Plásticos, sudor y lágrimas

Fue toda una hazaña que el equipo de Collado, entre ellos el exconsejero Francisco Artés Calero, consiguiera hace 33 años que la mayor inversión extranjera jamás realizada hasta entonces en España se asentara en Cartagena. General Electric modernizó el tejido económico de la Región y fue un contrapeso decisivo al declive industrial de la zona. Una gran contribución. Pero los comienzos fueron convulsos, ya que la multinacional norteamericana reclamó y logró un paquete suculento de ayudas: la Comunidad Autónoma le regaló las 700 hectáreas de terrenos de La Aljorra; el Ayuntamiento 'agilizó' las licencias con todas las 'facilidades', y el Ministerio de Industria otorgó unos incentivos de más del 30%. Asturias, que fue la región competidora, quizás habría aportado lo mismo. La diferencia es que aquí hubo que negociar a «uña de caballo», como dijo un director general de entonces, para evitar que GE se marchara a las primeras de cambio (llevándose la inversión a otro país), ya que el proyecto no despegaba.

El amigo americano apretó las tuercas hasta el infinito. Lo más traumático fue la compra de los terrenos por parte de la Comunidad -con acusaciones de sobreprecios dudosos y otras sospechas-, que provocó la marcha de un consejero y causó la mayor crisis política e institucional de la Región después de la dimisión de Hernández Ros. Le costó el puesto a Collado, asediado por la dirección de su propio partido -con el que mantenía un duro enfrentamiento que venía de atrás- y por las denuncias en los tribunales. Después fue exonerado de todas las acusaciones, cuando ya había abandonado la vida pública.

Con este bagaje, General Electric antes, y Sabic ahora, tienen una deuda, un compromiso, con la Región, aunque les suene a chino. El escenario que ahora se plantea, con el cierre de la unidad de resina Ultem, no tranquiliza. Obliga a ponerse en guardia, ya que Sabic prevé ampliar en Singapur una planta petroquímica similar a la que cerrará en Cartagena, para aumentar la producción de Ultem; y también modernizará otra en Indiana. Esto huele a deslocalización. Si hay mercado para el Ultem, ¿por qué suspende la producción de Cartagena ? No convence la explicación de Sabic (quien tiene el gas tirado de precio en Arabia Saudí). El Gobierno regional no cree que haya deslocalización y se remite a los «sólidos planes» de Sabic. ¿Acaso no tiene la mosca detrás de la oreja? A ver.

Existe un aliviadero paralelo a la rambla del Albujón, construido para hacer las mismas funciones que el cauce natural, como es depositar en el mismo punto del Mar Menor las aguas que bajan desde arriba, de toda condición y pelaje. He aquí que la CHS exige una autorización de la Consejería para que el vertido que vaya por el aliviadero, cuando se rompa la impulsión (sucede a menudo), esté legalizado y no le caiga encima un chaparrón de denuncias. Y la Consejería dice que mientras prepara ese permiso -el trámite tardará unos meses- se puede seguir funcionando provisionalmente con la rambla de toda la vida. Si se produce un vertido ocasional por una rotura, ¿qué diferencia hay en que el agua baje por la rambla, o por la tubería que está al lado? Pues el papel que lo autorice. Es lo mismo, pero no es igual. Y este es el atranque de por qué no funciona ya el bombeo del Albujón, para evitar que sigan entrando nitratos en la albufera.

Los regantes están con su mosca detrás de la oreja, tras aplazarse el trasvase de febrero. La comisión técnica se iba a reunir el pasado jueves, víspera de la manifestación del campo, lo cual hizo pensar que el Ministerio autorizaría los 20 hectómetros máximos que prevé la ley. El Gobierno, argumentan, no habría aprobado un trasvase reducido coincidiendo con la protesta de los agricultores en Murcia. Eso echaría más leña al fuego. Sin embargo, el aplazamiento de la reunión al día 27 hace pensar que puede venir otro trasvase recortadillo para los regadíos. A la espera.