La Región acoge ya a los 33 primeros refugiados afganos
«Tienen inseguridad, ansiedad y miedo por quienes no han podido salir del país», explica el director de la Fundación Cepaim
Ansiedad, inseguridad, miedo. También alegría y agradecimiento. Tal es el cóctel de sentimientos que se entremezclan en el ánimo de los 33 refugiados de Afganistán que desde la medianoche del lunes se encuentran ya acogidos en la Región; en concreto, bajo la atención y los cuidados de los integrantes de la Fundación Cepaim, que están tratando de facilitar su rápida adaptación a las nuevas circunstancias, por más que son conscientes de que esta nunca será sencilla. «Hacen muchas preguntas. Tienen una gran necesidad de información, porque necesitan conocer dónde están y las posibilidades que ahora se abren para ellos. Y porque tienen que tomar decisiones que van a afectar a su futuro, como la de ver si solicitan la protección internacional en España, que yo pienso que es lo que finalmente van a hacer, u optan por otros países», explica el director de la Fundación Cepaim en la Región, Juan Antonio Segura. «Hay que tener en cuenta -añade- que solo unas horas antes ni siquiera habían oído hablar de Murcia ni sabían dónde estaba situada la Región».
Los 33 refugiados llegaron a Murcia a última hora de la noche del lunes, después de haber logrado salir de Afganistán en los aviones fletados por el Estado español para evacuar a quienes colaboraron con las tropas españolas y sus familiares. Tras dos días en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, en cuya base aérea aterrizaron los aviones militares, han acabado acogidos en las viviendas y en una pequeña residencia que gestiona la Fundación Cepaim en la Región. La disponibilidad de este albergue ha resultado providencial, ya que ha permitido dar acomodo a los 25 integrantes de un mismo clan familiar (18 adultos y siete menores, entre abuelos, hijos, nietos, tíos, sobrinos...) que consiguieron abandonar Afganistán en un mismo vuelo. El resto de los solicitantes de asilo son los siete miembros de otra familia (un hombre, dos mujeres, tres niñas y un niño) y un hombre solo del país ahora regido por el régimen de los talibanes.
«Todos ellos tienen mucho miedo por lo que pueda pasarles a los parientes que siguen en Afganistán, ya que temen represalias. Y también demuestran sufrir mucha incertidumbre, porque saben que los talibanes han dado hasta final de este mes como plazo máximo para permitir las evacuaciones y no saben qué va a pasar con sus allegados que siguen allí», afirma Segura, quien confirma que los recién acogidos son tres colaboradores de las fuerzas españolas durante su misión internacional, para las que trabajaron como traductores o asistentes, y los familiares de dos de ellos. «Son personas con formación y preparación, aunque solo uno de ellos habla español y solo otro de ellos domina el inglés», una razón por la cual está siendo necesario echar mano de un grupo de traductores que conocen los dialectos locales de Afganistán.
Aunque advierte de que el miedo es un sentimiento común en todos los refugiados en los primeros momentos de llegar a España, el director de Cepaim afirma que en el caso de este grupo de afganos llama la atención el estado de las mujeres y las niñas, que han sufrido particularmente por el temor que tenían a quedar sometidas bajo el yugo talibán. Quizás por ello la alegría de saberse a salvo es también más evidente en ellas.