Playa de la Cola, en Águilas. Greenpeace

Greenpeace sitúa a la Playa de la Cola de Águilas entre las diez más amenazadas de España por la expansión del ladrillo

La Región de Murcia es la quinta comunidad autónoma más urbanizada de todo el litoral español

LA VERDAD

Jueves, 27 de junio 2019, 11:25

Un 14,6% de los hábitats naturales costeros de la Región de Murcia no están protegidos; es decir, se encuentran ubicados fuera de las figuras de protección de la naturaleza. En total, los hábitats naturales costeros sin proteger suponen 15.700 hectáreas (157 kilómetros cuadrados). Así lo señala el informe 'A Toda Costa 2019', elaborado por Greenpeace en colaboración con el Observatorio de la Sostenibilidad, que este año pone el foco en las áreas naturales que todavía quedan en la costa tras la urbanización masiva de las últimas décadas y en las amenazas que enfrentan.

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Aunque estos valores sitúan a la Región de Murcia como la tercera comunidad con mayor porcentaje de hábitats protegidos, hay que tener en cuenta que, de los hábitats naturales no protegidos, un 81% han sido catalogados de interés comunitario por la Unión Europea y un 44,2% como prioritarios para su conservación. Además, alberga cinco hábitats naturales prioritarios fuera de dichos espacios, que ocupan 5.600 hectáreas (4,6% de su superficie costera).

«Es necesario que estos ecosistemas sean reconocidos y protegidos antes de que puedan sufrir impactos graves», señala Paloma Nuche, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace.

Murcia es la quinta comunidad más urbanizada de toda España, con un 12,6% de costa urbanizada, una presión que va en aumento ya que actualmente planean varios antiguos proyectos sobre su costa.

Los espacios amenazados

Entre las amenazas urbanísticas a la biodiversidad de la zona, destaca el Plan Parcial La Princesa de Atamaría (Cartagena), un proyecto turístico recurrente, iniciado en el 1995, que lleva 15 años sin superar la evaluación ambiental, o el proyecto Novo Carthago (Cartagena), un plan de urbanización de 6.000 viviendas y un campo de Golf en San Jinés de la Jara, a orillas del Mar Menor. Otro ejemplo de la presión humana a la que se enfrenta la zona es el Plan Parcial de la Playa de la Cola (Águilas), un proyecto en marcha desde 2007 y que ahora vuelve a cobrar vida con la construcción de más de 2.000 viviendas turísticas, lo que supone la destrucción de un entorno costero de gran valor.

La Playa de la Cola es una de las diez playas naturales más amenazadas de toda España por la expansión, según el informe de Greenpeace. A ella se le suma la Platja de Gaspar (Barcelona), playa de El Palmar-Castilnovo (Cádiz), Cala Mosca (Alicante), Playa de El Palmar-Castilnovo (Cádiz), Playa Margalida-Playa Son Real (Islas Baleares), Playa de la Cola (Águilas, Murcia), Playa Matas Blancas (Fuerteventura, Las Palmas), Praia de Limens (Pontevedra), Playa de Tranqueru (Asturias), Playa Rosamunda (Cantabria) y Playa de Azkorri (Bizkaia).

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Pérdida masiva de biodiversidad

Según el informe, el 22,2% de los hábitats naturales de la costa española se ubican fuera de las figuras de protección de la naturaleza; se trata de 519.000 hectáreas de ecosistemas de gran valor pero carentes de protección, de los que un 56,9% están considerados de interés comunitario por la Unión Europea y un 28,8% prioritarios para su conservación.

Las comunidades cuyos ecosistemas desprotegidos experimentan mayor presión humana son Comunitat Valenciana, Catalunya, Comunitat Valenciana, Andalucía y Euskadi, ya que la superficie urbanizada supera con creces la extensión de dichos hábitats que, al no tener reconocido su valor, son más vulnerables a futuros planeamientos urbanísticos y a los impactos indirectos de la urbanización masiva: contaminación, acumulación de basura, vertidos o falta de cuidado por parte de las administraciones, entre otros.

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De estas regiones, la Comunitat Valenciana y Andalucía destacan por la combinación de una gran presión humana con una elevada tasa de hábitats naturales costeros desprotegidos (el 23% y el 19%, respectivamente) a lo que se le añade unas características óptimas para el turismo, lo que constituye el cóctel perfecto para la destrucción de más ecosistemas.

La mayor proporción de ecosistemas costeros desprotegidos se da en la costa norte (Asturias, Cantabria, Galicia y Euskadi). En muchos casos, se trata de hábitats seminaturales ligados a actividades agrarias tradicionales, pero que también albergan una gran extensión de hábitats calificados por la UE de interés comunitario y prioritarios para su conservación. Por todo ello, señala el informe, estas regiones tienen todavía mucho trabajo por delante.

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El informe de Greenpeace concluye que es necesario un mayor esfuerzo de las políticas de protección de la biodiversidad y reitera la urgencia de las actuaciones sobre el litoral. Hay extensas áreas de hábitats naturales que necesitan ser protegidas antes de que puedan verse afectadas por la urbanización. Además, para revertir la tendencia de pérdida de biodiversidad, los esfuerzos deberían complementarse con la restauración de áreas degradadas, especialmente la recuperación al dominio público de las zonas privatizadas ilegalmente.

«Al actual contexto de pérdida de biodiversidad mundial, en el que la primera causa de extinción de especies es la artificialización del suelo, se suma el resurgir actual del desarrollo urbanístico en la costa, por lo que hemos de poner en valor la biodiversidad que aún no ha sucumbido al ladrillo antes de que sea demasiado tarde», puntualiza Nuche.

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