veces soterrada y otras no tanto. «Cuando empecé a trabajar en los medios de comunicación, un compañero llamó a la que entonces era mi directora y le 'advirtió' de que era lesbiana», recuerda. Su jefa se quedó perpleja ante semejante estupidez y colgó el teléfono.

¿Tolerancia o postureo?

Pero no en todos los entornos laborales, ni sociales, ni familiares, se reacciona con la misma contundencia ante la homofobia. «'Postureamos' con la tolerancia, pero en el fondo seguimos siendo muy intolerantes», se lamenta Perea.

Muchos gais, lesbianas, bisexuales y transexuales siguen sufriendo discriminación y rechazo a su alrededor. Muchos se mueven en entornos abiertamente hostiles que los empujan a permanecer en el armario. Las mujeres, como casi siempre, se llevan doble ración de intolerancia. «Ocurre cuando no sigues el canon que se espera de ti: no te maquillas, no usas tacones», resume Toñi Perea.

Ana Belén Baeza, productora del Festival de Cine Fantástico de Murcia (Cfem), coincide en denunciar esa doble discriminación, aunque cree que, en lo referente al machismo, también las cosas están cambiando. «En mi mundo laboral siempre he encontrado respeto. Cuando terminé de estudiar Arte Dramático, trabajé como actriz en el teatro y tuve experiencias más dolorosas. Pero ahora, como productora, no, aunque hay micromachismos», reflexiona. «Estoy rodeada de muchos hombres en el trabajo, y cada vez son más conscientes de esos micromachismos cuando incurren en ellos. Entienden que se tienen que 'desprogramar'».

Este ha sido el año del 8M, el año en que el movimiento feminista llenó las calles. El colectivo LGTBi no ha sido ajeno a este estallido. «Se ha pasado de una rebeldía callada a gritarlo en las calles, es muy esperanzador», destaca Rosa Peñalver. Se ha marcado un antes y un después, al igual que 2005, con la Ley del Matrimonio Igualitario, supuso un punto de inflexión no solo en el código civil, sino en la vida cotidiana de gais y lesbianas. «Quedan lacras, pero está todo mucho más normalizado», reflexiona el empresario Pedro de Leana. «Yo rompí el armario hace décadas, cuando todo era muy diferente», recuerda.

Hijo de una familia aristocrática –de la que ha heredado el título de conde y el Balneario de Leana, en Fortuna– se crió en un mundo muy conservador. «Estudié en colegios del Opus Dei, y lo pasé muy mal. Pero tuve las agallas, muy joven, de decir: 'hasta aquí'. Nunca he ocultado quién soy. Siempre he vivido con una normalidad absoluta, respetando a todos y exigiendo el mismo respeto para mí», subraya.

«El primero visible»

Leana estudió Economía y Bellas Artes, ha lanzado varias marcas de perfume y su vida le ha ido llevando de Bélgica a Nueva York, para terminar de nuevo en Fortuna entusiasmado con el proyecto de recuperar el balneario familiar, «la empresa más antigua de la Región», dice con orgullo. «Probablemente fui el primer gay con visibilidad en el pueblo», cuenta.

Tamara Sánchez, fotógrafa y educadora social.
Tamara Sánchez, fotógrafa y educadora social. Enrique Martínez Bueso

Aunque con muchos armarios todavía, la visibilidad también ha empezado a llegar a los municipios, no solo al centro de Murcia. En Jumilla, Moisés Navarro se subió el miércoles al balcón del Ayuntamiento para colocar la bandera del arcoíris junto a sus compañeros de Jumilla Entiende. Las asociaciones locales han ido surgiendo por toda la Región, en lo que supone una nueva barrera superada.

«Hemos evolucionado, pero en los pueblos todavía pesa mucho el qué dirán, el miedo al rechazo. Incluso hoy muchas parejas se van; prefieren vivir en una ciudad», advierte Navarro. Voluntario de Cruz Roja, preside la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de la Región, que engloba a 25 organizaciones que trabajan por todo el mundo. «No olvidemos que ser una persona LGTB supone ir a la cárcel en 72 países, y que en ochos países hay pena de muerte», recuerda.

«Pues sí, era 'bullying'

No hay que perder la perspectiva global, como tampoco debe olvidarse que en muchos colegios e institutos hay chicos y chicas que sufren 'bullying'. Gais, lesbianas, bisexuales y transexuales interiorizaron durante décadas el acoso en la escuela como algo poco menos que inevitable. «Es que lo veías como algo casi normal. Yo lo analizo ahora y pienso: pues sí, era 'bullying'», confiesa el diseñador Pedro Lobo. Después, en la Escuela Superior de Diseño, todo cambió. «Al final te rodeas de gente afín y te olvidas de lo demás. Pero, por supuesto, sé que queda mucho por hacer, que no todo el mundo puede ser tan libre como yo».

Moisés Navarro, Presidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo.
Moisés Navarro, Presidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo. Enrique Martínez Bueso

Después de trabajar seis años en Madrid, como estilista y diseñando vestuario para teatro, Pedro Lobo volvió a Murcia de la mano de 'Titis Clothing', y desde entonces se ha convertido en uno de los diseñadores de más éxito.

Si Pedro Lobo es una figura emergente y muy prometedora, Paco Martín, el veterano director de La Mar de Músicas, es sin duda una referencia de la cultura en la Región. «Descubrí mi homosexualidad a los 21 años. Era una época en la no existía la libertad actual, pero lo cierto es que a mí no me resultó penoso ni traumatizante. Lo acepté como vino y ya está». Jamás se sintió discriminado en su entorno social ni laboral, y ha trabajado para ayuntamientos de todos los colores políticos «sin problema alguno».

También el director general de Juventud, Francisco Sánchez, asumió su homosexualidad sin traumas. «Fui un niño feliz en los Salesianos de Cabezo de Torres y lo seguí siendo después. La vida es muy corta para no aprovecharla en ser feliz», resume. Es consciente de que para muchos otros no ha sido –ni es– tan fácil. «Hay gente que me escribe por las redes sociales pidiéndome consejo para salir del armario», cuenta. Muchos gais y lesbianas jóvenes siguen necesitando referentes. La visibilidad de un cargo público ayuda. «Que llegue un ministro como Grande Marlaska y con toda naturalidad hable de su marido, es algo que supone muchísimo», subraya Jesús Costa, presidente de No Te Prives.

En las redes sociales podrá verse hoy, muy probablemente, más de un comentario que tache de exhibicionismo el gesto de visibilidad y normalidad de quienes participan en este reportaje. «También dicen eso de que 'hay que ser discreto'; qué harto estoy de esa palabra», protesta Costa. Si un heterosexual se da la mano con su pareja por la calle, nadie pensará que se exhibe. Si un heterosexual habla de su pareja del otro género en un medio de comunicación, tampoco.

Si Tamara Sánchez, educadora social y fotógrafa, colgase fotos con un novio en 'Instagram', como tantos miles de 'instagramer' hacen, nadie se cuestionaría nada al respecto. Pero cuando ella sube alguna instantánea con su novia, pierde seguidores. «Ocurrió la primera vez que me hice una foto con ella, y después ha vuelto a pasar», cuenta, todavía sorprendida. Claro que seguidores tiene de sobra. En concreto, más de 30.000. Sus fotos se han convertido en todo un fenómeno en la red.

Asignaturas pendientes

La visibilidad seguirá siendo necesaria mientras queden asignaturas pendientes. La despatologización de la transexualidad y la adaptación del sistema sanitario y educativo a esta realidad es una de ellas. La Ley de Igualdad LGTB de la Región sigue, en este sentido, sin cumplirse, denuncia Costa. Tampoco se cumple otra disposición de la norma que para la Asociación de Familias Homoparentales de la Región (Asfagalem) es fundamental: el acceso de las parejas de lesbianas o de mujeres solas a la reproducción asistida en la sanidad pública. Murcia es prácticamente la única comunidad que sigue negando estos tratamientos en función de la orientación sexual. «Mi mujer y yo lo solicitamos al Servicio Murciano de Salud y nos lo negaron», denuncia Adelaida Campillo, presidenta de Asfagalem. Adelaida y su mujer acudieron finalmente a una clínica privada, y hoy son madres de dos mellizas que están a punto de cumplir dos años.

Chusa Herrero, Vicepresidenta de la Asociación de Usuarios de la Sanidad.
Chusa Herrero, Vicepresidenta de la Asociación de Usuarios de la Sanidad. Enrique Martínez Bueso

También Chusa Herrero, vicepresidenta de la Asociación de Usuarios de la Sanidad, es madre. Tuvo a su hijo con su anterior pareja, un hombre, antes de enamorarse de una canaria, con la que ya lleva nueve años de relación. «Mi hijo tenía 12 años. Cuando la conoció, antes de que me diese tiempo de explicarle nada, me dijo: 'Mamá, tú eres bisexual'», recuerda. Cuando Chusa oye a organizaciones como el Foro de la Familia hablar de la protección a los niños, se rebela. «Es importante educar a los niños en igualdad desde pequeños. Ellos no tienen ningún problema con esto, son los adultos los que los tienen». Mientras eso sea así, y el respeto y la igualdad no estén conquistados del todo, la reivindicación de la diversidad seguirá siendo necesaria cada semana del Orgullo.

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